Hacia los orígenes del toreo

Gallardo corta dos orejas, Guerrero Cortés es ovacionado y Espada, silencio

Luis Nieto

18 de septiembre 2010 - 01:00

Cuando nos enteramos de que el Ayuntamiento de La Algaba había decidido prescindir de sus espectáculos taurinos en la feria de este año, la sorpresa fue mayúscula y lo denunciamos en estas páginas. La noticia apenas había saltado a la calle y ya había malestar entre muchos algabeños. Las fiestas de La Algaba no se entienden sin los espectáculos de promoción que realiza en su recoleta plaza de carros, pero todavía sorprendía más que el Consistorio privase a los chavales del pueblo de sus populares capeas, en las que parece que el tiempo se retrotrae a hace tres siglos, justo cuando comenzaba a germinar el toreo tal y como hoy lo entendemos. Esos primeros capotazos, los quiebros, las volteretas... todos esos lances son privativos de la primitiva lidia y constituyen el sello más auténtico y personal de estas fiestas de La Algaba.

Afortunadamente, los responsables del Ayuntamiento han organizado -pese a la crisis- tres festejos que comenzaron ayer. Aquí, ante unos chavales que comienzan a dar sus primeros pasos en la tauromaquia, la crítica no cuenta. Lo que importa son las ilusiones de unos alevines que sueñan con ser toreros y de otros chavales que saltan espontáneamente para sentir una sensación única al burlar a una res brava.

El primer festejo de promoción resultó entretenido. Se lidiaron tres reses de Agustín Lunar, manejables. José Espada, de Fuenlabrada, silencio; Francisco José Guerrero Cortés, de La Algaba, ovación; y Daniel Gallardo, de La Algaba, dos orejas. Al final, se lidiaron dos becerras por los alumnos más jóvenes de la Escuela local y se soltaron hasta 10 becerras para la capea.

Como cierre, como broche de oro, saltaron decenas de jóvenes queriendo emular a los toreros en una capea en la que el ruedo se llenó de colorido, de risas, de griterío, de carreras, de todo tipo de accidentes, que dieron en su día pie a los primeros espectáculos taurinos. Ahora, en tiempos de abolición del toreo en Cataluña por decreto, conviene recordar que este espectáculo -segundo de masas de España- nació espontáneamente del pueblo. Sin duda, quienes asistieron ayer a la plaza de toros de La Algaba tuvieron el privilegio de asistir a escenas y estampas únicas que rememoraron los orígenes del toreo.

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