La ruta parte de Arroyo de la Plata, desde la espalda de estas casas.
Tras las casas, comenzaremos a ver los primeros postes del PR.
Esta esquina tiene un corral con gallinas. El camino de la derecha lleva a El Castillo de las Guardas (es el que tomamos). El de la izquierda será el de vuelta.
Los primeros kilómetros avanzan por un plácido paisaje de dehesas.
Atravesaremos muchas cancelas en este sendero.
Es posible que el trazado parezca perderse en algunos puntos. Las marcas amarillas y blancas suelen abundar: hay que mirar en piedras, esquinas o en troncos de árboles. En esta bifurcación en concreto, da igual por dónde se vaya, ya que los dos caminos se acaban uniendo tras unos metros.
Los postes muestran distintas variantes del recorrido.
Toca cruzar el Guadiamar.
Por suerte unas piedras nos facilitan la tarea de cruzar.
Tras esta estrechez, salimos a un terreno más abierto.
En este pinto no se distingue el camino en el suelo, pero si nos fijamos bien al fondo, veremos un poste con las marcas.
Es fácil orientarse: el Guadiamar nos acompañará a la derecha hasta El Castillo de las Guardas.
Como se aprecia, el sendero es estrecho, pero hay postes en abundancia. Tampoco hay muchas alternativas: seguir de frente.
En este punto ya se ensancha.
Ya se ve El Castillo de las Guardas al fondo.
Hay ganado suelto por esta zona.
Pasaremos por delante y por detrás de estas pequeñas casas.
El carril se vuelve más cómodo cuando nos acerquemos a El Castillo de las Guardas.
En este muro, una flecha nos indica que tenemos que girar a la izquierda.
Nos alejamos del pueblo por un bonito camino.
Volvemos a ver las casitas, pero por el otro lado.
El trayecto deja bellas estampas.
Pronto comienza a estrecharse y a hacerse más serpenteante.
La señalización es buena, pero hay que fijarse en troncos, rocas y postes.
Uno de los cruces a un arroyo.
La vegetación en esta zona es abundante.
Vistas desde el recorrido.
El recorrido va a la derecha de este muro
Cuidado en este punto: hay que ir por la cancela que está cerrada, no por la que está abierta. Las dos líneas pintadas nos lo indican.
Las piedras nos indican el camino.
Una de las subidas antes de Las Cañadillas.
Una de las subidas antes de Las Cañadillas.
Aquí iremos a la derecha de esa alambrada.
Esta es la finca con las vallas blancas
Seguimos el perímetro y atravesamos una cancela.
Después toca coger el arcén de la carretera. Son pocos metros y está poco transitada.
Las Cañadillas es una aldea muy tranquila con algunas casas muy bonitas.
Seguimos la calle hasta el final.
Aquí acaba la calle Larga. Nos pedimos de Las Cañadillas bajando por aquí. Ojo con las piedras.
La bajada es muy irregular.
Nos colocamos junto al Arroyo de las Cañadillas. Seguramente no tenga agua, pero la vegetación es frondosa en la zona.
Entorno del Arroyo de Las Cañadillas
El carril volverá a ensancharse.
La vegetación es diferente por aquí: abundan los pinos.
Iremos serpenteando hasta llegar de nuevo al Guadiamar. Cruzaremos su curso.
Si lleva agua, hay una piedras para vadear.
Algunas de las vistas que deja el paraje.
Ya toca volver a Arroyo de la Plata
El recorrido se adentra por la trasera de la población. Alcanzamos el pueblo justo en el cruce donde había un corral con gallinas.
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