Entre Robin Hood y el Quijote

Júnior en el palco y Almeyda en el banquillo se desgastan en torpes papeles reivindicativos

Bienvenido a España, señor Almeyda

Del Nido Carrasco y Castro, junto a Florentino Pérez.
Del Nido Carrasco y Castro, junto a Florentino Pérez. / Ballesteros / Efe

22 de diciembre 2025 - 21:03

ROBIN Hood lo encarnaron con aire épico Errol Flynn o Kevin Costner, entre otros. Pero en ese traje, que además suele ser verde, no entra José María del Nido Carrasco, a quien nadie sigue detrás cuando abandera una pretendida causa justa en el fútbol español. Quiso ser adalid ante el Barcelona declinando su asistencia institucional al palco azulgrana y cuando miró a los demás clubes parias, todos bajaron la cabeza, que luego hay que mendigar cesiones, por ejemplo, y no conviene llevarse mal con el señor feudal.

Cada vez que el realizador pinchaba la cámara que apuntaba al palco del Bernabéu el pasado sábado, parecía que Florentino tenía a su izquierda un busto, como el que le pusieron al padre de nuestro protagonista en aquel derbi loperiano. Antes de empezar el partido, el presidente madridista llegó y se sentó sin mirar a su colega ni de soslayo. Y así todo el partido. Y mientras, Júnior con el mentón más rígido que la cintura de Marcao.

Si el Sevilla no tenía predicamento cuando era alternativa a los colosos, allá por 2007, bajo el discurso vehemente de Del Nido padre, no lo va a ser hoy, que es un club que achica agua y mira para abajo a ver lo que hacen el Levante o el Oviedo.

Y en el banquillo, tanto de lo mismo. Almeyda es definitivamente un Quijote de acento porteño que lo mismo se relía en su discurso tras comprobar que también las asistentes pueden ser excesivamente autoritarias, que no sabe asimilar que el arbitraje que su equipo sufrió en el Bernabéu es el que siempre ha existido en el fútbol español, por los siglos de los siglos. Quienes vimos el pisotón del ya amonestado Rodrygo al tendón de Aquiles de Marcao sabíamos que no lo iba a volver a amonestar ni en sueños. Todos, menos ese Quijote argentino que se está perdiendo en su ingenuo discurso revolucionario, que tanto está señalando a su equipo ante un colectivo, el arbitral, para el que es fácil darle patadas al Madrid en el culo... del Sevilla, al que le llueven las tarjetas como si las esparciera Baltasar en la cabalgata.

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