Curros sin churros: el local cuyo nombre engaña a medio barrio
En la Calle Correduría hay una cafetería que causa confusión: se llama Curros, pero todo el mundo lee churros. Y aunque aquí el café es excelente, el error ya es parte del encanto
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A simple vista, el cartel parece anunciar churros recién hechos, pero basta entrar para descubrir que en Curros no se fríe nada. El nombre viene del dueño, Curro, y no de ningún antojo matutino. Aun así, cada día llegan varios clientes preguntando por porras o churros, algunos con decepción y otros entre risas.
El equipo ya se lo toma con humor: "Solo por la mañana vienen cuatro o cinco personas buscando churros", cuentan. Por limitaciones del edificio no pueden instalar máquinas de fritura, así que se conforman con servir cafés, panes, pasteles y una irresistible palmera de Halloween.
Algunos clientes habituales confiesan que ya disfrutan viendo el malentendido repetirse. Y es que en Curros no hay churros, pero sí algo mucho mejor: un lugar donde el buen humor se sirve con cada taza.