Vivir en Sevilla

Alto secreto

El equivalente masculino del wonderbra llegó a España, más concretamente a Sevilla, gracias a Andrés Ferreras hace más de dos décadas. Zapatos de Masaltos.com elevan la estatura del señor que los calce hasta siete centímetros con el aliciente de que tanto la empresa como la estética del calzado guardarán el secreto. Entre sus 80.000 clientes repartidos en 88 países de los cinco continentes figuran artistas, deportistas, empresarios y políticos. Nombres como el de Andy García, Nicolás Sarkozy, Tom Cruise, Alejandro Sanz, Luis Miguel, Elton John o José María Aznar se encuentran en esa lista vox pópuli, aunque la firma no desvela el nombre de sus compradores. Ferreras, fundador de la marca y ex director general, cede el testigo de la compañía a Antonio Fagundo y sus planes de consolidación y búsqueda de nuevos públicos. 

Probablemente, en los más de 20 años de trayectoria de Masaltos.com, el presentador Pablo Motos sea el único cliente que ha confesado que usa estos zapatos. Un calzado de piel que incorpora una cuña en el interior imperceptible estéticamente y que asegura la discreción que estos clientes valoran. Andrés Ferreras llegó a Sevilla desde Alemania a principios de los 90 y trajo con él la idea de comercializar estos zapatos: habituales en el país germano y en Italia, pero que no contaban con ningún productor en el territorio nacional. A pesar de la mala fama que tenía la venta por catálogo, éste fue el método que eligió para sus inicios, ya que esta fórmula asegura la privacidad y el anonimato de cliente, un valor imprescindible en este negocio. Aunque "sorprendía gratamente a cada comprador con cada pedido", según recuerda Ferreras, no podía beneficiarse del boca a boca: "No es habitual que el señor cuente a sus amigos que lleva este calzado". Así que pensó en anunciarse en revistas aéreas que se distribuían en Iberia, lo que le otorgó público no sólo en España, sino también en Latinoamérica: "Pensé en el lector cautivo, el del avión y el tren para anunciarnos". Y en el 94 abrió la primera web, un portal que hoy presume de ser de los pioneros en el comercio electrónico andaluz. 

"Producto, servicio y precio" es, según este empresario natural de Cofiñal, en León, el tridente de su éxito. Internet ha sido prácticamente desde los albores de la empresa uno de sus mejores aliados, pero Andrés Ferreras avisa de que la red no es la panacea, sino creer en el proyecto y "construir la casa siempre desde abajo". Su modelo empresarial es motivo de estudio y hasta puede contar que una de las becarias internacionales que pasó por la compañía sevillana realizó una tesis sobre el mismo. 

Aunque es un referente del comercio electrónico -fue la primera empresa española que entró en Amazon-, la firma también mantiene la venta por catálogo -imprime unos 25.000 cada temporada- y una tienda física en la calle Feria, donde se mantiene la intimidad del cliente gracias a una galería de cristal tupido, y que sirve como sede central de la compañía y de su plantilla de once trabajadores. Desde Sevilla se envían los 15.000 pares que cada año facturan, una cifra que sigue aumentando y que el nuevo director general Antonio Fagundo, abogado de profesión y vocación, quiere mantener e incluso doblar. Por ejemplo, dirigiéndose a más perfiles de clientes: "Estos zapatos pueden corregir dismetrías de forma discreta y estética, además, son especialmente beneficiosos para culturistas y practicantes de la halterofilia", explica Fagundo. 

Hoy, la firma sevillana exporta a 88 países, entre ellos, se ha establecido recientemente en Japón. Su gama de productos ha evolucionado con los años adaptándose a las tendencias y los gustos de los consumidores, pero también a sus necesidades. Como detalla Fagundo, "los clientes quieren ser altos en todo momento", por eso, fabrican desde sandalias hasta zapatos más deportivos, sin olvidar a los clásicos. Entre los más vendidos, están los modelos de ante tanto en su versión formal como más casual y abotinada, y los de charol, que se venden sobre todo para eventos: "Éstos se los llevan muchos novios que habitualmente no los usan, pero que el día de la boda saben que la novia se va a poner un taconazo y no se quieren quedar bajitos". 

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