A estas alturas, se podría pensar que lo más bonito de esta vía Arán-Pirineos ya ha quedado atrás. Pues, afortunadamente, no es así. Tenemos ante nosotros una etapa con bastante variedad, con unas vistas espectaculares e interés cultural.

El trazado que vamos a seguir prosigue por el GR-17 y dará un cierto de rodeo para hacer una visita al Santuario de Torreciudad. El perfil volverá a ondularse un poco. Vamos a tener un ascenso acumulado de 725 metros y un descenso de 550. Salvo en un kilómetro, vamos a estar en un constante subir y bajar.

Los Planos con Ubiergo al fondo.

Si pasamos la noche junto al Embalse de Barasona, tendremos que volver atrás hasta La Puebla de Castro 3,5 kilómetros en constante subida (200 metros en total). Desde la carretera nacional que bordea el pantano, tomamos la amplia rotonda y accedemos a la urbanización próxima. Sin perder la serpenteante calle principal, subimos arriba del todo hasta encontrar el camino de tierra que tomamos la jornada previa. Una vez que pisemos tierra, no hay pérdida. Seguimos remontando el sendero hasta volver a ver las ruinas de romanas de Labitolosa y, poco después, el cruce con la carretera A-2211. Justo detrás tenemos La Puebla de Castro. Si la noche anterior pernoctamos en esta localidad, nos ahorramos todo este primer tramo.

La calle Cuesta y la Carretera de Graus rodean el casco histórico del municipio mientras describen una curva a la izquierda. En el próximo cruce, doblamos a la derecha por el Camino de la Fuente. Así vamos dejando atrás la población. En el límite de las casas, junto al campo de fútbol municipal, dejamos el asfalto y avanzamos por el sendero de tierra que sale en diagonal a la derecha.

Iglesia de Santa Ana en Ubiergo.

Entramos ahora en una zona llamada Los Planos. Como su nombre indica, se trata de una amplia pradera sin apenas desniveles que ofrece una interesante panorámica de la zona, con Ubiergo en la lejanía. Son tres kilómetros por una vereda que en algunas partes puede quedar cubierta por la hierba. Unas balizas de madera nos indicarán la dirección. 

Una pequeña rampa nos mete por asfalto en Ubiergo. Pasado un parque, se llega a la Iglesia de Santa Ana. Avanzamos por la calle Única hasta colocarnos en la trasera del municipio. A la derecha de última casa, nos metemos por el sendero de tierra, que dentro de un denso bosque, baja hasta el Barranco de Peña Toba.

El Tezón de Bolturina, con el despoblado en su ladera.

Un giro a la izquierda, nos lleva a un carril de tierra que comienza a subir con fuerza. Nos aguarda un ascenso de unos 120 metros en menos de un kilómetro por el Tezón de Bolturina. Cuando llevemos unos 300 metros, las flechas no sacan de la pista para, campo través, conectar con otro sendero a la izquierda. 

Tras varios repechos duros y algún zigzageo, alcanzamos el despoblado de Bolturina. Perdió sus últimos habitantes en la década de 1980. Se conserva poco y, lo que queda, está en estado ruinoso. Si nos apartamos un poco del camino, podremos ver la Iglesia de Santa Ana, del siglo XVI. El lugar merece una parada para descansar porque las vistas son estupendas.

Siempre vamos a ir por un paisaje muy verde.

Nos queda aún un poco más de subida hasta La Colada (729 metros de alto). El final del ascenso lo marca la carretera de Torreciudad. La tomamos hacia la derecha. El paraje que tenemos ante nosotros es espectacular: ya se empieza a ver el Embalse de El Grado y a su derecha ya se distingue el Santuario de Torreciudad.

El sendero que baja es muy pedregoso y resbaladizo. Hay que tener precaución.

El tramo por asfalto es breve. Pronto iniciamos un descenso más acentuado por un estrecho camino que parte a nuestra izquierda. Por él, bajamos la ladera oeste de Peña Solans. El recorrido está perfectamente marcado, pero hay que tener cuidado ya que el terreno alterna tramos excesivamente pedregoso con otros de arena resbaladiza. Una caída por aquí sería fatal. Que las vistas no nos distraigan. Vamos a perder unos 150 metros en unos dos kilómetros.

Aproximación al Santuario de Torreciudad

El sendero acaba desembocando en la misma carretera que vimos arriba, junto a una explanada próxima al aparcamiento del Santuario de Torreciudad. El recorrido gira aquí a la izquierda siguiendo el asfalto, pero podemos aprovechar y visitar el complejo.

El complejo de Torreciudad es enorme.

El templo alberga la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles de Torreciudad, una virgen negra de estilo románico. Además del santuario moderno, podemos recorrer los jardines y acceder la ermita original donde se veneraba a la Virgen antes. Junto a ella está la torre de observación del siglo XI que da nombre al lugar. Las vistas desde el recinto a la sierra próxima, al valle del río Cinca y al Embalse de El Grado son impresionantes. 

Bajando a la antigua ermita.

Retornamos a la carretera que da acceso al santuario, pero no iremos mucho tiempo por la calzada. Caminaremos por un sendero a media altura entre la carretera y la orilla del pantano. Se trata de un tramo rehabilitado hace muy poco y consta de vallas y señalización nuevos. Cuidado, eso sí con los desniveles.

Este torreón da nombre a Torreciudad. Data del siglo XI.

Cuando alcancemos el lado sur de la presa, nos unimos de nuevo a la carretera y, por ella, terminamos de perder los últimos metros de desnivel a la vez que vemos a nuestra derecha la enorme pared del embalse. Al cruzar el río Cinca, la carretera vira a la izquierda, pasa las antiguas instalaciones de construcción del pantano y la piscina municipal de El Grado.

Tras el santuario, tenemos que recorrer la ladera hacia la pared de la presa.

Ya solo queda alcanzar la rotonda que da acceso a la localidad. En nuestro caso, vamos a la izquierda buscando el barrio de Barrio de Cinca, a las afueras. Aquí están la mayoría de servicios. El pueblo queda al lado derecho de la glorieta por la que pasamos previamente.

La impresionante pared del embalse.

Con esta etapa, nos despedimos de la Ribagorza oscense tras varios días disfrutando de sus bellos parajes. En la próxima jornada, entramos en el Somontano y conoceremos su capital, Barbastro. Aunque los perfiles de las últimas dos etapas siguen teniendo ciertas ondulaciones, la espectacularidad de las altas montañas empieza a perderse. El paisaje sufre un cambio importante.

Perfil de la etapa desde La Puebla de Castro.