Biografía televisada

El Risitas iba a morir por la Patria, pero cuando se pusiera bien del hombro

  • A lo largo de más de diez años en los programas de Jesús Quintero su invitado Juan Joya fue dibujando una biografía de buscavidas entre sus novias simultáneas, su enchufe en la mili y su vida con nueve hermanos de entre los que él era "el más guapo"

  • El Hospital de la Santa Caridad asumirá su entierro ya que no disponía de recursos

El Risitas en una de sus primeras apariciones en 'El vagamundo'

El Risitas en una de sus primeras apariciones en 'El vagamundo'

Más entretenido que la mayoría de las series que hoy se amontonan por las plataformas, el público seguía cada semana la vida de Juan Joya El Risitas entre sus confesiones ingenuas, sus respuestas a veces atropelladas y sus chistes que a veces se confundían con su vida real. Y todo ello encuadrado en una risa aguda contagiosa, pegajosa e hipnotizante.

El mejor resumen lo hizo su amigo Pepe Peregil, quien lo presentó en el programa de Quintero.

Sin entenderle, en medio mundo se siguen embelesando con los alaridos cómicos de este vecino de San Pablo que ha fallecido a los 65 años y con la "columna vertegral" más o menos intacta.

En su carácter de buscavidas, Lazarillo del Guadaira, los trabajos apenas le podían durar un día, escarmentado por el esfuerzo. Tendría bien poco cotizado en la Seguridad Social y no tenía recursos económicos. De su entierro se hará cargó el Hospital de la Santa Caridad, donde pasó sus últimos meses, tras la amputación de una pierna en Huelva.

Los vídeos de El Risitas son bandera del espíritu de El Loco de la Colina y el resto de títulos del espacio de entrevistas de Jesús Quintero. Estas son algunas de las revelaciones que supimos de El Risitas entre tantas declaraciones que nos hicieron morir de risa.

Juan tenía nueve hermanos y según él, era el más guapo de todos ellos. Quintero admitió que aquella casa era "un zoo".

Bético para siempre, hizo la mili en Melilla "enchufao" en la cocina. Se pasó aquellos veinte meses fregando platos y a la sombra. Su 'cuñao', su amigo El Peíto, lo tuvo más difícil en la Legión. El Risitas estaba por entonces dispuesto a morir por la Patria, pero no por el momento hasta que se le pusiera bien el hombro.

El Peíto hubiera estado en condiciones de matar en una guerra, en lado de los buenos. Si España iba a la guerra íbamos a ser siempre los buenos.

En el trabajo

El Peíto siempre quiso ser rico, si acaso ginecólogo. El Risitas no quería trabajar ni estudiar. Su vocación era la de ser pensionista, con su paga y sus medicinas pagás. Respetaba mucho al médico "tratamólogo", el que trata los accidentes. Tuvo el atropello de un Clio que fue su primer relato en el año 2000 en El vagamundo.

Entre los trabajos que le duró un día, en la pastelería Los Ángeles. Se llevó un día entero sacudiendo el cedazo para tamizar la harina. Aquella noche una hermana lo tuvo que amarrar a la cama. No volvió más.

Robó naranjas sólo un día y lo trincó la Guardia Civil.  "Las cojo de noche y las vendo de día". Se fue a robar hasta las trancas de cubatas.

También estuvo un día cargando sacos de cemento cuando le habían dicho que el tráiler tenía garrafas de aceite. El camionero pudo partir a Valencia ese día pero porque toda la fábrica tuvo que echar una mano para completar la carga.

Tal vez el trabajo que más le duró fue en un chiringuito de Chipiona, un verano entero. Su primera misión fue limpiar todos los cacharros y para quitar el óxido de las paelleras (paellas) las dejó en la orilla para que el salitre hiciera efecto. Con la marea alta sólo pudo rescatar una. Al cabo de los meses le descontaron el precio de las veinte paellas desaparecidas con la corriente. "Estarán con el barco del Prestige", llegó a suponer.

Llegó a trabajar en un programa de "Paz Patilla", en la productora de Jesús Quintero, pero por nada quería desagradar a su jefe.  No conocía a muchos famosos, para él Tom Cruise era uno "de San Juan de la Cruz". Sólo conocía al Papa, y porque salía en televisión.

Con las novias y los amigos

Sus amigos le decían que en Semana Santa "empujaba patrás". Era por lo tacaño, iba a ver sus devociones, como la Esperanza Macarena, pero sin convidar a nadie.

En su barrio sabían que iba a grabar a la televisión porque en ese momento iba a con el traje. Se compraba uno cada dos años, más o menos, y así estaba irreconocible. "El árbitro hace al monje", opinaba al respecto de ir arreglado.

Su diseñador, Armani, "el que canta".

Se bañaba un par de veces por semana y dejaba la característica rebaba en el cerco del agua de la bañera. El médico le decía que no era bueno lavarse mal por la piel. Para el baño, manopla de cinco dedos y gel Nelia.

Las máquinas de bingo eran sus favoritas y le gustaba  en casa jugar a la oca y a la lotería.

En su momento de más popularidad tenía dos novias, una de ellas  era La Portuguesa y la otra "una rubia de Palmete". El Peíto decía tener una brasileña. "Mi pistola es de buen calibre, dispara bien, pero dispara poco", confesó sobre su actividad sexual-balística.

Prefería ser afortunado en amores "y que le den por culo al juego".

Escuchaba Cadena Dial y Radiolé y en las fiestas bailaba sevillanas y pasodobles. Le gustaba "bailar agarrao", para arrimarse. La salsa no le gustaba para bailar, él era más de "carne en salsa".

Un ejemplo de sus reflexiones: "los niños de ahora salen del colegio a las dos de la tarde y ya no vuelven. Desde que se ha muerto Franco todo ha cambiado".

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