Malagueño y del Unicaja desde pequeño, en cualquiera de los sueños de ese niño que se formaba en Los Guindos Berni Rodríguez no se vería retirándose en Sevilla y con honores de gran capitán.

Su llegada a San Pablo, como capitán, levantó alguna suspicacia, pero pronto él se encargó de disipar cualquier tipo de incógnita con el sudor, dedicación y esfuerzo en la pista. Las dudas se transformaron en elogios a su trabajo diario y compromiso con un equipo y club que un día fue su rival, pero que acabó siendo su segunda casa. Su capacidad en la cancha la demostró con creces más allá de su amplio currículum. El primer año hizo de base, escolta, alero y hasta de ala-pívot. Un jugador multidisciplinar que incluso llegó a hacer de traductor en una rueda de prensa que pasó a los anales de la historia del Caja, mientras alucinaba con las palabras que tenía que reproducir. Lo mismo estaba para un roto que para un descosido.

Con la llegada de Luis Casimiro, con quien ya coincidió en Málaga, el que fuese Júnior de Oro en 1999 -repetiría éxito como campeón del Mundo (ya de mayores) con Pau Gasol, Cabezas, Navarro y Felipe Reyes-, añadió una faceta más a sus capacidades: la de entrenador. Era la extensión del técnico en la cancha por su extraordinaria capacidad para leer los partidos y manejar los tiempos de los mismos. A sus 36 años dice adiós al parqué, pero iniciará una nueva tarea en los despachos. Otro reto para un capitán multidisciplinar.