Carlos / Colón

Los daños irreparables

La ciudad y los días

30 de diciembre 2014 - 01:00

ES Sevilla más europea que antes, ahora que estamos del todo integrados en la UE? Según mi idea de Europa, Sevilla era más europea cuando el mercado de la Encarnación se alzaba donde hoy están las setas, cuando en la plaza del Duque y en la de la Magdalena había palacios y casas decimonónicas en vez de cubos de grandes almacenes, cuando la Campana tenía los edificios del Café París y la Farmacia Central en vez de los mamarrachos que hoy se alzan allí.

Era más europea, sobre todo, cuando tenía cafés y teatros. Ningún café digno de tal nombre queda en toda la ciudad. Y mira que fueron hermosos, grandes y europeos el Madrid, el París, el Gran Briz, Los Corales, Riviera, el Gran Almirante viejo que estaba frente a los antiguos juzgados, La Punta del Diamante, Calvillo con sus patios y salones que se abrían a tres calles o los salones de té de La Española y del antiguo Ochoa. Nada queda. Nuestra vida son derribos que van a dar a la mar de vulgaridad que desde los años 70 es Sevilla. Con un colofón democrático que por acción u omisión -sobre todo en los años del PA y de Monteseirín- no mejoró las cosas, como atestiguan las setas.

En cuanto a los teatros baste recordar el caso del San Fernando. Tenemos hoy el Lope de Vega, el Central y, como la joya de la corona, el Maestranza. Pero habría que recordar que a una ciudad de más de 700.000 habitantes el Maestranza le ofrece 1.800 localidades, mientras que a una ciudad de 112.000 habitantes (cuando se construyó en 1847), y que no rebasó los 500.000 hasta los años 70 del siglo XX, el San Fernando le ofrecía 3.000 localidades. Por no hablar de su arquitectura y decoración. El Maestranza está muy bien, pese a que la caja escénica metida con calzador lo descompensó. Pero el San Fernando aprovechó más de cien columnas de mármol y artesonados de caoba del Hospital del Espíritu Santo, sobre cuyo solar de construyó; a los que sumó una lámpara central de cristal y bronce con 150 luces, asientos de caoba tapizados de terciopelo, pinturas de Cabral Bejarano y Juan de Lizasoain (entre ellas el gran fresco del triunfo de las artes que decoraba el techo de la sala), escaleras y suelos de mármol, vidrieras y artesonados en maderas nobles. Todo derribado para "modernizar" Sevilla.

¿Somos más europeos tras haber perdido nuestros mercados, cafés, teatros y comercios históricos? Creo que no: esta Sevilla es más cateta y basta que aquella.

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