Del último suspiro de un segundo: adiós Robe

Muere Robe Iniesta, nace la leyenda

Robe Iniesta
Robe Iniesta / Robe

Llegué tarde a Extremoduro lo reconozco. No por desconocimiento, sino más bien por la ignorancia de un imberbe que selecciona mal las cosas a las que prestarle la debida atención, a esa edad en la que la vida se abre ante ti y todo es nuevo. Extremoduro era hilo musical habitual de mis veranos de chaval en un pueblo de las Villuercas donde, entre cigarro y cigarro, entre cartas y charlas sonaba por los altavoces del bar de la piscina.

No fue hasta llegar a Madrid y compartir piso de estudiantes con un porretero (no vayan por lo fácil, que no es eso...) con aspiraciones a juntaletras, donde entre litro y litro, entre noche y noche, se convirtió en banda sonora habitual, como si la morriña del terruño, nos hiciese refugiarnos en algo que nos era muy conocido, muy nuestro y de nadie más, allí sus letras ya me enseñaron a mirar el mundo con un espíritu más crítico y a no conformarse con lo fácil.

Extremoduro y Robe marcaron mi vida, como la de media España... La otra media aún tiene la suerte de poder descubrirlo. Porque Robe ya no está, pero será eterno. Nos deja un legado de pensamiento, de exigencia, de valentía, de arte y de compromiso. ¿Cómo no sentir tristeza por su ausencia y gratitud infinita por todo lo que nos ha dejado? Algo tendrá el agua cuando la bendicen y algo tendrá Robe para que mi madre, a sus 70 primaveras, lo descubriese y ahora sea incluso más fan que yo. Léanlo, escúchenlo, sus vida no volverán a ser las mismas.

Hoy me cuestan las palabras, así que prefiero usar las de Santos Isidro Seseña que tú también utilizaste:

Para algunos, la vida es galopar

Por un camino empedrado de horas

Minutos y segundos

Yo, más humilde soy

Y solo quiero que la ola que surge

Del último suspiro de un segundo

Me transporte mecido

Hasta el siguiente.

Hasta siempre Robe

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