Toros

Barrera, en el nombre del padre

  • El diestro de Mairena del Alcor, que se las vio con un mal lote, brinda su primer toro a su progenitor, fallecido ayer · Espectáculo sin brillo, con una terna completada por Luis Bolívar y Salvador Cortés

GANADERÍA: Se lidiaron cinco toros de El Torreón, en el tipo de su encaste (Juan Pedro Domecq), astifinos y con el denominador común de la falta de poder y de fuerzas; segundo y tercero, muy nobles. Un sobrero de Conde de la Maza, que hizo cuarto, altón y con muy malas intenciones, que sustituía a un astado del hierro titular que se rompió un pitón al estrellarse contra un burladero. TOREROS: Antonio Barrera, de negro y oro. Estocada entera (saludos). En el cuarto, pinchazo hondo delantero y dos descabellos (silencio). Luis Bolívar, de azul celeste y oro. Estocada entera desprendida (saludos). En el quinto, media (silencio). Salvador Cortés, de azul marino y oro. Estocada entera (saludos). En el sexto, dos pinchazos y casi entera (silencio). Incidencias: Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Miércoles 14 de abril de 2010. Algo más de media entrada. Se guardó un minuto por José Manuel Barrera, padre de Antonio Barrera, fallecido a los 71 años, tras una larga enfermedad. Cielo cubierto, con lluvia intermitente y débil y ligero viento. En cuadrillas se lucieron en banderillas Luis Mariscal y Pedro Mariscal en el tercer toro; y Paco Peña en el cuarto.

Lagrimeaba el cielo de Sevilla, mientras Antonio Barrera ascendía con su dolor a cuestas por la calle Iris, convertida en un estremecedor calvario particular al tener a su padre de cuerpo presente; ese José Manuel Barrera que hace unas décadas intentó llegar a situarse entre los elegidos en una profesión cuya filosofía de vida inculcó a su hijo y en la que un torero, como ayer hizo Antonio Barrera, debe cumplir con su cita puntual ante el público.

Y ahí, en el dorado albero de la Maestranza, ayer vestido como de oro viejo bajo un cielo triste, a las seis y media de la tarde, con el semblante serio y la mirada concentrada, iniciaba el paseíllo Antonio Barrera, diestro de Mairena del Alcor. Tras el duro desfile de las cuadrillas, un sepulcral silencio fue sacudido por un emocionado "¡ole, torero!", exclamado desde el tendido. Y una ovación sentida. Y luego, un pinchazo en el corazón, Antonio, cuando desde el tendido, te vimos levantar la montera al cielo y persignarte.

La corrida del maestro César Rincón -El Torreón- (puro juampedro), en el tipo del encaste, estaba cogida con alfileres en cuanto a fuerza. Vaya usted a saber si algunos de los toros hubiera caído en manos de excelsos artistas... Pero lo cierto es que los toros de El Torreón, astifinos, pero justitos en todo y sin calidad, apenas transmitían poder; y las faenas no calaban en los tendidos, entre otras cosas, por su carencia de emoción.

Antonio Barrera se mostró voluntarioso con el que abrió plaza, un animal sin entrega y que acabó rajado en tablas, al que mató de manera contundente.

El cuarto toro se rompió el pitón derecho al estrellarse contra un burladero y saltó un corraleado sobrero, de Conde de la Maza, alto, distraído en un principio, que acudía sin humillar y que acabó siendo un Satanás, intentando cazar al diestro. Barrera se justificó con creces. Tuvo las agallas de recibirlo con una larga cambiada de rodillas junto a tablas. Se lució en banderillas Paco Peña. Con la muleta, citó en los medios, desde largo, para un muletazo por la espalda, al que acudió sin franqueza el pajarraco, que le buscó por ambos pitones.

Luis Bolívar tuvo en primer lugar un animal flojísimo. Consiguió cosechar palmas en par de buenas verónicas y en dos tandas con la diestra y cerró su labor con unas ajustadas manoletinas. Se volcó de verdad en la estocada. Pero en el aire flotó en todo momento la carencia de emoción. Con el manso y peligroso quinto, el diestro caleño no tuvo la más mínima opción al lucimiento.

Salvador Cortés aportó una decidida entrega en su actuación. Con el casi inválido tercero, que perdió varias veces las manos tras la muleta, el de Mairena del Aljarafe consiguió una buena tanda con la diestra en una labor en la que siempre dio la sensación de que faltaba toro. Con anterioridad, lo había recibido a portagayola, con una larga cambiada de rodillas, y había lanceado bien a pies juntos. En banderillas brillaron su hermano Luis Mariscal y su primo Pedro Mariscal.

Cerró plaza un colorao manejable, aunque sin calidad. Cortés se la jugó de nuevo a portagayola, con otra larga cambiada de rodillas. Todo ello en una labor que tuvo como punto más emotivo el brindis de Salvador Cortés a Antonio Barrera.

Desde esta crónica, teñida de luto, el respeto para un torero, Antonio Barrera, quien ayer, en un sentido de responsabilidad máximo, se jugó la vida en el nombre de su padre.

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