7 de julio de 2010. La misma tarde en la que España se citaba con Alemania en Suráfrica para jugar las semifinales de un Mundial por primera vez en su historia, el beticismo asistía entre una extraña mezcla de dudas y felicidad, a lo que llevaban mucho tiempo demandando. Manuel Ruiz de Lopera, otrora mecenas y ahora culpable de todos los males, escenificaba la venta de sus acciones a un grupo inversor cuyo rostro visible era Luis Oliver. Con el tiempo llegaría la libertad real, con la intervención accionarial por parte de la juez Alaya y la posterior expulsión de los invasores. 15 de mayo de 2011. El Betis regresaba a Primera División después de dos años de pelea que jamás debieron producirse. De la libertad a la liberación. De recuperar el Betis de los béticos a recuperar el sitio del Betis: Primera División.

Ha sido un camino de rosas y espinas. Rosas enormes de aromas intensos y espinas afiladas de heridas sangrantes. La ilusión, el liderato, la trayectoria, la cantera... El drama de Miki Roqué, la muerte del administrador judicial, las dudas del equipo durante el invierno. El Betis, el mejor equipo de la categoría con bastante diferencia sobre el siguiente, aguantó el juego de supervivencia en que consiste este pozo llamado Segunda División (Liga Adelante) para obtener un premio más que merecido con una placidez más que merecida. Merecimiento es un término que debe aparecer en cualquier valoración que se haga sobre un equipo montado con escasos recursos y completado con canteranos. Como la vez anterior, la del sufrimiento en Jaén, con los chavales por los que apostó Fernando Vázquez y culminó Del Sol.

Con un inicio fulgurante y rachas no menos brillantes, sólo cinco derrotas consecutivas entre enero y febrero trajeron mínimas dudas a la empresa bética. Con una gloria bética al mando (Pepe Mel, seguramente el entrenador peor pagado de la categoría), el Betis ha mostrado una delantera imparable (Rubén Castro y Jorge Molina: 40 goles entre los dos), al mejor futbolista de Segunda (Emana, otros 13 goles) y un buen puñado de canteranos (Beñat, Isidoro, Israel, Ezequiel, Cañas, Alex Martínez, el propio Miki Roqué), además de centrales expertos y el tipo que, probablemente, mejor mueva a un equipo de la Liga Adelante: Salva Sevilla.

Quizás podría esperarse otra cosa que rubricar un ascenso tan brillante (23 triunfos en 39 partidos, 77 goles a favor, etc) con una derrota ajena. Detalle menor cuando el premio no podía ser otro que este.

7 de julio de 2010. Lopera escenfica la venta de sus acciones a un grupo inversor (“el primero que ha venido”, dijo), cuyo rostro visible era Luis Oliver, a quien acompañaba Ángel Vergara, destinado a encargarse de la parcela económica. 

16 de julio de 2010. La juez Mercedes Alaya decreta medidas cautelares contra el traspaso accionarial, de manera que paraliza la venta (o lo que fuera) embargando las acciones de Lopera y nombrando posteriormente administradores judiciales a Luis Ruiz de Huidobro y a Juan Manuel Gómez Porrúa, más Rafael Gordillo, futuro presidente de la entidad.

1 de noviembre de 2010. Fallece Juan Manuel Gómez Porrúa. El administrador judicial nombrado por Mercedes Alaya, transmisor de toda la información (se entiende que negativa) sobre la situación del Betis tras años de gestión opaca de Lopera y su maraña de empresas, muere de un infarto en su domicilio. Alaya nombra como sustituto a José Antonio Bosch Valero.

20 de diciembre de 2010. Rafael Gordillo se convierte en presidente del Betis tras la junta general extraordinaria de accionistas.

5 de marzo de 2011. Miki Roqué, uno de los jugadores por los que más apostaba Pepe Mel, anuncia que sufre un tumor maligno en la pelvis. El ex defensa del Liverpool, 22 años, intentó transmitir optimismo a pesar del tremendo varapalo. Retirado temporalmente del fútbol, su enfermedad está todavía en proceso de tratamiento previa a la operación destinada a extirpar el tumor.

15 de mayo de 2011. La liberación: El Betis consigue el ascenso matemático a Primera División a pesar de caer derrotado en Tarragona ante el Nàstic por 3-1. La derrota del Granada en Alcorcón (2-0) desata la euforia en el AVE de regreso a Sevilla.