¿Qué ver en un día en Santiponce?
Y aprovechar para conocer el pasado romano de la provincia.
Dónde está la escultura de bronce del Renacimiento más grande de Europa
Santiponce es una de las localidades sevillanas que mejor recuerdan el pasado romano de la provincia, siendo especialmente conocida por las ruinas de Itálica. Situada a tan solo 7 kilómetros de Sevilla capital, estos son algunos motivos por los que merece la pena visitar Santiponce.
Imprescindibles en tu visita a Santiponce
Ya se ha mencionado Itálica, pero debe hacerse de nuevo porque es imposible acercarse a Santiponce sin recomendar visitar este conjunto arqueológico. Escenario de películas, cuna de los emperadores Adriano y Trajano (y de muchos senadores), este conjunto arqueológico data del siglo III a.C. y en él se puede pasear por su espléndido anfiteatro, lo que fueron las calles de la ciudad y conocer cómo era la vida en Itálica a través de los objetos que se han encontrado y de sus bellos mosaicos. Además, cerca del conjunto de Itálica, se puede visitar también otro de los edificios que mejor ilustran el pasado romano de la localidad, como es su teatro, o Cotidiana Vitae, el centro temático que habla de la vida en la antigua Roma.
Santiponce acoge también el Museo Municipal Fernando Marmolejo, dedicado a este orfebre sevillano que fue el donante de la mayoría de las piezas que forman la colección permanente. Algunas de las obras más importantes del museo son reproducciones de famosos tesoros arqueológicos como la Corona de Recesvinto, las llaves de la ciudad de Sevilla, el perfumador de Albarracín, el tesoro precolombino de Los Quimbayas o los candelabros de Lebrija. En su interior también pueden verse dibujos y bocetos, como los del camarín de la Esperanza Macarena de Sevilla, así como el manto de su coronación canónica.
Se recomienda también visitar el Monasterio de San Isidoro del Campo y es el convento cisterciense situado más al sur del continente europeo. Destaca por su estilo gótico-mudéjar, aunque cuenta también con influencias del languedoc, y por las obras artísticas que alberga, como el retablo barroco de Juan Martínez Montañés. El monasterio fue fundado en el año 1301 y además de ser parte de la Orden del Císter, también ha estado bajo administración de otras órdenes religiosas, como la Orden de San Jerónimo, que también ha dejado su marca en el conjunto artístico del monasterio.
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