El Betis de Mel también ha vuelto (2-0)
La crónica betis-sabadell
El equipo verdiblanco, guiado por Dani Ceballos y con un Jorge Molina soberbio, aniquila con buen fútbol a un animoso Sabadell. La falta de acierto de Rubén Castro priva a los arlequinados de una goleada severa.
Pepe Mel volvió al banquillo verdiblanco el 4 de enero en Santo Domingo, un estadio en el que se certificó el anunciado y último ascenso del Betis, paradójicamente, en un Alcorcón-Granada. Pero el Betis, su equipo, aquél que incluso era capaz de festejar el regreso a la élite volviendo derrotado de Tarragona, pero, al cabo, aquél que dominó la categoría, que jugó mejor que ninguno, que llevaba semanas virtualmente en Primera..., aquel Betis, el de Mel, volvió ayer, veinte días después de que al mejor entrenador bético del último lustro le dieran de nuevo las riendas que le hurtara un iluminado que aún, de higos a brevas, asoma su mostacho por los juzgados.
Se vistió de acero en Santo Domingo, haciendo honor a ese traje coriáceo que heredó de Juan Merino; dibujó detalles en Heliópolis ante el Tenerife una semana después; jugó y ganó a lo grande en su primera cita seria, en El Molinón; y dejó que el fútbol fluyera por primera vez ayer frente al Sabadell.
Lástima que lo viera tan fácil con la temprana expulsión del guardameta rival, Nauzet, y que a Rubén Castro, esencialmente, le faltase el acierto de cara al gol que siempre lo acompaña. Pues, en caso contrario, estaríamos escribiendo de una goleada bárbara, tales fueron las ocasiones que el Betis fue capaz de generar en su soliloquio de ayer frente al conjunto arlequinado.
Mel fue fiel a su libreto y repitió el equipo que ganó en Gijón con la salvedad de Molinero por el lesionado Piccini. Y entregó de nuevo las llaves del juego bético a Dani Ceballos. El utrerano, sin fortuna en la cita ante los sportinguistas, asomó ayer por Heliópolis como si le hubiesen apuntado una inexistente falta a clase. Y la formó. Se echó el equipo a las espaldas desde el primer minuto y el Betis entero carburó y se movió al son de sus pases, de sus robos de balón; en definitiva, del fútbol que pare su cabeza y ejecutan su pierna derecha.
Junto al niño se creció Xavi Torres, que se merendó a Antonio Hidalgo, a Eguaras, a Yeray y a quien osara moverse por la zona de ambos. Y al rebufo de Dani Ceballos, pero metros adelante volvió a reivindicarse Jorge Molina, ese delantero al que Chuli le robaba minutos cuando Julio Velázquez no sabía cómo meterle mano a este equipo que Merino y Mel han catapultado con los mismos futbolistas.
Porque el Betis tiene que jugar, y máxime en Segunda División, así. Como jugó ayer. Gustando y gustándose. Mandando en el balón y en los partidos, por mucho que el Sabadell amaneciese con las aviesas intenciones de presionar a los centrales verdiblancos para cortocircuitar el pretendido fútbol de Mel y los suyos. Pero Dani Ceballos no lo permitió. Y en un balón que robó él mismo a los 8 minutos, cuando otros tres futbolistas del Betis hostigaban a Antonio Hidalgo en el círculo central, gestó la jugada del 1-0. Condujo el balón a lo Capi unos metros, lo abrió para Rubén Castro, el canario tiró a la yerba a Carlos Hernández sólo con la cintura y su pase de la muerte lo envió a la red el utrerano, atento a la jugada.
Golazo de jugada elaborada tras un robo de balón, de los que caracterizaron siempre al Betis de Mel, de los que se echaban en falta, de los que provocan que la gente saque los carnés y vaya al estadio. Como el segundo, con génesis en un cambio de juego sideral de Dani Ceballos, que Molinero controló y puso en la cabeza de Jorge Molina para que éste, con su 1,89, optase por empujarla mejor con el pecho.
Dos goles de verdad, de los que se añoraban y una hora por delante para laminar a un rival que, encima, se quedó con diez por la expulsión de su portero. Pero quizá ésta le restó atrevimiento al equipo ajedrezado e infundió excesiva confianza en el verdiblanco, que vio el partido ganado con prontitud y levantó un poquito el pie aun sin dejar de combinar y asediar el área rival hasta que en los estertores sí optó ya por descansar descaradamente.
Y sin lanzar las campanas al vuelo, sí queda claro que no estaban locos los que afirmaban que el Betis tiene la mejor plantilla de la categoría. Con bajas y con un Portillo aún testimonial ahí está. Lo que faltaba era un entrenador.
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