La calle Hombre de Piedra es una de esas calles sevillanas que se caracterizan por tener un nombre especialmente particular y basado en una leyenda. Aunque no son pocas las calles de la ciudad que reciben un nombre de este estilo.

¿Por qué recibió el nombre de Hombre de Piedra?

Uno de los motivos por los que esta calle del barrio de San Lorenzo recibe este nombre se encuentra a plena vista: los restos de una estatua pueden verse empotrados en una de las paredes de la calle. En torno a esta estatua hay una leyenda que se remonta al momento en el que se encontraba vigente una ley del siglo XV, que dice que toda persona debía arrodillarse ante el paso del Santísimo Sacramento.

La leyenda cuenta que en la zona cercana a la calle del Buen Rostro (el nombre que la calle Hombre de Piedra recibía por entonces), había una taberna. Los que allí se encontraban salieron a la calle al oír los rezos del Santísimo Sacramento, que se encontraban de camino para dar la extremaunción a un enfermo, y se arrodillaron ante la comitiva. 

Solo uno de los hombres no lo hizo, uno que era conocido como Mateo 'el Rubio'. Como acto de rebeldía no se arrodilló como marcaba la ley, sino que se burló de aquellos que lo hicieron. Sin embargo, fue lo último que hizo puesto que la leyenda dice que un rayo cayó sobre él, convirtiéndolo en piedra y hundiéndole en el suelo hasta las rodillas. 

Una realidad con menos ira divina

La leyenda dice que Mateo 'el Rubio' se convirtió en piedra como castigo de Dios por su blasfemia, dándose después nombre de Hombre de Piedra a la calle en la que supuestamente se produjo el suceso. Sin embargo, lo más probable es que tal Mateo no sufriera la ira divina, sino que el hombre de piedra sea una estatua romana.

Se cree que la estatua procede de unos baños romanos que se encontraban en la zona y que en la época musulmana de la ciudad se mantuvo también en otros baños, que eran conocidos como 'los baños de la estatua'. Esos baños ya no existen, pero la estatua permanece aún, empotrada en una de las fachadas de la calle, como símbolo de un pasado menos mítico de la ciudad.