Cierra la Cervecería Internacional en Sevilla por jubilación de la dueña

Se inauguró en 1987 y llegó a tener hasta 300 referencias cerveceras de todo el mundo

Degustaciones, cata de vinos, zambombas y otras actividades en este pueblo de Sevilla que celebra el Día del Jamón

Fachada de la cervecería Internacional con el cartel del cierre por jubilación
Fachada de la cervecería Internacional con el cartel del cierre por jubilación / Antonio Pizarro

Con el cierre la cervecería internacional se va un trocito de la historia del centro de Sevilla. La ciudad son sus bares, pero por la historia que tienen detrás de encuentros, momentos y celebraciones. Esta vez la jubilación de Antonia Moreno, la señora que más ensaladilla ha removido en toda Sevilla y que atesora una de sus mejores recetas no sólo de este plato, sino también de las fabes o de los garbanzos con bacalao, ha hecho que el 1 de noviembre fuera un día triste para los cerveceros que en Sevilla son y que van más allá de los territorios de Gambrinus. Ese día echaron las persianas en la calle Gamazo y rebrotaron los recuerdos en muchos de los que comenzaron a probar la Judas Priest o las birras trapenses por finales de los 80 y principios de los 90 del siglo pasado en un local donde antes de que alguien inventara el término glocal, ya existía aquí. Lo internacional estaba en la cerveza y lo local en la cerámica trianera que lo decoraba, en su sempiterna ensaladilla con gambas y en unos garbanzos que quitaban el sentido ya fueran acompañados de bacalao o salpicados en el menudo.

Antonia Moreno se merece una jubilación con todos los honores después de haber removido diariamente 15 kilos de ensaladilla, hasta 30 en Semana Santa. Su padre abrió el local de la calle Gamazo en 1987. Era Francisco Moreno, de la casa Moreno. A él le gustaban las conservas y comenzó a venderlas. Enn torno al año 1992, según explica su hijo Antonio Márquez Moreno, pensaron en tener cervezas de diferentes países para que los extranjeros que iban a llegar para la Exposición Universal de 1992 tuvieran en Sevilla un sitio donde beber las birras de su tierra. Esta cervecería era en principio para que la llevaran sus hijos, pero finalmente, quien se hizo cargo fue Antonia y su marido, Antonio Márquez. El matrimonio se convirtió en expertos en cervezas y, en un momento donde los negocios se hacían cara a cara y feria a feria, con intercambio de tarjetas y no de whatsap.

Porque para que estos 37 años de éxitos y bar lleno a cualquier hora hayan dejado siempre un buen sabor de boca, ha habido mucha apuesta por el producto. "Mi madre iba a Huelva a por las gambas, escogía las mejores patatas, siempre dice que lo importante es cuidar el producto. Fíjate que mi abuela le dijo que no hiciera ensaladilla para el bar porque eso tenía mucho trabajo", recuerda su hijo Antonio. Menos mal que Antonia no hizo caso a su madre.

Con el paso de los años llegaron a tener hasta 300 referencias. "Había belgas que se sorprendían de que en Sevilla tuviéramos tantas marcas de trapense, algunas muy exclusivas", explica Antonio.

En cualquier caso, ahora mismo sólo han cerrado por jubilación. "En realidad mi madre estaba medio jubilada desde hace dos o tres años, pero la falta de personal de hostelería que sea profesional y que mantenga nuestra forma de entender el negocio nos ha llevado a cerrar", explicó. En cualquier caso, en un futuro cercano no se plantean ni el traspaso ni la venta. Por ahora, es tiempo de madurar decisiones para que, como la cerveza, se mantenga la esencia sin perder el sabor.

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