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Cómics

Genios del horror

  • Panini recupera dos volúmenes dedicados a Poe y H. P. Lovecraft publicados en la primera década del siglo XXI dentro del sello MAX de Marvel

Una ilustración del volumen dedicado a H. P. Lovecraft.

Una ilustración del volumen dedicado a H. P. Lovecraft.

Cuando se habla del terror en el cómic, hay una serie de autores que resulta inevitable citar, por ejemplo estos tres: Graham Ingels, Bernie Wrightson, Richard Corben. Los tres pertenecen a la rica tradición norteamericana del género, cada uno con un estilo fácilmente reconocible.

Ingels fue una especie de pionero, con sus trabajos en la mítica EC allá por la década de 1950, y Wrightson siguió, de algún modo, su estela 20 años más tarde. Uno y otro son el epítome gráfico de lo que cabe esperar de un buen tebeo de horror: figuras grotescas, ambientes de pesadilla, entintados obsesivamente meticulosos, en los que la raya y el negro son los protagonistas. Tienen un hálito clásico.

Corben, por su parte, fue un iconoclasta, una suerte de vanguardista que combinaba lo mejor del underground con un uso exquisito y sorprendente del color y gran entendimiento del blanco y negro. Era también un maestro de las atmósferas, y tenía rasgos caricaturescos que imprimían un carácter especial, perturbador, a sus dibujos. Fue (y sigue siendo, aunque, desde el año pasado, ya no esté con nosotros) un moderno.

El horror y Richard Corben son conceptos equivalentes. El de Misuri trabajó la ciencia ficción, la fantasía, el humor y hasta los superhéroes, pero si hay un género por el que será recordado siempre es el horror. Desde aquellas inolvidables páginas en las cabeceras de Warren (Creepy, Eerie y demás) hasta sus últimas adaptaciones de Edgar Allan Poe para Dark Horse, la cantidad y la calidad del trabajo de Corben en este campo es apabullante.

Personalmente, creo que una antología de historietas de terror de Corben debería figurar en la lista de los mejores cómics de la historia. Para disfrutar de la crème de la crème, hay que remontarse a sus tebeos de los años 70 y 80, cuando el genio estaba en su máxima expresión. De los 90 en adelante, Corben entró en un periodo de decadencia. ¡Pero qué decadencia! Uno se queda pasmado viéndolo dibujar al Punisher o a Hellblazer, y es una auténtica delicia su participación en el Conan de Dark Horse, con aquellos impecables guiones de Timothy Truman protagonizados por el abuelo del bárbaro.

Volviendo al terror, el dibujante de Den y Mundo mutante brilló con guiones propios o de escritores como Bruce Jones; y versiones de La caída de la casa Usher, de Edgar Allan Poe, por poner un ejemplo, permanecen como algunos de los hitos imperecederos del género.

Lo que Panini devuelve ahora a librerías son los esfuerzos del maestro publicados en la primera década del siglo XXI, dentro del sello MAX de aquella Marvel que se atrevía con todo. Son dos volúmenes con el mismo título, La guarida del horror, uno dedicado a adaptar de nuevo a Poe (con ayuda puntual del guionista Rich Margopoulos) y otro haciendo lo propio con H. P. Lovecraft. Sin ser lo mejor de su carrera, siguen siendo meritorios y recomendables, por su poderoso uso del blanco y negro, la siempre particular forma de entender la historia por parte de Corben y la altura del material literario de partida.

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