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Sin conservantes ni colorantes

  • Mucho público arropa a la Virgen de los Reyes, Patrona de Sevilla y su Archidiócesis, en el día de su procesión, probablemente la más bella y pura de todo el calendario.

Apenas 90 minutos bastan para darse cuenta de que la procesión de la Virgen de los Reyes es otra cosa. En una ciudad acostumbrada a los excesos, el día de la salida anual de su Patrona es distinto. Extrapolando el eslogan de la Diputación, Hay otra Sevilla, se podría decir, sin temor a equivocarse, que hay otra procesión que es distinta. Y es ésta. La mañana de la Virgen, que más que mañana es madrugada y amanecer, es de devoción pura y dura. Sin colorantes ni conservantes. Sin esos aditivos que tanto gustan de usar los capillitas, que son los que dominan esta mariana ciudad. ¿O no dijo el miércoles el alcalde en su visita a las obras de la Campana que los adoquines que había -esos de Gerena que tanto añoramos- resultaban un tanto incómodos para las cofradías y sus costaleros?

Y como en la procesión de la Virgen de los Reyes nada cambia ayer fue prácticamente igual que siempre. Este año hemos tenido dos procesiones de la Patrona muy distintas. La de mayo ha quedado en el recuerdo de muchos como algo raro que todavía no saben muy bien qué fue. Nadie duda de que la intención del arzobispo, monseñor Asenjo, cuando impulsó aquella salida, era la mejor. Pero quizás, aunque doctores tiene la Iglesia, las formas no fueron las más adecuadas. En aquella ocasión parecía que poca gente se había enterado que salía la Patrona por el Año de la Fe. Cuando la Virgen comenzó a salir, también a las ocho, apenas había una fila de personas apostada en las calles del recorrido, que era el mismo. Ayer volvió la normalidad. La Virgen se reencontró son sus devotos de siempre. Los que nunca fallan. Los que están siempre en el mismo lugar y a la misma hora. Los peregrinos que llegan de la provincia, como esos de El Viso del Alcor que salieron el miércoles por la tarde caminando hasta Sevilla para cumplimentar a la que también es su Patrona. Hay tradiciones que nunca se deben perder.

Muchísima gente acudió a la llamada de la Virgen. El público abarrotó todo el itinerario, que, como el año pasado, volvió a ser vallado. Según el Ayuntamiento, por la buena acogida que tuvo por parte de los fieles. Cierto es que las vallas contribuyen a ordenar al público e impiden que muchos espontáneos se cuelen entre las filas del cortejo. Después hubo opiniones para todos los gustos. Hay quien prefiere las vallas y quien no. Sólo bastó con leer el timeline de Twitter. En cualquier caso, las vallas no impidieron que los fieles se pudieran mover con relativa normalidad cuando la Virgen pasó para buscarla en otro punto del recorrido.

A las siete de la mañana todavía estaban los operarios municipales colocando las vallas. A esa hora ya había mucha gente esperando a la Virgen en todos los puntos de un itinerario que estaba recién baldeado con su buena dosis de zotal. Además de la barrera física de las vallas hay otra en esta procesión: la que forman las sillas que se lleva el público para mitigar la espera. Las hubo de todo los colores y formas y en algunos lugares, como la salida, formaron hasta cuatro filas.

A las siete y media salía la comitiva por la Puerta de los Palos. Un grupo de peregrinos -los chalecos de colores los delataban- descansaban en las gradas que hay delante de la Biblioteca Colombina. El calor ya se empezaba a notar, como relataba un grupo de señoras: "A las cinco menos cuarto el termómetro de la Plaza de Cuba marcaba 26 grados". Las señoras, que llevaban un buen rato allí, mataban el tiempo rememorando la pasada Semana Santa. Hablaban de la lluvia de la Madrugada: "Yo vi a la Trianera en la Avenida y de una chicotá entró en la Catedral". "La Macarena se refugió en el Salvador. Cuando salió una hora y media después se plantó en cuatro chicotás en el Arco". "¡Claro tiene tres cuadrillas!". En realidad fueron algunas chicotás más y una cuadrilla menos.

El cortejo avanzaba mientras los turistas del Hotel Eme se asomaban a los balcones alertados por el repique de campanas de la Giralda que anunciaba que ya eran las ocho y la Patrona salía por la Puerta de los Palos. Cada vez son más los miembros de la asociación de fieles que forman en la procesión. Mucha gente joven. Y muchas personas pabilo en mano en medio de la fila. ¿Son realmente necesarios tantos auxiliares? Algún hermano repartía estampitas de la Virgen entre el público.

Con el paso ya delante es tiempo de detenerse en los detalles. Preciosas las cuatro esquinas de nardos y claveles montadas por la floristería Ramos. El manto blanco es uno de los que más gusta a los devotos y se notó en los comentarios. También era el momento de comprobar si es cierto, como advirtió hace unos días un reputado cofrade, que los bordados del techo de la tumbilla tienen una disposición distinta a como lo diseñó Juan Talavera en 1924. Y parece que así es. Cojan una fotografía antigua y comparen el dibujo. No es difícil darse cuenta que está dispuesto de distinta manera.

A las 8:25 la Virgen cruzó por delante de la calle Argote de Molina. Los miembros de la corporación municipal saludaban a diestra y siniestra, aunque con menos efusividad que en otras ocasiones. El público comenzaba a dispersarse. Unos en busca de la tostada y otros de un nuevo punto para ver a la Patrona. En la Plaza del Triunfo había otro grupo de peregrinos. Eran de la Vera Cruz de Alcalá del Río. Así lo cantaba el pañuelo que llevaban al cuello. La Banda Municipal, que abre el cortejo, atacó Corpus Christi ante la Cruz de los Juramentos. Tras recorrer la Avenida, la Virgen llegó a la esquina del magnolio. Eran las 8:57. Un aplauso incómodo rompió el respetuoso silencio. El cortejo, como pasa todos los años, aceleró el paso en esta última parte del recorrido. A las 9:16, el paso de la Patrona discurría por la Plaza del Triunfo. A las 9:25, ya estaba la Virgen enmarcada en la Puerta de los Palos. Desfilaron los soldados entre elogios y aplausos. El Ejército sigue siendo una de las pocas instituciones valoradas en este país. A las 9:35 la Municipal tocó el Himno Nacional. Entró la Virgen. Terminó la procesión más bonita del año. La más natural. Sin colorantes ni conservantes.

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