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Música y libros

Prince, el valor de la intimidad

  • La biografía 'The Beautiful Ones'y las grabaciones '4ever', 'Piano & a microphone' y 'Originals' son las últimas novedades que se han sumado a la consabida recuperación de materiales del artista tras su muerte

Prince (1958-2016), durante un concierto en la etapa de 'Purple Rain' (1984).

Prince (1958-2016), durante un concierto en la etapa de 'Purple Rain' (1984). / D. S.

Como cabía esperar, tras el fallecimiento de Prince el 21 de abril de 2016 se han ido sucediendo las recuperaciones de "material íntimo e inédito" del artista que pretendió no tener nombre. La última, The Beatiful Ones, es una reconstrucción de la autobiografía inconclusa del genio de Mineápolis, rematada por el editor Dan Piepenbring.

Por diferentes motivos, estaba claro que Prince iba a dar mucho juego. En primer lugar porque es uno de los grandes iconos del pop/rock/soul de los últimos 50 años. Entre su archiconocido Purple Rain (1984) y el sensual Love Sexy (1988), los álbumes publicados en ese periodo tienen la calificación de obras maestras. Pero también porque el propio Prince cultivó con astucia el misterio, la leyenda y el coleccionismo alrededor de su figura y su obra.

Tal vez el germen de esta mitomanía comenzara con el Black Album (1987), aquel trabajo invisible que no llegó a salir nunca a la venta y del que apenas se conservan –o eso se cuenta– unas docenas de copias que se salvaron de la destrucción, convirtiéndose en una de las piezas más deseadas del coleccionista musical internacional. A partir de entonces, todos sus discos tuvieron docenas de remezclas y nuevas portadas.

Otro motivo que explica la abundante literatura en torno al músico es su compulsividad creativa. Además de su extensa discografía, hay que incluir las decenas de colaboraciones y composiciones para otros artistas así como las horas de grabación, cuentan que miles, en su estudio propio, en el legendario Pasley Park.

La autobiografía inacabada

Comencemos por el final, por The Beatiful Ones, la recuperación de Prince en formato libro que acaba de publicar en España Reservoir Books. A diferencia de los dos discos y del recopilatorio publicados hasta el momento, esta (casi) biografía es un proyecto que cuenta con el beneplácito del propio Prince, que negoció los detalles del volumen, entre ellos la elección de la persona que habría de ayudarle a escribir el texto en los meses anteriores a su fallecimiento. Curiosamente, como señala el coautor, Dan Piepenbring, de todos los posibles candidatos sugeridos por la editorial, algunos de ellos nombres de reconocido prestigio que no han sido desvelados, quedaron como finalistas los dos únicos aspirantes que nunca habían publicado un libro. "Prince prefería trabajar con un principiante motivado antes que con un veterano", esgrime Piepenbring.

La icónica imagen que sirvió de portada a 'Purple Rain': animal sexual a lomos de una moto (con mujer anhelante al fondo). La icónica imagen que sirvió de portada a 'Purple Rain': animal sexual a lomos de una moto (con mujer anhelante al fondo).

La icónica imagen que sirvió de portada a 'Purple Rain': animal sexual a lomos de una moto (con mujer anhelante al fondo). / D. S.

Ya desde las primeras conversaciones mantenidas con el escritor, Prince muestra su preocupación por las manifestaciones racistas que siguen vigentes en la sociedad estadounidense y que él mismo padeció en su infancia, así como por la situación de la industria musical, que fue uno de los temas centrales de su discurso durante buena parte de su vida. Los momentos más emocionantes de The Beatiful Ones llegan cuando Prince toma la palabra y recupera la figura de su madre. "El piano de mi madre es el primer sonido que recuerdo", afirma antes de confesar que aprendió escuchando a James Brown, Ray Charles, Smokey Robinson y Aretha Franklin. O cuando afirma que gran parte de su éxito se debió a que es "más tozudo que una mula", o cuando atribuye su personalidad cambiante al hecho de que oía "cómo cambia la música". Emociona, igualmente, la impresionante colección de fotografías, entre las que podemos ver los bocetos compositivos de algunas de sus grandes canciones, como 1999, Kiss o Lets go crazy.

A solas con el piano

Como sucede con multitud de reconstrucciones y demás resurrecciones de creadores ausentes, especialmente escritores y músicos, siempre quedará la duda de si tras estas recuperaciones se esconde un sincero homenaje al ausente, si se trata más bien de satisfacer a los apenados fans, aunque sea entregándoles algo menor que a lo que estaban acostumbrados, si la cosa va de alimentar a los estudiosos o, simple y llanamente, de hacer caja.

Sin tener en cuenta el recopilatorio 4Ever, publicado pocas semanas después de su muerte, y que apenas aporta un tema inédito, Moonbeams Levels, un descarte de 1999 (1982), la recuperación de Prince, a cargo de sus familiares, comenzó con Piano & a microphone 1983 a finales de 2018. Se trata de un miniconcierto del artista acompañado sólo de un piano, como su propio título indica. La grabación se realizó pocos meses antes de la aparición del disco que lo coronó como una de las grandes estrellas del momento: Purple Rain.

El artista durante un concierto en los años 80. El artista durante un concierto en los años 80.

El artista durante un concierto en los años 80. / D. S.

De hecho, tal vez lo más llamativo de estas canciones, registradas durante una íntima actuación ante unos pocos seguidores, es poder escuchar la versión que realiza del tema que da nombre al que habría de ser su siguiente trabajo. Prince, cuando falleció, se encontraba inmerso en una gira similar a la que se reproduce en Piano & a microphone, en la que repasaba, desde la intimidad y casi soledad instrumental, su fértil trayectoria. Una gira que en un principio debería haber tenido escala en nuestro país, pero la única fecha anunciada fue suspendida como consecuencia de la escalada terrorista que padecimos en Europa.

Colorido y sexualidad

En junio de este año apareció Originals, que desde un punto de vista musical es una propuesta mucho más rica e interesante que la anterior entrega. En primer lugar, por la calidad de las grabaciones, que no son lo que comúnmente denominamos maquetas. En segundo lugar, porque este álbum, que en su mayoría contiene temas de la etapa más creativa y prolífica del músico, es un estupendo muestrario de la cantidad de registros que dominó: rock, soul, funk, pop, electrónica...

Otro motivo: nos volvemos a encontrar en estas grabaciones con el Prince sexual, que fue, de largo, el más interesante de toda su carrera, en nada parecido al monacal y monótono de los últimos años. Y, en cuarto lugar, porque tiene la capacidad de calmar la curiosidad de años, permitiendo al connoisseur comprobar cómo sonaban en la voz del propio Prince todos esos éxitos que regaló durante más de dos décadas. Regalos que el propio músico consideró, en su momento, como material sobrante, sin cabida en los álbumes que publicó.

Una imagen más reciente del músico. Una imagen más reciente del músico.

Una imagen más reciente del músico. / D. S.

En el comienzo de The Beatiful Ones, que en ocasiones se asemeja mucho a una historia de espías de la Guerra Fría por el tremendo secretismo que rodeaba al músico, hay una conversación sobre Extraloveable, una canción que compuso en los 80 y que no publicó hasta 2011. Le dice Prince a Dan Piepenbring: "No la publiqué antes porque no estaba acabada. Si hay temas sin publicar es porque no están acabados". Una afirmación que, como mínimo, nos lleva a cuestionar las razones de la edición de estos primeros trabajos... y de los demás que a buen seguro seguirán apareciendo. En última instancia, pese a todo, sus seguidores siempre encontrarán una justificación. Como si hacerlo, tal vez, supusiera concederle una vida extra al artista llamado Prince.

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