Fermín Bohórquez · Rejoneador

"Me apasiona el toreo y voy a seguir volcándome"

  • El próximo jueves se despide de la afición de Jerez una figura histórica del rejoneo, compitiendo en mano a mano al máximo nivel con Hermoso de Mendoza.

-Hay que empezar por su padre: Fermín Bohórquez Escribano.

-Desde que tengo uso de razón me apasionan el campo, los toros, los caballos y todas las disciplinas que hacía mi padre. Rejoneaba con él desde muy chico. Me volvía loco torear y todo lo que había alrededor del toro. Empecé a montar y desde que tenía ocho, con algún caballo de mi padre, ponía banderillas. La primera vez que toree con él fue cuando me sacó en tres festivales: Benicassim, Higuera de la Sierra y Villaluenga. En Benicassim volvía yo de Inglaterra y tal como llegué me monté en un caballo que no era ni suyo y puse banderillas. Con 15 años toreé mi primer novillo en Santander en el festival en el que le daban a mi padre la medalla de plata de Cantabria porque llevaba 25 años toreándolo. Corté un rabo.

- Y de la afición a la profesión.

-En el 87 toreé en El Puerto con mi primo Luis Domecq y algunos festejos. En el 90 se quedaron los caballos por la peste equina en Madrid, y debuté en Madrid sin saber si quería ser rejoneador. Había cogido una hepatitis y estaba estudiando pero tenía medio año sabático. Salí a hombros. Ahí cambió un mi trayectoria.

-La primera puerta grande de siete en Madrid. Y a la cima.

-Entonces Ginés Cartagena y Antonio Correa dominaban el rejoneo, sobre todo Cartagena, que fue un revulsivo. Aparecí y les hice sombra. Mi máxima competencia fue Ginés Cartagena. Toreaban Vidrié, Buendía, Curro Bedoya, Rafael Peralta, Antonio Ignacio Vargas… Llegué a torear con todos. Moura era un fenómeno como rejoneador entonces pero no eran de los que manejaban. Después aparecen mis primos con fuerza y un tirón tremendo. Pero en todas esas generaciones quien aguantó el tirón fui yo. Lideraba el escalafón, y después con mis primos igual. Después de mis primos estuve un tiempo mandando bastante en el rejoneo. Fueron los años en que competía con Hermoso de Mendoza en su mejor época, con Cagancho y Chicuelo, pero el que lideraba el escalafón era yo.

- Una gran etapa hasta 1999.

-En 1999 se me muere la cuadra. Diez caballos muy buenos. Tenía un contrato en México con Lorenzo Cué y un grupo mexicano para rejonear allí, pero se me murieron los caballos. Tenían planificada toda la temporada mexicana y yo, que conocía muy bien a Pablo, como persona muy responsable y competitiva, porque he sido el que más ha toreado con él, le dije a Cué que el único capaz de estar a la altura era él. Hablé con Pablo, fue a sustituirme, cortó el rabo en la México y salió lanzado.

- Usted también hizo temporada en México.

-Fui ya entrados los 2000. Después aparecen Ventura, Andy Cartagena … Un montón de gente joven y fuerte. En 2004 y 2005 lidero el escalafón y después siempre luchando entre los cinco primeros. He liderado el escalafón muchos años.

- Con Triunfador cambió el concepto del toreo ecuestre.

-Sí. Es un caballo que marca un antes y un después en el rejoneo de una forma distinta. La escuela de Moura, de Ventura o de Hermoso era de un toreo más poderoso, de dos pistas, de cargar la suerte. Pero Triunfador era de torear con los pechos y absorber la embestida frente a todo tipo de toro. Hay caballos que lo hacen con el toro más caído, al final de la lidia, y no a todos los toros. Ahí hay un momento en que puedes con el toro toreando de adelante hacia atrás. Y eso lo marca mi caballo. Eso me lo enseña un caballo que se llama Marismeño, con el que empecé, y que me mostró el tipo de toreo que yo sentía y soñaba. Y se cumplió mi sueño porque me apareció un caballo que fue extraordinario, y coincidimos en el mismo concepto.

- Y ha seguido fiel a ese concepto soñado.

-He seguido manteniendo mi forma de torear. Me voy contento y uno de los motivos es que tengo vídeos de mi faena de 1989 en Jerez y es muy parecida a las que he hecho toda mi vida. Por el gesto, las formas de tratar al toro, el respeto al caballo y al toro. La templanza, la ejecución. Siempre le he dado mucha importancia a meter el pecho antes, a darle siempre las ventajas al toro, que las ayudas sean muy sensibles y que no se noten, que no sean bruscas, como los toques en la muleta. Lo he intentado mantener en mi equitación y en mi forma de torear.

- Pureza que hoy día llega al buen aficionado, no al público.

-Hay una cosa que un día me dijo Ángel Peralta: "Tienes una virtud: estás muy cerca del toro y el toro se siente muy lejos de ti". Toreas muy cerca pero no te tocan y al no tocarte y haciendo eso con tanta templanza, llega un punto en que parece que lo hace cualquiera. Y con mi forma de montar, de moverme poco en la montura, tratando de llevar a rajatabla todos los cánones de la equitación, que no haya movimientos bruscos… Es muy difícil, pero para uno que no lo ve parece fácil. Gracias a Dios a lo largo de mi carrera y ahora más que nunca, me lo están valorando mucho.

- Ya no se rejonea así, con usted se va una escuela.

-No una escuela pero sí una forma de torear. Siempre he oído a grandes figuras del toreo hablando de lo que era dar el pecho, reducir la embestida… La verdad siempre era el cuarteo, meter el hombro contrario y rematar. Igual que rematar el muletazo hacia atrás, era rematar la suerte hacia adentro y que el toro en ese momento estuviera el máximo tiempo templado al estribo, hacer esa curva era igual que el muletazo: lo coges delante sin tocar, le metes el pecho y lo rematas por atrás. Igual que se banderillea dando ventaja al toro, cuarteando, reuniéndote en la suerte y saliendo toreando. Era mi máxima y he sido fiel. He podido enseñar caballos al quiebro pero no sentía el toreo de esa manera. Por eso mi facilidad, que no es fácil. Al 90 por ciento de los toros que he toreado los he banderilleado a dos manos. Era porque al tener tanto tiempo al toro debajo, me daba tiempo a reunir con los brazos y poderle meter el pecho, porque lo sentía como el banderillero a pie.

- En ese concepto Jerez también tenía a Luis Domecq.

-Tenía una forma de entender el toreo muy parecida, las ejecuciones y las formas, pero yo tenía más contacto, me gustaba estar más con el toro. Me marcó mucho que su abuelo, Don Álvaro Domecq Díez, me decía que lo importante era el inicio de la suerte, tener primero contacto con el público, salir con un caballo que algo expresara, y luego que el momento de la suerte lo expresaras como tu quisieras y el remate igual. A mi me gustaba estar más tiempo con el toro. Otra cosa que aprendí de él fue no abusar ni del toro ni del caballo y que las faenas tenían que ser cortas e intensas. Casi siempre con tres caballos, y ahora incluso sacan cinco. Lo llevo a rajatabla. Nunca me habrás visto al final de una faena tocarle la testuz a un toro, ni darle muchas vueltas con el último caballo. Ese momento de respeto me ha parecido importante. Si no lo hacía había un momento en que no cortaba las orejas pero yo lo sentía así.

- Y el toro. Si es un murube de Fuente Rey, mejor.

-Mi pasión es el toro. He soñado con un tipo de embestida y he aprendido a base de haber toreado muchísimos toros, de todos los encastes. Me encantaba el Vega Villar, había toros excepcionales y he tenido muchos éxitos con ellos. De Benítez Cubero he toreado toros extraordinarios. He toreado de pablorromero y a uno le corte dos orejas en Jaén que fue un disfrute tremendo; Saltillo… Lo que sí tenía claro era el toro que yo quería y que entendía, que gracias a Dios lo hemos creado en casa y me siento partícipe de ese sueño. Soy muy aficionado a la ganadería y me encanta conocer todo tipo de encastes, otra cosa es que el mío sea mi preferido, el que yo busco. En estos 25 años me siento orgulloso por mí, por mi familia y por mi padre, de que en el 80 o 90 % de los acontecimientos importantes del rejoneo ha aparecido la B de Bohórquez.

- Un minuto de rejoneo en la plaza tienen muchas horas detrás.

-Lo más importante en el rejoneo es conocer muy bien al caballo y que el caballo te conozca muy bien. El caballo tiene muchísima memoria, guarda multitud de recuerdos de los contactos que vas teniendo con él y tienes que conocer todo eso que tiene en la memoria para que en sus momentos estresantes o malos -los caballos los tienen como las personas- te puedas anticipar para que no haya error. Eso se hace a base de trabajo y sensibilidad. Es difícil que se me vea pelear con un caballo, siempre he tratado de que vaya al toro con frescura y exprese, que vaya dominado pero fresco. Eso es trabajo y trabajo y con eso nace uno. Conocer al toro también es la clave, para poderle y para dosificar la bravura, porque a todos los toros al final se les puede, desgraciadamente, siempre. El arte es hacer que se crezca el toro, dosificarlo y sacarle su máxima expresión. Y conjuntarlo con el caballo.

- Un caballo que expresaba fue Banderín.

-Era un espectáculo, me apareció entre Marismeño y Triunfador. Después siempre he tenido caballos muy buenos de salida y muy buenos de banderillas a dos manos. En la época de Triunfador iba muy bien acompañado porque tenía a Canario, a dos manos y muy seguro matando. Era una época muy difícil porque había mucha competencia, se toreaba mucho, un rejoneador en el número 7 del escalafón toreaba 40 tardes y yo toreaba 95. No había caballos y valían muchísimo dinero. No te daba tiempo a ponerlos porque estabas todo el día toreando. Las cuadras estaban muy limitadas.

- ¿Qué caballo se llevaría a una isla desierta?

-Tengo el corazón partido. Marismeño fue como cuando la primera novia, que te marca mucho para entender muchas cosas. Marismeño me dio esa seguridad de que yo podía con el toreo que yo sentía. No era un caballo muy poderoso, pero tenía una expresión torera natural y nos entendimos a la perfección. Después aparece Triunfador, el caballo de mis sueños que me hace llegar a lo más alto del rejoneo.

- Un caballo con carácter.

-Le llamaban el Chispa, se lo compré a Manuel Delgado por eso le llaman así. Fue a enseñarme un caballo de polo en su casa y al pasar por el box vi a este. Me guiña, como que se me arranca, yo me meto en el box y me tengo que salir pero por la ventana. Pedí montarlo. Le di dos vueltas y me dio la sensación de algo distinto, me atrajo, lo compré y lo domé porque era salvaje. En los dos últimos años no me dejaba montarme. Me conocía perfecto.

- Cinco años en los ruedos para pasar a la historia.

-Fue un bombazo. Mala suerte porque se fue en su mejor momento. Estaba fortísimo y era joven. Me marcó mucho.

- En su carrera ha habido no pocas adversidades.

-Después tuve una cuadra muy buena, en el dos mil y pico: Amareto, Libanés, que también se me van de repente.

- Y superó una dura enfermedad sin dejar de torear.

-Después de morirse Triunfador, un rejoneador supercompetitivo como yo se queda sin nada. Salía a competir, con todo el mundo acostumbrado a verme a ese nivel, en un momento en el que Pablo y los demás rejoneadores estaban en un nivel altísimo. Salía con un equipo de cuarta división. Lo pasaba amargo porque me salían toros buenos y nos los podía cuajar porque no tenía caballos. Pero son cosas que me han enseñado mucho, pero todo ese estrés me afectó con mi enfermedad.

- Una lucha sorda porque usted no contaba nada.

-Nunca me ha gustado hablar de lo malo. Por eso y por mi forma de ser superé mi enfermedad: sin hablar de ello y mirando adelante. Los caballos morían de la misma enfermedad que yo, porque su aparato digestivo es mucho más débil que el nuestro. Y yo creo que fue todo un contagio porque cuando empecé a estar bien e ir para arriba, a mejorarme, que fue mala suerte, se volcó el camión viniendo de Barcelona y se me murieron cuatro caballos y se desgraciaron otros tantos. Son cosas duras.

- Ha tenido que empezar de cero varias veces.

-He empezado varias pero el público no te entiende, no sabe el trabajo que es. Me voy ahora porque estoy en un momento muy bueno, tengo una cuadra muy buena y entendía que era el momento de irme dignificando al rejoneo con la grandeza que tiene.

- ¿Y ahora qué hacemos los domingos por la tarde?

-Me apasiona el mundo del toro y voy a seguir volcándome. Mi retirada es del circuito competitivo del rejoneo. Tengo clarísimo que quiero torear algún festival donde pueda aportar algo. No sé cuando ni como pero necesito la ilusión de tener mis caballos.

- Y vivir la vida, que usted ha sido un cartujo de esto.

-No sé ni lo que es ir de puente ni de vacaciones, siempre pendiente. Ahora me apetece tener ese momento de libertad, que me va a costar, pero soy muy práctico y le pondré entusiasmo a lo que haga sin olvidar mi vida, que es esta.

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