Aíto García Reneses · Entrenador del Cajasol

"Trabajar poco y ganar mucho no me parece un buen plan de futuro"

  • El técnico más ilustre del baloncesto español desmenuza su visión de la vida y del deporte que lleva en la sangre. No se mete en charcos, pero en su discurso hay que rebuscar en lo profundo, no quedarse en la superficie.

-En este mundo tan alterado, ¿nunca pierde los estribos? ¿Ha sido así siempre?

-Sí. No tiene mucha importancia. Siempre les he dicho a mis ex jugadores que se quejaban de que su nuevo entrenador les chilla que tienen que prescindir de que les griten o no, sólo captar la idea que quiere expresar. De lo demás que no se preocupen. En aquella época incluso se insultaba. Si tienes la facilidad de controlar eso, pues mejor, pero lo importante es el mensaje.

 

-En los partidos casi nunca se aprecia que esté ofuscado...

-Intento no estarlo. Pero no es determinante gritar o hacer muchos gestos. Hay quien gesticula y grita sin estar ofuscado.

 

-¿Proporcionalmente se ha irritado más en Sevilla que en los cinco o diez últimos años?

-Ofuscarme no. Era y es un problema muy difícil. Es muy importante para cualquier entrenador saber aguantar y, aunque sea lento, tratar de poner remedio al asunto.

 

-¿En algún momento se ha sentido decepcionado con el club, los jugadores, consigo mismo?

-Todos queremos lo mejor, pero es una utopía. Los jugadores han hecho lo máximo, pero ese tope está a unos niveles difíciles, se bloqueaban y no reaccionaban. Estábamos obligados a tener paciencia; no yo, todos. Y añadiría a la mayor parte del público. Antes pensaba que mejor estar calladito con el público porque bastante hacía, ahora sí me atrevería a pedirle a la afición un mayor acercamiento porque verán las buenas cualidades de los jugadores e identificarse con el equipo.

 

-¿Sería capaz de pronosticar un número mínimo de victorias?

-No, imposible. Hay muchas circunstancias impredecibles. Dije al principio que íbamos a luchar y parecía mentira, pero se va viendo que es verdad, aunque aspiro a más.

 

-¿En algún momento llegó a pensar "dónde me he metido"?

-Me he metido donde he querido, de lo que me han ofrecido, claro. Estoy de acuerdo con la filosofía del club y me gusta entrenar. Hay gente que sólo entrena si hay mucho dinero o muy buenos jugadores para ser campeón. Nunca ha sido mi caso y menos ahora.

 

-¿Ha conocido a muchos jugadores que hayan competido por pasión y no por dinero?

-Más antes que ahora. No me refiero a esta plantilla, sino en general. Procedo de una época de aficionados y había muy pocos que jugaran por dinero. Me encantan los jugadores con pasión aunque ganen mucho. En un clínic de la Euroliga me preguntó un entrenador de una universidad americana que cómo llevaría tener jugadores que piensan en sus números para ir a la NBA y no en el equipo. Contesté que quiero gente con ambición, que ya me encargo yo de decirles que si tienen esa virtud, no van a engañar a quienes saben. Tienes que ser bueno de verdad y para eso no sólo valen tus números, sino pensar en tus compañeros y en tu equipo. Me encantan los jugadores con ilusión y si ganan mucho dinero, mejor.

 

-¿Satoransky tiene esa virtud?

-Sí. Todo se debe pulir, pero he apreciado en él esas condiciones. Está en esa línea, lo hemos hablado. A veces es malo poner ejemplos, pero uno es Ginóbili. Triunfó en Argentina, después en Italia, en la LegaDue y en la Lega, es campeón allí, campeón de Europa, campeón del mundo y olímpico con Argentina, se va a la NBA y es campeón también. Hay otros buenos ejemplos que se van con 21 años, como Ricky, que hizo bien. La ilusión no tiene que ser ir, sino hacerlo para demostrar que sabes jugar; eso requiere su tiempo.

 

-Elija un quinteto ideal de jugadores que ha entrenado...

-He trabajado con los mejores americanos, muchos de los mejores extranjeros y prácticamente todos los mejores españoles. Imposible.

 

-¿Seguiría otro año en Sevilla?

-No me lo planteo porque no tengo urgencia. Me puedo remontar a tiempo atrás, cuando rechazaba ofertas porque no veía una solución de continuidad y estaba pensando en un futuro como entrenador, no en una ambición inmediata. Estuve 10 años en el Cotonificio y tuve ofertas, no las acepté hasta que el club prácticamente desapareció. Entonces estaba pensando en mi presente y en mi futuro. Ahora sólo pienso en mi club, en mi presente, y lo que tenga que venir, vendrá, porque no me preocupa absolutamente nada.

 

-¿Eso es bueno, no?

-Y tanto.

 

-¿Por qué está desapareciendo el juego de espaldas?

-Tiene varias explicaciones. Primera: a los jóvenes altos no se les hace jugar y cuando lo hacen los compañeros no les dan el balón porque no saben pasar. Segunda: a los jóvenes altos los árbitros los persiguen y no llegan a formarse, cualquier interior que quiera jugar se tiene que salir fuera. Tercera: la incidencia del reglamento, apenas los protege. Eso va en detrimento de la espectacularidad. Con un pívot como Audie Norris, capaz de jugar dentro, meterla con fuerza, dar buenos pases... se crea un juego más espectacular que sólo con triples. Hay una asignatura pendiente: el cambio de reglamento. Hay que afrontar medidas en las que no opinen sólo árbitros retirados, sino jugadores, entrenadores, público, directivos, periodistas... Una visión amplia.

 

-Usted ya ha plasmado ideas...

-Sí, pero no me empeño en ellas. No podemos seguir de la misma forma. No estoy en contra de la defensa, pero sí a favor del ataque y para eso hay que regular mejor lo que tenemos, que haya más dinamismo.

 

-¿El juego se ha vuelto aburrido, demasiado táctico?

-La táctica tiene su interés. El problema de los americanos olímpicos para ganarnos es que tácticamente no son tan buenos, aunque han mejorado. Hay poca evolución de las reglas. Por ejemplo, la falta táctica para frenar un contragolpe: si está bien hecha, ¿quién va a discutir si es falta táctica o vas robar el balón? Pero hay muchas que se ven claramente y no las pitan. Están provocando que los equipos no jueguen al contraataque. Es decir, las reglas están en contra de la velocidad.

 

-¿Eso ayudaría a que hubiera mayor afluencia de público?

-Hay ciudades en España con tradición como Las Palmas y Vitoria. La gente va y disfruta. También influye cómo somos como país. Lo hemos tenido todo tan al alcance que despreciamos las cosas. La pasada temporada vi tres partidos en Minessota (Blazers, Clippers y Lakers) en lunes, miércoles y viernes. Fue espectacular. Había 17.000 personas el primer día, 17.500 el segundo y 19.000 el tercero... en días laborables. Terminan de trabajar a las cinco, tienen más poder adquisitivo y es un hábito reunirse en los acontecimientos sociales. Toda la ciudad disfruta con su equipo. Es envidiable. Estamos lejos, pero no significa que no podamos llegar. Podemos mejorar con calma, igual que el baloncesto español era el trigésimo del mundo y ahora es el segundo.

 

-Ha visto muchísimas hornadas de jóvenes, ¿qué mensaje se les puede dar? Hay pocos alicientes para la juventud, ¿no?

-Pocos comparado con antes. Hace 10 años tenían todo sin hacer nada. Las cosas están difíciles, pero individualmente, pues no tengo receta colectiva, el remedio es trabajar. No me refiero a que te den trabajo, sino a hacer las cosas por ti mismo, en los estudios o en una profesión, prepararte y querer ser mejor en todo. He oído muchas veces a hijos de amigos que lo que quieren es trabajar lo menos posible y ganar lo máximo. A mí no me parece un buen plan, sino tener ilusión por saber, aprender, ver si puedo formar un equipo de trabajo... Tener una ilusión por vivir.

 

-¿Hay cierta apatía?

-El cambio de tenerlo todo más fácil a tenerlo más difícil es duro, pero empezaremos a remontar.

 

-¿Es trasladable al baloncesto?

-Aún no hemos llegado al declive de la sociedad. Ha habido momentos muy dulces y cuando has tenido los espejos de jugadores buenos que triunfan, se comunica a los jóvenes. Quizás venga un momento peligroso, pero no lo he visto aún.

 

-Les concede mucha libertad a los jugadores, incluidos los jóvenes, y ellos tienen la responsabilidad de inventar, crear...

-Es difícil porque hay otro problema: muchos, en según qué escuelas aprenden y cuando compiten según qué estilos, creen que la solución de todo es un sistema. Es así cuando hay una forma determinada de jugar, pero cuando varía, ese sistema no vale. Entonces, la solución es pensar y saber que cada situación tiene una solución diferente. Pensar todos unidos. Eso es precisamente el enganche que tiene el baloncesto. Pensar en soluciones colectivas y no yo solo decido no sé qué.

 

-¿La herencia de Plaza dejó ciertos corsés?

-No es por la herencia. Los americanos que llegaron estaban en la misma línea, jóvenes e inexpertos, y nos perjudicó para ver el cambio antes, el que vislumbramos ahora.

 

-¿Está convencido?

-Sí, pero hay que verlo día a día.

 

-¿Era muy diferente el equipo que tenía en la primera jornada al que pensaba cuando firmó?

-Puede, es difícil de prever. No es lo mismo ver desde fuera a algunos que tenerlos contigo. Pero no me había presupuesto muchas cosas.

 

-¿Con qué entrenador se ha quitado el sombrero en un partido?

-En primer lugar, con todos mis entrenadores; en segundo, con un americano que se llamaba Ed Jacker; y en tercero, con muchos que he visto desde fuera. Pero me llama menos la atención, porque no es tanto la estrategia puntual como lo que te permite hacer esa estrategia al ayudar a que los jugadores sean buenos compitiendo de esa forma. No es un partido sino una trayectoria, que aquí a veces se confunde. Hay técnicos, algunos muy buenos como Messina, que siempre tienen plantillas excelentes. Y para nada es una crítica, sino que algunos consiguen resultados porque fichan en buenos equipos y otros logran que sus plantillas mejoren, crean escuela y entonces acabas viendo buenas direcciones de partidos.

 

-En el Joventut fue así.

-Tuve la suerte de hacer ese tipo de proyección que me gusta.

 

-Con las que le han caído a usted en Badalona...

-...Y en Barcelona...

 

-...Y en Málaga. ¿Le ha llamado la atención durante su carrera alguna crítica muy visceral?

-Sí, posiblemente porque no dediqué tanto tiempo a cuidar la relación pública como otros muy buenos entrenadores hacen o porque no me he decidido a hacer lo políticamente correcto. Eso llevaba a algunos a posicionarse en contra y a mantenerse aunque no tuvieran razón. Acepto que me haya pasado. Si me ha ocurrido en el Barça, en el Joventut y en el Unicaja quiere decir que hay un elemento común del que soy responsable. No sé si para bien o para mal. Muchas veces cuando estás en un sitio tienes que hacer lo que crees que debes hacer. Ése es mi punto de vista. Lo que reconforta es ir a Barcelona y que aquellos que estaban en contra parece que no existen, y en Badalona ni les cuento. Eso compensa. Pero tienes que ser duro para aguantar las partes malas.

 

-¿Y el mejor halago?

-Hay muchos silenciosos, tan importantes como los explícitos, y éstos nos los voy a decir.

 

-¿El papel de tapado en la Eurocup es una ventaja?

-Aunque nos perjudiquen los viajes, ha sido importante ganar al Estrella Roja allí o eliminar al segundo de la Lega. Nos tiene que servir para tener confianza de poder ganar en la ACB, independientemente de que en Europa vayamos a por todas.

 

-¿Qué le dice a la plantilla tras perder por 30?

-Que esa diferencia no es por ser 30 puntos inferior al otro, sino por bloqueo mental. Por un lado, les decía que estaba fatal y por otro necesitaba encontrar el camino para solucionar el problema. Si ahí rasgas, el bloqueo seguirá. Es lo más grave de la temporada: fallar en tres minutos y tirar todo por la borda.

 

-¿Explotó en Santiago?

-Y ante el CAI y ante el Estudiantes. En los tres casos estaba indignado.

 

-¿Tiene amigos en Caixabank?

-Sí.

 

-¿Le han trasladado inquietud?

-No. La directiva está en su sitio y es positivo para el equipo y para ellos mismos. Estar bien en situaciones fáciles lo hace más gente, pero en momentos duros no todos. Hay que saber estar y lo han demostrado.

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