Cuarto festejo del abono en la maestranza

Gélido festejo de rejones

  • Andy Cartagena, Diego Ventura y Leonardo Hernández se marchan de vacío en un espectáculo con escasa dosis de emoción. Decepción en el primer espectáculo ecuestre.

El maestro Ángel Peralta perseguía ayer con su mirada a los caballos y los rejoneadores en la gélida tarde sevillana, que como frío acero, hundió un rejonazo a los ánimos de los espectadores de la Maestranza. De principio a fin, el genio del rejoneo vivió un espectáculo con Cartagena, Ventura y Hernández que no llegó a romper, ni siquiera en un epílogo que culminó con la suerte de la rosa. Me contaba cierto día el Centauro de la Puebla como nació esta suerte: "En una corrida en Sevilla, una mujer muy bella, que se asustó cuando el toro estuvo a punto de cogerme, arrojó una flor para hacerme el quite. Era una rosa que cayó en la arena, entre el toro y yo, una rosa que llevaba clavada en el pecho. Entonces yo me tiré del caballo, até la flor a una banderilla corta y le brindé la suerte: "-¡Para que no se asusten/ en la plaza las hermosas,/ a los toros las heridas/ se las cubriré de rosas!". Brindis poético de un genio de la tauromaquia. Por contra, lo sucedido ayer en el ruedo de la Maestranza fue prosa en una tarde en la que alguien pareció robarnos la primavera. Porque un viento frío pareció adueñarse de todo lo acontecido; cuando estos festejos de rejones suelen decantarse por la brisa del triunfalismo. Por eso, el que la terna compuesta por Andy Cartagena, Diego Ventura y Leonardo Hernández se marchara de vacío es noticia relevante. La corrida de San Mateo-San Pelayo, con escaso fondo, peticiones no abrumadoras y desaciertos en la suerte suprema fueron determinantes para la ausencia de trofeos.

Andy Cartagena, que reaparecía tras la lesión del brazo derecho, por caída en la pasada Feria de Fallas, concretó una actuación entonada. Ante el que abrió plaza, un animal boyante, pero con escasísimas fuerzas, se lució al pararlo en el primer tercio. En banderillas arriesgó bastante y a punto estuvo de ser cogido en una pirueta. Con el toro rajado, provocó las embestidas en un palmo de terreno. El epílogo, con tres cortas al violín, fue de lo más ovacionado.

Con el cuarto, un animal que tras unas primeras acometidas con trote cochinero se afligió, el rejoneador benidormí se lució en el toreo a dos pistas. Tanto en el rejón de castigo como en banderillas -cerró con las cortas-, clavó con acierto en una labor que no caló en los tendidos.

Diego Ventura, con el manejable segundo, destacó con Triana en un rejón de castigo. Con Pegaso consiguió uno de los mejores momentos de la tarde, con un toreo a dos pistas de peso. El público ovacionó con fuerza una de las suertes -de largo, de frente y al quiebro-, en una faena que cerró de manera espectacular con las cortas; así como un espectacular desplante, cara a cara, con el toro. Mató de rejón. Hubo petición, con más voces que pañuelos. El presidente no concedió la oreja y Ventura desechó la idea de la vuelta al ruedo.

Con el reservón quinto, los mejores pasajes llegaron con Ordóñez, en sendos quiebros y con piruetas en la misma cara del astado. En esta ocasión, un pinchazo previo a un rejón sin quebrar fue decisivo para que el público no solicitara trofeo.

Leonardo Hernández se las vio con el peor lote. El manso tercero, de salida distraída, apretó siempre con fuerza hacia los adentros. Dentro de una actuación marcada por la desigualdad en la colocación a la hora de clavar, el pacense consiguió como punto más lustroso un par a dos manos.

Con el reservón sexto, Hernández anduvo algo descentrado, con un par de pasadas en falso en banderillas. No parecía cómodo e incluso el toro le tropezó una cabalgadura. Todo acabó con una rosa. Era lo único que nos recordó que estábamos en primavera. Porque tanto el cielo entoldado, como el viento frío que azotaba en la plaza de Sevilla, situaba al espíritu y al ánimo en otras latitudes y estaciones. Y es que alguien, a mitad de abril, nos robó la primavera en un espectáculo que acabó con la suerte de la rosa. Pero no aquella rosa poética del maestro Peralta, sino más bien con una rosa prosaica de invernadero.

Ganadería: Corrida de San Mateo-San Pelayo, muy desigual en presentación y juego; en su conjunto, con escaso fondo. Toreros: Andy Cartagena, rejón (saludos tras ovación). En el cuarto, rejón sin quebrar (saludos tras petición). Diego Ventura, rejón (saludos tras ovación y petición). En el quinto, un pinchazo y un rejón sin quebrar (saludos tras ovación). Leonardo Hernández, rejón (saludos tras ovación y petición). En el sexto, dos pinchazos y rejón (palmas). Incidencias: Real Maestranza de Sevilla. Domingo 15 de abril de 2012. Tres cuartos de entrada. Viento frío.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios