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El poder de la ilusión

  • Más de 200.000 personas se concentran en las calles de Sevilla para seguir la comitiva el Heraldo de los Reyes Magos

  • El embajador ha rezado y ha realizado una ofrenda ante Jesús del Gran Poder antes de pasar por el Ayuntamiento 

El Heraldo visita al Gran Poder y recorre las calles de Sevilla

El Heraldo visita al Gran Poder y recorre las calles de Sevilla / Juan Carlos Vázquez

Cualquiera que hubiera pasado la mañana de este sábado escuchando el debate de investidura o sus ecos antes de echarse a las calles de Sevilla para buscar al Heraldo de los Reyes Magos habrá tenido la sensación de haberse desplazado entre dos mundos paralelos. Como Stranger Things, pero a la inversa. O a una “dimensión diferente”, como explicaba Pilar, una vecina de la calle San Luis que junto a la entrada de la Basílica del Gran Poder esperaba sola –otros años había llevado a su ahijado– al embajador que debe pedir las llaves de la ciudad al alcalde para que Sus Majestades de Oriente puedan entrar y recorrerla este domingo 5 de enero, con su Cabalgata.

El nuncio ha visitado de forma novedosa al Señor de Sevilla, por el 400 aniversario de la talla que realizó Juan de Mesa y en reconocimiento al compromiso de la hermandad hacia los barrios de la ciudad y sus niños, los grandes protagonistas de estos días, coincidiendo con la efemérides.

Frente a los fatuos pronósticos y los insultos que se sucedieron en el Congreso de los Diputados, su paseo por Sevilla se convirtió en una burbuja de expectativas. Esa otra dimensión de la tarde se reflejaba en la imagen de los niños que, de nuevo y como si les fuera la vida en ello, blandían cartas aupados donde podían o extendían los brazos para alcanzar a beduinos de tez tintada que se las recogieran y se las cambiaran por chucherías y peluches. Se reflejaba también en los mayores, sobre todo en los abuelos, emocionados con otra víspera.

El acto ha congregado a más público, al caer en un fin de semana y sin lluvia

Pero la burbuja también tiene que ver con cosas más prosaicas, como el que una de las músicas más celebradas fuera la adaptación que la Agrupación Virgen de los Reyes, que abría el cortejo, hizo de la sintonía de un anuncio en el que una niña ve elfos, hasta no hace tanto ajenos del todo a la tradición navideña andaluza. "Sí, lo es; sí, lo es...", coreaba el público con alborozo, divertido.

Una multitud se echó a la calle para seguir al heraldo. Una  multitud se echó a la calle para seguir al heraldo.

Una multitud se echó a la calle para seguir al heraldo. / Víctor Rodríguez

"Es bueno que la gente tenga ilusión y alegría", disculpaba Pilar –que ha seguido al Heraldo cuando apenas se conocía o en los años en los que caían "chuzos de punta"– la sintonía y el que la bulla o las masas se hayan apropiado también del recorrido de este embajador.

Este sábado, su visita ha sido especialmente populosa. Según fuentes municipales, a lo largo del puñado de calles que recorrió desde Orfila hasta el Gran Poder y, luego, hasta el Ayuntamiento y a la vuelta, se congregaron unas 200.000 personas.

Es sábado y la tarde resultó espléndida tras un día mucho más frío, lo que desplazó a cientos de personas desde los barrios y desde esos pueblos que han crecido con los barrios de Sevilla. Casi como si se tratara de la Cabalgata. La mayoría aseguraba que también mañana se acercarán a verla. Se complementan.

Abría la comitiva la agrupación musical Virgen de los Reyes y la cerraba la de Nuestra Señora de la Victoria, de Arahal

Las miradas estaban puestas en esa Plaza de San Lorenzo que iba a visitar el Heraldo, encarnado esta vez en Manuel Ramos, empresario hostelero y mayordomo del Gran Poder, aunque el acto con la hermandad fue iniciativa del propio Ateneo, la Docta Casa que organiza la Cabalgata de Reyes Magos de Sevilla desde 1918.

Los primeros beduinos que pasaron ante la Basílica lanzaron caramelos al aire casi con timidez. Pero alguno se atrevió a atravesar el umbral sagrado, símbolo de recogimiento y penitencia. El Heraldo bajó de Fandango –su caballo, un ejemplar hispanoárabe de color castaño, de menor porte de los que montaban sus ayudantes, pero tranquilo– antes de la hora prevista. No habían dado las cinco y media.

Dentro se vivió un momento singular. Íntimo. Hubo una ofrenda a Jesús del Gran Poder. Y una oración. La dirigió el Obispo de la Seo de Urgel, Joan-Enric Vives, que había oficiado el tercer día de Quinario. Se pidió por los niños. Especialmente, por los niños enfermos y por los que sufren privaciones.

La hermandad obsequió al Ateneo con un precioso grabado, obra de Daniel Bilbao, de 2015, y el Heraldo recibió un alfiler con la silueta del Señor del Gran Poder, que colocaron junto al penacho, en su turbante. A pocos metros, entre los bancos, alguien en encontró un diminuto zapato, marrón de cordones. La hermandad iba a guardarlo, por si aparecía su dueño, que tendrá una historia que contar de por vida: extraviar un zapato, la víspera de Reyes Magos, ante el embajador de Sus Majestades de Oriente y el Señor de Sevilla.

Más allá de eso, apenas hubo tiempo para algunas fotos con miembros de la hermandad dentro del templo y otros, como César Cadaval, el Moranco, amigo personal de Manuel Ramos, que intentaba ejercer de abuelo con su nieta, de año y medio, a la que acercaba a los beduinos y animaba a bailar, en la medida que se lo permitían los saludos, las fotos que le pedían y los periodistas.

Porque, más allá del protocolo, en el Arquillo del Ayuntamiento de Sevilla con el alcalde, Juan Espadas, entregando las llaves de la ciudad, o ante el Señor del Gran Poder, la intensidad estuvo en las calles y en cómo la ilusión por la venida de los Reyes Magos impregna todo y a tantas familias diferentes.

Como a Pilar, que observaba al Heraldo, junto al Gran Poder, al que había visitado también el día previo, “en un año en el que hace falta mucha esperanza, rezar mucho para que vean la luz nuestros gobernantes”. Como José Luis, un bancario jubilado y veterano sindicalista de CCOO, que se había desplazado desde San Diego con su nieto de seis años, Pablo, y su sobrino-nieto Sergio, de 9, a las mismas puertas del Ateneo de Sevilla.

Estaban allí casi una hora antes de que saliera el Heraldo y el abuelo aprovechaba para leer las cartas de los chicos: “Deseo y creo en vosotros, os pido un beso y un abrazo”, decía la del más pequeño, que explicaba después que se debe pedir algo que valga dinero y otra cosa que no cueste nada. La lista de Sergio era más larga e incluía varios videojuegos (Fifa 20, Fornite...), un balón de la Champions o una camiseta del Sevilla y otra del Barcelona, “la de cuadros”. Lo que intenta separarse, lo une la afición de un niño.

Niños depositan sus cartas en la carroza del emisario. Niños depositan sus cartas en la carroza del emisario.

Niños depositan sus cartas en la carroza del emisario. / Juan Carlos Vázquez

Inquietos, Sergio y Pablo se recostaban en la acera. “Los niños se portan siempre bien, los que metemos la pata somos los mayores”, señalaba el abuelo al ser preguntado sobre si aguantarían la espera. Poco más adelante, Silvia, vecina de la Macarena, pedía prestado un bolígrafo, para anotar su teléfono en la mano de Isaac, su niño de 5 años, que en la carta que quería entregar al Heraldo para los Reyes Magos pedía una bicicleta y un reloj con GPS, aunque las siglas le bailaran y tuviera que ser la madre la que aclarara el regalo deseado.

El recorrido de la comitiva hacia San Lorenzo ha permitido ver colocados, bien a la vista, “zurrones para beduinos” en el escaparate de Pichardo; pasar ante la parroquia de San Andrés, con el recuerdo a Valdés Leal y el contraste de la alegría de la jornada con su pintura y su obsesión por la fugacidad de la vida. El Heraldo también pasó por la casa natal de Bécquer, el poeta al que la ilusión llevó a la melancolía.

El Herald,o, en la Plaza del Duque. El Herald,o, en la Plaza del Duque.

El Herald,o, en la Plaza del Duque. / Juan Carlos Vázquez

Otros muchos apenas lograron ver al heraldo de lejos, al pasar Plaza del Duque o por Plaza Nueva, donde se concentró también muchísimo público. La mayoría no necesitó más. El poder de la ilusión puede con casi todo y también lo ha logrado este sábado. 

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