Toreros que se van, vienen y están
Este segundo cartel de la Feria era, a priori, el menos atractivo de los programados. Pese a ello, se puso el cartel de no hay billetes. Qué lejos quedan ya aquellas ferias de San Miguel con solo dos corridas y, en la plaza, el abono y poco más.
Talavante poco pudo hacer con los dos toros que le tocaron en suerte. Posiblemente, el peor lote. Pasó por el coso maestrante sin pena ni gloria. El primero no obstante, inválido, tuvo mucha calidad en la muleta. En otros tiempos, ay esa mano izquierda, otro gallo hubiese cantado, pero hace ya mucho tiempo que el toreo de Talavante se ha vuelto mecánico y previsible, muy alejado de aquel torero que sorprendió en sus primeros tiempos. Porque, sabiendo que el tiempo se va, ¿vuelven los toreros? No lo sé, quizás Matilla tenga la respuesta.
Luque, por el contrario, está en su mejor momento y se le nota. Domina la técnica y eso le permite hacer faena a muchos toros. En su primero, noble pero, como toda la corrida, ayuno de fuerza, inició la faena en el tercio con unos ayudados por bajo rodilla en tierra para continuar, a media altura, ya en la segunda raya y rematar, ahí sí, con un cambio de manos bajas hondo y profundo donde el toro, humillado, se entregó. Con la izquierda el toro, falto de fuerzas, protestó. Remató la faena con unas efectistas luquecinas para matar de una estocada y dos descabellos que posiblemente le privaron de la oreja. Con su segundo cortó una oreja tras una faena al natural a un toro distraído de salida, inválido, que desarrolló mucha nobleza en la muleta en unas series de manos bajas, lentas y profundas. Es difícil torear estos toros, nobles e inválidos, hay que tener mucho temple en la muñeca, el que solo tienen los elegidos, los que están y todavía no se van. ¡Cómo me acordé de Talavente y su mano izquierda!
Borja Jiménez viene y, poco a poco, se va consolidando entre las figuras. Poco pudo hacer en el sexto, un toro bronco y con genio. En su primero inició la faena en los medios con un pase cambiado ligado con naturales a media altura para a continuación torear en redondo bajando más la mano. El toro, más que bravo, bravucón, protesta y obliga al torero a seguir toreando a media altura, alargando innecesariamente la faena, para rematar con unos ayudados por alto en el tercio y matar al toro de una estocada perfilándose muy largo y saltando en el embroque. La faena fue correcta, si bien no pudo ir a más dadas las condiciones del toro. Estuvo animoso y dispuesto Borja, como corresponde al torero que viene y quiere estar. Todo llegará.
Se guardó un minuto de silencio por el caballero Rafael Peralta. Descanse en paz, jinete.
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