Crónica del Jueves Santo Jueves Santo de memorias y esperas bajo la lluvia

El tiempo El tiempo en Sevilla para la Madrugada

OBITUARIO

Muere Cristina García Bernal, una eminencia en el estudio de Yucatán

El americanismo de Sevilla en particular y la Universidad hispalense en particular están de luto. El último día de agosto falleció Manuela Cristina García Bernal (1943-2015), catedrática de Historia de América, con más de cuarenta años dedicados al estudio de Yucatán en su palmarés. Esa península maya de México fue el epicentro de su tesis de licenciatura y también de la tesis doctoral sobre la historia de las encomiendas yucatecas en la época de los Austrias que defendió en junio de 1977, cuando España celebraba su regreso electoral a la democracia.

En una ciudad que presume de conocer los entresijos de la Pasión, García Bernal se apasionó en el conocimiento, como destacan sus alumnos, su legión de discípulos y sus compañeros de departamento. "Yo creo que nació siendo profesora, era una persona volcada con la Universidad", dice Adolfo González, profesor de Historia de América, discípulo como Cristina García Bernal del catedrático Luis Navarro García.

Creció en una familia modesta y cursó el bachillerato y la carrera universitaria con becas. La propia tesis doctoral la hizo con una de las primeras becas de Formación de Personal Investigador. Contrajo matrimonio con su compañero de departamento Julián Ruiz Rivera, con el que tuvo tres hijos: Ignacio, Cristina y José Manuel, todos ellos ajenos a la disciplina de sus progenitores.

Su investigación sobre Yucatán se convirtió en modelo de los estudios sobre historia social. Especialista en la figura de la encomienda, institución objeto de polémica desde Fray Bartolomé de las Casas, estudió las relaciones hispano-indígenas, el comercio y la economía yucateca. Era una enamorada del arte maya.

Sus técnicas docentes no le pasaban desapercibidas a sus alumnos. Dice Adolfo González que les marcaba unas pautas de lecturas y sobre esas lecturas les pedía unos esquemas que eran como el pedestal para que surgiera el afán de conocer. Paradigma de la Sevilla americana ignorada por la Sevilla oficial y también por los fastos de la Expo del 92, gozó de numerosos reconocimientos en el Yucatán. Dicen sus allegados que aunque no le gustaba volar cruzó en varias ocasiones el Atlántico. Un océano que en el plano científico atravesaba casi todos los días de su vida.

Además de sus libros y artículos, presentó ponencias en numerosos congresos y dirigió tesis, la mayoría relacionadas con México (Tabasco, Guanajuato, Zacatecas, Yucatán), pero también sobre las crisis agrarias del Perú, la sociedad de Cumaná, ciudad venezolana famosa por su puerto y sus muñecas, y el comercio de Cádiz en el que es un verdadero especialista su esposo. Ha muerto dos años antes de que Cádiz conmemore el tercer centenario del traslado desde Sevilla de la Casa de la Contratación.

Participó con sus compañeros de departamento en lo que el profesor Luis Navarro García llamaba "sesiones clínico-históricas" para desmenuzar el contenido de las enseñanzas que después llegarían a sus alumnos. Adolfo González, amigo, compañero y admirador de Cristina, la recuerda asediada mas no vencida por la enfermedad yendo a la Facultad "con problemas de espalda, se ponía un cojín en el sillón y seguía dirigiendo cursos y másteres".

Simultaneó la vida familiar y la crianza de sus tres hijos con las obligaciones docentes. La Universidad de Sevilla y la península de Yucatán eran como familias paralelas en las que siguiendo la analogía de la estirpe empezó con los roles de la hija para acabar asumiendo los de la madre que mima lo que estudia, lo fomenta y lo difunde. Algunos compañeros de disciplina como Alfredo Núñez se adentraron en ese territorio con las herramientas de la ficción para escribir algunas novelas.

En 1983 obtuvo por oposición el puesto de adjunto o titular de Historia de América y en 2005 el de catedrática. En 2010 fue nombrada correspondiente de la Academia de la Historia y en 2013 profesora emérita, distinción que sólo pudo disfrutar durante dos años. Dirigió la revista Temas Americanistas y desde 2000 era tesorera de la Asociación Española de Americanistas. "A veces jugábamos con el destino y la sonoridad de nuestras investigaciones", dice Adolfo González, "ella en Yucatán, México, yo en Tucumán, Argentina".

La Sevilla americana, título del libro de Antonio Cascales, llora, recuerda y rinde tributo a uno de sus más preclaros exponentes.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios