La Catedral de Sevilla es el templo cristiano más importante de la ciudad, además de ser de interés turístico es el sitio de descanso de múltiples figuras históricas, como las siguientes:

De reyes, arzobispos y filántropas

En la Capilla Real de la Catedral de Sevilla, a los pies de la Virgen de los Reyes se encuentra la tumba del rey y santo que se convirtió en el patrón de la ciudad: Fernando III de Castilla. Este monarca es recordado en Sevilla por la conquista de la ciudad, que hasta entonces estaba bajo dominio musulmán del caíd Axataf. Su esposa, Beatriz de Suabia también está enterrada en la Catedral.

Los restos del hijo de la pareja, el rey Alfonso X el Sabio, también reposan en la Catedral. Este rey es bien recordado por su labor intelectual que trascendió su tiempo y por su aportación a la astronomía se le recuerda con un cráter lunar que lleva su nombre.

Otros reyes, como Pedro I de Castilla está también enterrado en la Catedral. Este rey, conocido como el 'Cruel' es protagonista de varias leyendas en la ciudad.

También hay miembros del clero enterrados en la Catedral, como el arzobispo Gonzalo de Meno, fundador de la Cartuja sevillana o el cardenal Juan de Cervantes, el primer cardenal que nació en Sevilla.

Los restos de Cristóbal Colón, Almirante de Castilla y cartógrafo que llegó a América y dio comienzo a la conquista castellana del continente también se encuentran en la Catedral. Llegaron al templo sevillano después de pasar por el Monasterio de Santa María de las Cuevas, la iglesia catedral de Santo Domingo y La Habana. 

En la Catedral también reposa Hernando Colón, hijo de este último. Acompañó a su padre e uno de sus viajes a América. Fue bibliógrafo y cosmógrafo y escribió Historia del Almirante, en la que cuenta la vida y los viajes de Cristóbal Colón.

Una mujer ilustre cuya tumba también se encuentra en la Catedral es doña Guiomar Manuel. Esta mujer fue hija de un mercader adinerado y es recordada por su devoción religiosa y las donaciones que hizo para mejorar la ciudad y las condiciones de vida de los sevillanos más desfavorecidos. Su dinero se usó para pagar los ladrillos del empedrado de la calle Sierpes o de las plaza de San Francisco y del Salvador, además del Patio de los Naranjos.