Qué buen torero es Daniel Luque
El de Gerena, poderoso y enciclopédico, se inventó una faena en el quinto y cortó la única oreja de la tarde
El presidente dejó sin premio a Borja Jiménez y Alejandro Talavante pasó sin pena ni gloria
Tres casos distintos para una tarde de entretiempo
Nuevamente la plaza a reventar en la confirmación de una Feria de San Miguel proyectada con pies y cabeza y el cartel de no hay billetes que ni se sabe cuántas veces se colgó en una temporada tan especial para empresa y propiedad de la plaza de la Real Maestranza, pero de nuevo una expectación no correspondida. La mala respuesta se debió al mal juego de un hierro tan prestigioso y demandado como es el de Garcigrande, pero considerando que toda corrida de toros tiene muchas teclas vamos a intentar explicar algunas de ellas.
Por ejemplo, me sorprendió negativamente cómo ese buen aficionado que es Fernando Fernández Figueroa no atendió la petición de una oreja de Arrocero para Borja Jiménez. El de Espartinas cierto es que hizo una faena que fue a menos aun estando siempre muy por encima de las condiciones de su enemigo. Fue descendiendo, sí, pero lo mató y el público pidió la oreja casi por unanimidad, por lo que resulta inexplicable que Borja se quedase sin tocar pelo. Y el público se sintió defraudado y abroncó con fuerza al usía.
Fue éste el vértice negativo de una tarde llena de aristas y así vimos cómo Alejandro Talavante, que ha rentabilizado bien este año su Puerta del Príncipe en el pasado San Miguel, estuvo sin estar del todo. Seguro que fue desfondándose viendo el juego de su lote, que incluso llegó a brindar el cuarto a la plaza. Pero desangelado con el capote cayó en el peor defecto que puede caer un torero de su nivel. Y es el de aburrir al tendido con una insistencia que no tenía sentido. Su primero, Cazagenios, se acabó muy pronto, pero Alejandro seguía y seguía poniéndole la muleta en el hocico a sabiendas de que el animal era lo más parecido a un semoviente. Con Borracho, el cuarto, más de lo mismo a pesar del brindis a la plaza como muestra de sus intenciones, pero la tarde se le había ido y para qué tanto insistir.
Qué buen torero es Daniel Luque. Qué faena se sacó de la manga con un toro al que Daniel le vio un buen fondo por muy escondido que lo tuviera. Fue con el quinto, Olvidado, al que fue metiendo en el canasto para inventarse una faena en la que sólo creyó él. Primero toreó para el toro con el capote, luego ordenó que parase la música y, muletazo a muletazo, compuso una faena primorosa. Oreja de peso cuando en el primero de su lote, de nombre Brioso, ya había estado por encima del toro, pero el descabello le privó de cortarle una oreja.
Borja Jiménez se fue de vacío de forma absolutamente inmerecida. Hemos contado que en su primero vio cómo el palco le birlaba una oreja tras una faena en la que todo lo puso él. Mucho y bueno fue lo que aportó aunque cayese en el defecto de amontonarse en los pitones de Arrocero, un manso con movilidad al que, tras brindar su muerte a la plaza, le hizo un inicio pleno de torería y emotividad con pases cambiados por la espalda para proseguir con una tanda al natural formidable. La plaza estaba entregada a Borja pero surgen unos claroscuros que van difuminando la faena para remontar en un final de entrega y torería y matarlo por todo lo alto. En el que cerró plaza y en medio de una incomprensible polvareda intentó que Siciliano se entregase, pero el morlaco se negó rotundamente. Y hoy, Morante-Roca, duelo al sol en la alternativa de Javier Zulueta.
Ficha de la segunda corrida de toros de la Feria de San Miguel
Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería Ganadería: Toros de Garcigrande de desigual presentación y generalizada falta de casta y fuerza. TOREROS: Alejandro Talavante, de verde oliva y oro con cabos negros, silencio en ambos. Daniel Luque, de azul marino y oro, aviso y saludos en el primero y una oreja en su segundo. Borja Jiménez, de visón y plata, fuerte petición de oreja y vuelta al ruedo en el tercero y silencio en el que cerró plaza. INCIDENCIAS: Tarde nublada y lleno con cartel de ‘no hay billetes’. Al finalizar el paseo se guardó un minuto de silencio en memoria del rejoneador y ganadero Rafael Peralta.
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