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Análisis | Panorama andaluz

Andalucía en ARCO 2020: la nueva escultura

  • Los nuevos lenguajes y conceptos que acaparan el interés de galeristas y compradores aseguran la presencia de creadores andaluces en la feria

Detalle de la instalación cerámica de Carlos Aires en la galería barcelonesa ADN

Detalle de la instalación cerámica de Carlos Aires en la galería barcelonesa ADN

El nivel de las propuestas artísticas de los creadores andaluces en la feria ARCO es cada vez mayor, siendo este año especialmente relevantes las jóvenes incorporaciones. Por el contrario, la participación de galerías andaluzas vuelve a ser muy reducida. Desde hace algunos años únicamente las sevillanas Rafael Ortiz y Alarcón Criado vienen representando a la comunidad, lo que señala la debilidad del mercado del arte en estas latitudes y la inestabilidad del sector que impiden venir a la feria a ciertas galerías, pese a la calidad de sus propuestas, sean tan experimentadas, como Javier Marín (Málaga), o de las más jóvenes, como Espacio Olvera (Sevilla).

El estand de la galería Rafael Ortiz se ha sumado en esta edición a la tendencia de diálogos que la nueva directora de la feria, Maribel López, quiere fomentar: espacios dedicados a uno o dos artistas, limitando la diversidad de lenguajes, formatos y mensajes por espacio, permitiéndonos así profundizar más en las propuestas exhibidas. Debemos destacar el proyecto de esta galería por varios motivos: primero, porque apuesta por la abstracción geométrica, lenguaje pictórico defendido hasta la saciedad por este espacio, y en segundo lugar, por generar una interesante charla femenina intergeneracional: el colorido mural de círculos concéntricos de la artista sevillana Inmaculada Salinas (1967) con la sobriedad científica de la valenciana Monika Buch (1936). Este oportuno homenaje hace que no echemos en falta las magníficas piezas de Equipo 57 a las que Ortiz nos tiene acostumbrados.

Obra de la malagueña Paloma de la Cruz en T20. Obra de la malagueña Paloma de la Cruz en T20.

Obra de la malagueña Paloma de la Cruz en T20.

Por su parte, Alarcón Criado mantiene en su estand el tono de años anteriores, propuestas marcadamente críticas con la realidad sociopolítica. Muestra de ello son las instalaciones de Pedro G. Romero (1964), que juguetea irónicamente con la iconografía de la monarquía española, o el mensaje ecologista que transmiten los austeros paisajes de José Guerrero (Granada, 1977). Se desvinculan de esta línea más crítica los hermanos MP Rosado (San Fernando, Cádiz, 1971), quienes presentan una serie de esculturas en las que fragmentos de brazos y pies se relacionan entre sí generando un doble sentido: inspiradas en posturas de meditación, estas piezas podrían interpretarse como símbolos de prohibición o contención.

Pero la aportación andaluza más interesante ha sido, sin duda, la de los jóvenes artistas. Destacamos a dos escultores con gran potencial: el granadino Pablo Capitán (1982), que exhibe su obra en Artnueve, y la malagueña Paloma de la Cruz (1991), en T20. Las tuberías de plomo que Capitán ha manipulado recuerdan a miembros corpóreos que se doblan y retuercen, que albergan vida en su interior (sedimentos de hierro, resina epoxi…), adquiriendo cierto carácter humano sin renunciar a la frialdad del objeto inerte. Curiosamente, uno de los mejores homenajes al cubano Félix González-Torres es el que, inconscientemente, ha hecho Capitán: dos sacos de arena tratados escultóricamente que en silencio y delicadamente copulan, generando una atmósfera de calor y humedad.

Composición de Carlos Aires (Ronda, 1974). Composición de Carlos Aires (Ronda, 1974).

Composición de Carlos Aires (Ronda, 1974).

También del amor nos habla Paloma de la Cruz, quien convierte sus piezas cerámicas en vestigios del encuentro sexual y el deseo. De la Cruz recrea lo que parecen piezas de ropa íntima femenina que trabajadas a distinta escala adquieren una presencia escultórica muy potente. Su obra desprende a partes iguales fragilidad y fuerza. Otro equipo artístico a destacar es el formado por Julia Fuentesal (Huelva, 1986) y Pablo M. Arenillas (Cádiz, 1989) que exponen en la valenciana Luís Adelantado. La pieza que presentan se encuentra entre la pintura y la escultura, aludiendo a una dualidad teórica y matérica que confrontan en aspectos como el dibujo y el vacío, la presencia y la ausencia.

A una generación escultórica anterior, pertenece el jiennense Jacobo Castellano (1976), que concurre con la galería Mai 36. La obra de Castellano profundiza en su relación con la iconografía y la estética andaluza, trabajándola desde un posicionamiento claramente contemporáneo y universalizándola. Destaca su instalación escultórica Puerta (2019), un umbral de arpillera humilde y ennegrecida que recuerda a los paisajes rurales del sur y se convierte en símbolo de la llamada Intrahistoria, el relato ancestral de tantos trabajadores. Partiendo también de lo tradicional encontramos la propuesta de Carlos Aires (Ronda, 1974) en la barcelonesa ADN. Su presencia, que ya resulta fundamental en la feria, se consolida con una instalación de platos cerámicos en los que el artista ha impreso distintos personajes: víctimas y verdugos conviven en una mezcolanza que refleja la violencia y esquizofrenia del mundo que habitamos.

Instalación del granadino Pablo Capitán en Artnueve. Instalación del granadino Pablo Capitán en Artnueve.

Instalación del granadino Pablo Capitán en Artnueve.

La potente presencia de esta joven oleada de artistas andaluces contrasta este año con la escasa representación de otros tan consagrados como Luis Gordillo (Joan Prats y Aural) o Guillermo Pérez Villalta (Fernández-Braso), a los que en ediciones pasadas se les habrían dedicado estands completos. Dicha circunstancia apunta a un cambio generacional en el que nuevos lenguajes y conceptos acaparan el interés de galeristas y compradores, asegurando también la presencia de la creación andaluza en la feria.

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