Rutas de senderismo

Visita al nacimiento del río Tinto y subida al vértice geodésico Padre Caro, en Nerva

El Padre Caro es una atalaya que domina todos los alrededores.

El Padre Caro es una atalaya que domina todos los alrededores. / Emilio J. De los Santos

Vamos a disfrutar de una interesante ruta circular por el término municipal de Nerva (Huelva) en la que la minería es la gran protagonista en tanto que es la actividad que ha vertebrado casi todo el paisaje que recorreremos. En sus 17 kilómetros, visitamos el nacimiento del famoso río Tinto, descubrimos el antiguo yacimiento de Peña del Hierro y subimos al vértice geodésico Padre Caro, punto más elevado de la zona que ofrece una panorámica privilegiada de todo este paraje.

Pasamos bajo la carretera. Pasamos bajo la carretera.

Pasamos bajo la carretera. / Emilio J. De los Santos

El punto de partida está en un aparcamiento situado en el kilómetro 2,5 de la carretera HU-6105, que une Nerva con La Granada de Riotinto. Cruzamos la calzada y bajamos al camino del antiguo ferrocarril de Cala a las Minas de la Peña del Hierro. Un poste vertical nos informa de diferentes itinerarios en la esquina. Al descender el corto desnivel, doblamos a la izquierda y pasamos bajo la carretera. A los pocos metros, a la derecha, una abrupta bajada desciende al Barranco de Agua Dulce, donde nace el río Tinto.

Nacimiento del Río Tinto Nacimiento del Río Tinto

Nacimiento del Río Tinto / Emilio J. De los Santos

Las características aguas rojas de este río, como no podía ser de otra manera, son las que le dan el nombre. Su elevada acidez por el contacto con la tierra mineralizada y el elevado contenido de metales pesados convierte a este río en un hábitat único, hasta el punto de convertirse en un campo de pruebas de la NASA dadas sus similitudes al paisaje de Marte. El Tinto es uno de los principales ríos de Huelva, recorriendo 100 kilómetros hasta la Ría de Huelva, donde desemboca al Atlántico junto al Odiel.

Tendremos que saltar sobre el río, pisando con cuidado las piedras. En la otra orilla, superamos un escalón para alcanzar un monolito con información del río. Tras esto, nos aguarda un repecho pronunciado que sigue la escombrera de la cantera que tenemos al lado. Hay muchas piedras sueltas por aquí, así que cuidado. Por el lateral izquierdo, algo más arriba, discurre un sendero muy estrecho. Debemos ir por esa trocha.

Debemos seguir esta trocha junto a la escombrera de la cantera. Debemos seguir esta trocha junto a la escombrera de la cantera.

Debemos seguir esta trocha junto a la escombrera de la cantera. / Emilio J. De los Santos

El paisaje es completamente marciano: la tierra es roja con vetas amarillentas. El perfil se aplana de momento mientras aún caminamos junto a la escombrera. Nos dirigimos a las antiguas instalaciones mineras de Peña del Hierro. El castillete del malacate (la torre de madera que vemos a lo lejos) nos indica hacia dónde ir. Apenas hay posibilidad de confundirnos por aquí.

La rojiza tierra roja nos da las claves de por qué el río tiene el color tan característico. La rojiza tierra roja nos da las claves de por qué el río tiene el color tan característico.

La rojiza tierra roja nos da las claves de por qué el río tiene el color tan característico. / Emilio J. De los Santos

Al pasar entre el malacate, que es una reproducción del original, y un edificio abandonado, pisamos un camino de hormigón que nos conduce al centro de visitantes. Aquí, nos pueden dar información y podremos ver una exposición sobre la mina.

Instalaciones de la mina de Cerro del Hierro. Instalaciones de la mina de Cerro del Hierro.

Instalaciones de la mina de Cerro del Hierro. / Emilio J. De los Santos

Este yacimiento minero a cielo abierto tuvo su apogeo entre los siglos XIX y XX, especialmente durante la explotación británica. No obstante, siempre estuvo a la sombra de las Minas de Riotinto. Tras su abandono en 1972, se reconvirtió en un centro de interpretación de la actividad que se llevaba a cabo en el entorno. 

Subiendo la corta tendremos unas vistas muy buenas. Subiendo la corta tendremos unas vistas muy buenas.

Subiendo la corta tendremos unas vistas muy buenas. / Emilio J. De los Santos

Tras visitar la exposición (si queremos), retomamos la marcha por un camino de tierra que sale en subida justo en el lateral del sendero por el que acabamos de llegar. Toca subir  por las rampas laterales que rodean la Corta Peña del Hierro. Son unos dos kilómetros de ascenso suave, pero en continuo zigzagueo por la Montera de Gossan. Poco a poco vamos cogiendo altura y obteniendo una panorámica cada vez mejor de todo el entorno. 

Vistas de la Corta Peña del Hierro, inundada de agua actualmente. Vistas de la Corta Peña del Hierro, inundada de agua actualmente.

Vistas de la Corta Peña del Hierro, inundada de agua actualmente. / Emilio J. De los Santos

Primero llegamos al Mirador de la Peña del Hierro, ubicada a 507 metros de alto. En las inmediaciones hay una enorme rosa de los vientos en el suelo que nos ayudará a orientarnos. Unos metros más adelante, podremos asomarnos y ver mejor el fondo inundado de la corta. 

La fuente que nos encontramos durante la subida. La fuente que nos encontramos durante la subida.

La fuente que nos encontramos durante la subida. / Emilio J. De los Santos

El recorrido avanza ahora rumbo norte rodeando la mencionada Corta Peña del Hierro. Hay un par de senderos por aquí. Vamos por el que va a la derecha. En 500 metros damos con una fuente. Observaremos por esta zona que la vegetación parece calcinada. Efectivamente, el devastador incendio de agosto de 2018 afectó a la zona. Aún observaremos sus estragos, aunque hay algunos tramos con zonas en proceso de reforestación.

La vegetación se está recuperando de un devastador incendio sufrido en 2018. La vegetación se está recuperando de un devastador incendio sufrido en 2018.

La vegetación se está recuperando de un devastador incendio sufrido en 2018. / Emilio J. De los Santos

El sendero da un giro de 90 grados en la fuente y sigue avanzando sin complicaciones por una parte llana. Tras unos 300 metros, avanzamos de frente en el cruce. Justo aquí empezamos a bajar, con un descenso acumulado de unos 100 metros en un kilómetro. Al acercarse a una balsa de agua, el recorrido da un giro brusco a la izquierda para dar con una bifurcación. Ahora doblamos en un ángulo muy cerrado a la derecha.

Encadenamos varios zigzagueos para amortiguar las subidas. Encadenamos varios zigzagueos para amortiguar las subidas.

Encadenamos varios zigzagueos para amortiguar las subidas. / Emilio J. De los Santos

Por un terreno algo irregular, ya sin bajada, nos acercamos al Embalse del Tumbanales II. Caminamos hasta colocarnos sobre su pared. El lugar es bonito. Esta presa es el segundo embalsamiento que recoge el agua del Arroyo Peña del Hierro. Más adelante veremos el primero. Al pasar el muro de contención, comienza un camino de tierra. Tomamos la primera salida que veamos a la derecha.

Vamos sobre el muro de contención de la presa. Vamos sobre el muro de contención de la presa.

Vamos sobre el muro de contención de la presa. / Emilio J. De los Santos

Empezamos a subir levemente mientras vamos rodeando la falda del cerro que tenemos a la izquierda. Un poco más adelante, vemos ya el Embalse de Tumbanales I. El trazado nos hace atravesar una zona con troncos apilados a los lados para hacernos entrar en una arboleda.

Vistas de la ladera contigua a la presa. Vistas de la ladera contigua a la presa.

Vistas de la ladera contigua a la presa. / Emilio J. De los Santos

El camino se desvía a la izquierda buscando la aldea de Ermitaños. Se trata de casi un despoblado con varias granjas y muchas viviendas en ruinas. Podemos acercarnos a visitarlo, pero nuestro camino realmente sigue de frente desde la arboleda y cruza una torrentera para continuar subiendo la ladera del cerro.

Aldea de Ermitaños. Aldea de Ermitaños.

Aldea de Ermitaños. / Emilio J. De los Santos

Se acentúa la pendiente y la vegetación queda reducida a matorral. La altura nos brinda unas vistas aún más espectaculares de los dos embalses que hemos pasado y de la antigua mina detrás. Así entramos en los terrenos de la Huerta de la Chaparra.

El terreno tiene tramos bastante complicados. El terreno tiene tramos bastante complicados.

El terreno tiene tramos bastante complicados. / Emilio J. De los Santos

El perfil sigue ganando altura, pero ya con menos dureza. Por aquí observaremos con más claridad la zona que se quemó en 2018, aunque poco a poco parece que se va recuperando. Nos colocamos sobre un cortafuegos que crestea estos cerros entre el Puerto de la Chaparra, al oeste, y el Padre Caro, al sureste.

En la parte alta, seguimos el cortafuegos. En la parte alta, seguimos el cortafuegos.

En la parte alta, seguimos el cortafuegos. / Emilio J. De los Santos

Sin apartarnos del cortafuegos, siempre sobre los 600 metros de altitud, caminamos dos kilómetros. En cierto punto, unas piedras amontonadas nos muestran dónde está el desvío al vértice geodésico Padre Caro. Veremos al fondo el pilar que lo marca, pero para llegar a él tendremos que atravesar una zona con muchísimos matorrales y una empinada cuesta. La recompensa es un mirador espectacular a 699 metros sobre el nivel del mar que domina todo el paisaje. Al suroeste distinguimos las Minas de Riotinto; al sur está Nerva. En el opuesto, al norte distinguiremos La Granada de Riotinto y el noroeste, Campofrío.

Las piedras apiladas nos indican cuándo desviarnos al Padre Caro. Las piedras apiladas nos indican cuándo desviarnos al Padre Caro.

Las piedras apiladas nos indican cuándo desviarnos al Padre Caro. / Emilio J. De los Santos

Es hora de bajar. Regresamos al cortafuegos y seguimos recorriéndolo. La pendiente de descenso es muy inclinada al principio, a la vez que suele estar muy erosionada. Al fondo, veremos un cruce: viramos a la derecha para descender ahora con más comodidad. Rodeamos la falda del Padre Caro por su cara sureste por una zona muy despejada de vegetación salpicada por pequeñas pilas de troncos. A unos 500 metros del cruce anterior, sale otro sendero por la izquierda debemos tomar. Así acabamos conectando con la carretera HU-6105. 

El Padre Caro es una atalaya que domina todos los alrededores El Padre Caro es una atalaya que domina todos los alrededores

El Padre Caro es una atalaya que domina todos los alrededores / Emilio J. De los Santos

Los últimos 2 kilómetros los recorremos por el asfalto de esta carretera que une Nerva con La Granada de Riotinto. Por suerte, tiene poco tráfico. Concluimos la excursión llegando al aparcamiento desde el que partimos hace unas horas.

Zona de vegetación baja en los alrededores del Padre Caro. Zona de vegetación baja en los alrededores del Padre Caro.

Zona de vegetación baja en los alrededores del Padre Caro. / Emilio J. De los Santos

Sin duda, es una ruta interesante y variada, por un entorno muy atractivo que además enseña mucho sobre el impacto que tuvo en esta zona la intensa actividad minera que hubo durante tantos años. La caminata es bastante larga y tiene algunos repechos en subida fuertes o alguna bajada pronunciada en la que una mala pisada nos puede llevar a una caída. No obstante, merece la pena conocer esta parte de Huelva.

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