Siete de julio: ¡¡¡San Fermín!!!

EL REPASO

El chupinazo dominical dio inicio a las fiestas taurinas más universales que no se pueden entender sin el dios toro

Seis heridos de distinta consideración en el primer encierro de las fiestas de San Fermín

¿A Pamplona hemos de ir?

El chupinazo da inicio a las fiestas de San Fermín
El chupinazo da inicio a las fiestas de San Fermín / EFE

Pamplona arde en fiestas. El clásico chupinazo lanzado en la víspera de la onomástica de San Fermín inauguró el ciclo festivo sin poder librarse de la habitual iconografía del independentismo y la extrema izquierda que este año, además de su creciente tibieza taurina, añade pañuelos palestinos a un atrezzo que no se libra de la exaltación de los que ustedes saben. El bizarro mechero de yesca jugó una mala pasada en esta ocasión, retrasando el inicio del clásico cohetazo que tampoco pudo zafarse de la proclama de una Palestina libre que –con toda la tragedia humana que lleva aparejado el terrible conflicto- pegaba al momento como a un cristo dos pistolas.

Será una semana larga de jarana, juerga, comida, bebida y… toros. No hace falta abundar demasiado sobre lo que ya argumentábamos en el Repaso anterior. Pero si podríamos subrayar que hay un San Fermín para cada gusto –nada que ver con la imagen distorsionada que suelen ofrecer los medios- además de recordar que el toro, siempre el toro, sigue siendo el verdadero hilo conductor de esa semana inigualable que enciende la nostalgia de los que la han vivido alguna vez, sintiendo el chupinazo en su propia alma.

Espectacular imagen del primer encierro de las fiestas de San Fermín.
Espectacular imagen del primer encierro de las fiestas de San Fermín. / EFE

El encierro como precuela de la corrida

Este mismo lunes se ha verificado el primer encierro. Las reses de Fuente Ymbro, el hierro de Ricardo Gallardo, se disgregaron provocando una carrera llena de lances de todos los gustos. Seis heridos se marcharon en ambulancia. La fiesta seguía, como siempre fue. Pero conviene recordar las veces que haga falta que la bajada matinal de las reses no es un fin en sí mismo sino la precuela de la corrida de toros vespertina que convierte el coso pamplonica –construido con los mismos planos de la efímera Monumental de Sevilla- en una impresionante olla a presión.

El olvido intencionado de la corrida de la tarde –la de Fuente Ymbro será estoqueada por Perera, Talavante y Luque- según qué medios y corrientes ya se ha convertido en otro clásico de unas fiestas que muchos usan para intentar colocar su mercancía averiada. Al personal, metido en harina y vino, le importa un bledo. La fiesta siempre se impone.

El caso es que antes de que sonara el controvertido chupinazo ya se habían producido algunas noticias taurinas de calado. La primera, la constatación de encontrarnos con un torero de futuro, el novillero maño Aarón Palacio –pasó por Sevilla cortando dos orejas- que marcó en Pamplona muchas diferencias por más que fuera premiado cicateramente por un palco rigorista. El zaragozano ya tiene anunciada su alternativa en la feria de la Vendimia de Nimes. Adelante…

Al día siguiente, en la misma fecha del célebre cohetazo, llegaba la correspondiente cuota ecuestre organizada por y para la exaltación de Guillermo Hermoso de Mendoza que ha sucedido a su padre en la veneración de los navarros. El vástago cortó tres orejas y un rabo pero el triunfo vuelve a quedar empañado y minusvalorado por la ausencia pertinaz del verdadero número uno de la especialidad –hablamos de Diego Ventura- que sigue brillando por su ausencia en demasiadas plazas del norte. La competencia no sólo es atractiva; también es muy necesaria en un momento delicado para el toreo a caballo, ayuno de figuras y verdaderos alicientes. Y parte de la culpa la tiene el papá de la criatura…

En la muerte de Rafael Peralta

Una cosa nos lleva a la otra, recordando el sentido homenaje que el propio Ventura, criado en el Rancho El Rocío, dedicaba a Rafael Peralta, el otro centauro de La Puebla, que falleció el pasado viernes. No se puede hablar de Rafael sin nombrar a su hermano Ángel. Juntos marcaron una época del rejoneo y abonaron el primer boom de la especialidad a comienzos de los 70 poniendo los cimientos organizativos de una especialidad que salió de la anécdota y la marginalidad para convertirse en un plato imprescindible –ahora en peligro- en el circuito de las ferias y las fiestas del circuito taurino.

Ya se ha contado aquí mismo: el cartel de los Cuatro Jinetes del Apoteosis –con Álvaro Domecq Romero y José Samuel Lupi- forma parte de la memoria doméstica de un país mucho más desenfadado y libre que la España que se asoma al segundo cuarto del siglo XXI. Rafael fue una persona de desbordante simpatía, de personalidad exuberante que entendió el mundo desde la silla de un caballo en los horizontes infinitos de la Marisma que él llegó a conocer casi virgen, antes de que llegara el imperio del arroz a las tablas de la Puebla del Río, ese pueblo de artistas que le había declarado hijo predilecto. Rafael Peralta, el otro centauro, ya descansa en paz volviendo a hacer bueno el epitafio de Cúchares: “dichoso aquel que fuera llorado sin dejar en la tierra un enemigo…”

Más cosas que hablar y contar

Están a punto de salir los carteles del Puerto, –la concesión de la plaza se ha demorado sin sentido- aún faltan los de Almería y ya tenemos los de Huelva y Málaga para redondear esa gran feria del litoral andaluz que marcará el mes de agosto como en un inmenso ciclo taurino que comenzará con las Colombinas en las orillas atlánticas y se prolongará sucesivamente, antes de cambiar de mar, en la Plaza Real del Puerto para terminar bañándose en aguas mediterráneas en los ciclos que se bendicen con las advocaciones marianas de la Victoria en Málaga y la Virgen del Mar de Almería.

Es el hilo argumental en clave andaluza de un verano taurino que, en Sevilla, se vive pendiente de esos festejos de promoción que dan carácter a las noches de los jueves de julio. En el primer pase, la pasada semana, anotamos una oreja sin demasiada trascendencia en medio de una tropa de aspirantes con demasiadas carencias. El segundo festejo, al menos sobre el papel, tiene otros alicientes. Se presentan en la Maestranza el novillero cordobés Manuel Quintana y el sevillano Javier Torres Bombita, que ya tienen ambiente propio y personalidades contrastadas. Hay otro sevillano en el cartel, Miguel Vázquez, y la Escuela del Patronato Provincial de Tauromaquia de Badajoz también aporta un alumno, David Gutiérrez. Cuidado…

stats