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Vivir en Sevilla

Navegar por los sentidos

  • Barbadillo, Cruceros Torres del Oro y Gastropass organizan 'Catas Sensoriales por el Guadalquivir'

Es una suma tan simple como eficaz, rotunda: buen vino, más gastronomía de alto nivel, más buena música en directo, más un entorno bellísimo, como es el que ofrece Sevilla desde su río. Esos cuatro factores en sintonía conforman una seductora oferta que ayer tuvo su puesta de largo en el barco Luna de Sevilla, bajo un apacible cielo de nubes entrecortadas, un clima casi primaveral y el Guadalquivir como un plato.

La iniciativa se denomina Catas Sensoriales por el Guadalquivir y la impulsan Bodegas Barbadillo, Cruceros Torre del Oro y la guía gastronómica Gastropass -pionera en Sevilla, se expande ya por Córdoba y Granada-. En principio, para esta primera cata de vinos de la tierra de Jerez, había previsto un cupo de 50 inscritos. Tal fue el interés que despertó que se amplió la acogida hasta 70.

El enoturismo disfruta de un imparable auge. Las bodegas españolas han visto un filón en ese turista de perfil hedonista que quiere beber buen vino, sí, pero también pisar la tierra, respirar el aire y hasta paladear los productos de la tierra que da esos magníficos caldos. Una explosión de los sentidos en la que la vista juega y mucho. Y disfrutar de una buena copa de manzanilla o palo cortado con la calle Betis a un lado y el Paseo de Colón a otro, o la silueta de la Catedral y la Giralda al fondo, desde el Puente del Centenario, es una inolvidable experiencia. Los turistas que van a Estambul se enamoran de ella cuando surcan el Bósforo. Allí, a cubierta del barco, toman uno de los mejores yogures del mundo.

En este caso, se trata de maridar la mejor gastronomía de la tierra con esos vinos inigualables del marco de Jerez. Condujo la cata José Joaquín Cortés, uno de los mejores sumilleres de España. Nariz de Oro 2012, entre otros reconocimientos.

Bodegas Barbadillo -una de las diez empresas más añejas de España, en manos familiares desde 1821 y que posee más de 500 de las 7.000 hectáreas del marco de Jerez y Sanlúcar- regó a los participantes en la cata con manzanilla, amontillado, palo cortado y oloroso. Cada copa, con su maridaje en la mesa. Y con un fondo musical acorde: guitarra y violín para guajiras, tangos, granaínas y bulerías.

"Cada vez que coincido con Ferran Adrià, siempre me dice lo mismo, que no sabemos lo que tenemos en el Sur, y cuando voy por el mundo cargado de vinos españoles, la gente suele quedar gratamente impresionada con el vino de Jerez", comentó José Joaquín Cortés durante la cata.

La manzanilla Solear -siete años de crianza- maridó con el jamón ibérico de bellota. Armoniosa salinidad "que no se debe a la proximidad con el Atlántico, proviene porque los terrenos de esas vides, hace miles y miles de años, estaban cubiertos por el mar", describe Cortés. Luego, el amontillado casa con una extraordinaria anchoa de Laredo. "Es el más elegante del marco de Jerez, pero ha perdido hoy algo de vigencia. Si nos llevamos la copa a la nariz, nos vienen notas de mermelada de naranja". Y así es. Cortés tiene una sensibilidad especial. Y además la transmite. Más tarde, palo cortado con queso de cabra payoya. Y para acabar, oloroso con helado de mandarina, nueces, guindilla. Los asistentes navegaron por Sevilla. Y por sus cinco sentidos.

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