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El Sevilla protesta por el abuso

  • La club se queja ante la Embajada en Holanda y ante la subdelegación del Gobierno por la detención de aficionados y Castro pide perdón Las peleas entre radicales, raíz del entuerto

El Sevilla está muy molesto por todo lo acaecido en Rotterdam. La detención de un centenar de aficionados, bajo la eufemística fórmula de retención, que no tiene paralelo jurídico en la legislación española, le puso el fondo sórdido a un viaje nefasto. Entre los detenidos había hinchas radicales que, según la Policía holandesa, portaban armas, pero también había personas que simplemente querían acompañar a su equipo. Todos estos detenidos, que estuvieron en una comisaría durante cuatro o cinco horas y no pudieron ver el partido pese a tener entradas, tuvieron que pagar 50 euros en concepto de multa para poder regresar a Sevilla, sin distinción alguna, en una actuación abusiva. José Castro y José María del Nido Carrasco abandonaron el estadio a la hora de partido y se personaron en la comisaría, pero todo fue en vano. Los aficionados tuvieron que pagar la multa para ser liberados.

El presidente del Sevilla pidió disculpas por este feo asunto y por la medida de no vender entradas desde Sevilla. Además, el club envió quejas a la Embajada española en Holanda para que inste a las autoridades holandesas a una investigación. También a la subdelegación del Gobierno en Sevilla para que llegue a Madrid.

El Sevilla había recomendado a sus aficionados que no viajaran y de hecho no vendió entradas para aficionados sevillistas en el Sánchez-Pizjuán, como suele ser habitual. El Feyenoord rechazó vender por internet entradas a españoles que no tuvieran la tarjeta de residencia en Holanda y, al no haber petición de entradas desde Sevilla, no habilitó la zona acotada para visitantes. Pero hubo venta de entradas y, pese a todo, muchos sevillistas pudieron adquirirlas y viajar, ya que tenían hecha la reserva antes, pese al previsible ambiente crispado, y les salió carísimo el viaje. Estuvieron varias horas detenidos, no vieron el partido y al costo del viaje tuvieron que sumar los 50 euros de multa.

Tanto la Policía española como la holandesa tenían constancia de que, después de las peleas entre radicales de ambos clubes en el partido de ida, había un riesgo muy alto de un ambiente bélico. Había previsión de traslado de hinchas de otros países, Bélgica, Inglaterra y Dinamarca, hasta suecos, para participar en una posible batalla campal. En el estadio, desde luego, existió este ambiente bélico, pese a que la mayoría de aficionados sevillistas no pudieron acceder. Y la mejor prueba de ello fue la enorme pancarta desplegada en la que una flota de galeones holandeses del siglo XVII hundía a una española.

Los que sí pudieron acceder, al amparo de la expedición sevillista, fueron muy pocos y no pudieron exhibir símbolos ni expresarse en el estadio. Incluso temían hablar en español para no ser identificados por la enardecida hinchada rival. "Es el peor ambiente que he vivido, incluso peor que el del estadio del Fenerbahçe, que fue apasionado pero deportivo", relataba ayer un aficionado que estuvo en De Kuip en la radio del club.

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