USTEDES han visto muchas veces en fotos a Javier Gonzalo Ybarra, presidente de la empresa Detea. Nunca han visto a José Manuel Recuerda, profesional de la construcción, en su doble vertiente de trabajador y de empresario autónomo. Los dos tienen en común que sufren muchas deudas. El primero, tras años de éxito, está asfixiado por la caída de la actividad constructiva y por no cobrar ni de clientes privados ni de instituciones públicas. Va a despedir a unos 120 empleados, que son la mitad de su plantilla. El segundo está desde el pasado lunes viviendo en lo alto de una enorme grúa. Una acción a la desesperada porque Detea le debe 385.000 euros de sus trabajos en los pisos de protección oficial que se construyen en Dos Hermanas, donde las obras se han parado porque Detea no le paga desde hace varios meses a las empresas subcontratadas. Es el colmo que, al no cobrar, José Manuel Recuerda está amenazado por el banco de embargo de su vivienda, él que se gana la vida edificándolas y ahora se ha encaramado a la grúa de la promoción donde laboraba. Qué pensarán las cigüeñas de esta competencia en las alturas.

Los destinos de Javier Gonzalo y de José Manuel Recuerda se han cruzado en esa grúa paralizada. Si pasan los días y no zanja la morosidad de los 385.000 euros para que se baje de ese calvario, el presidente de Detea podría optar por subirse a la grúa y convivir con Revuelta. Compartir sus discusiones con los bancos, sus quebraderos de cabeza con los ayuntamientos, sus vidas de ilusiones cumplidas y de pesadillas económicas, su visión del negocio desde el punto de vista del que contrata y del que es contratado. Reflexiones y complicidades de dos personas que se necesitan. El primero no tendría notoriedad social y beneficios mayores si no hubiera otros que ejecuten los trabajos desde el anonimato y se lleven una porción menor de la tarta. Seguro que al vivir en lo alto de una grúa surgen más ideas para ponerse de acuerdo y para arreglar un mundo tan mal repartido.