RECUPERA el Betis la posición en su tierra deseada y ve el Sevilla más lejos el brocal de ese pozo al que anduvo asomado desde que esto comenzó. Puede decirse que fue una jornada, esta segunda de la segunda vuelta, como un balón de optimismo para el fútbol según Sevilla. Ambas orillas satisfechas y con ganas de afrontar un futuro más acorde con los deseos. Tanto Almería como Mallorca cayeron cautivos y ciertamente desarmados.

La primera moneda de la tarde salió de cara, aunque bien debió el Betis solucionar la papeleta con menos sufrimientos. Su gran capacidad ofensiva se vio disminuida por una alarmante vulnerabilidad defensiva que nos retrotraía a épocas anteriores a Pellegrini. Pero la calidad individual de gente como Canales fue suficiente para decantar el pleito de lado bético. Tres goles válidos y uno invalidado por el VAR fueron los argumentos de un equipo que quiere habitar donde antes.

Y con el apoyo de la ingente cantidad de béticos que se desplazaron al Oriente andaluz, el Betis supo hacer de tripas corazón y sobreponerse a la vulnerabilidad defensiva que hacía peligrar el triunfo cada vez que los locales la colgaban ante Rui Silva. A renglón seguido, el Sevilla y sus circunstancias, que son abundantes y variadas a través de un curso proceloso y poco acorde con lo que significa en el fútbol español y, desde hace tres lustros, en el europeo.

Ni a media hora llegó la integridad física del Mallorca y es que el tremendo acoso de la tropa de Sampaoli acabó en derribo gracias a la velocidad y acierto de En-Nesyri. Luego fue Bryan Gil quien agrandaba la distancia y ya todo fue coser y cantar para un Sevilla que parece haber cobrado entidad con los recién llegados. El Mallorca de Aguirre empezó como saco de golpes y acabó en un quiero y no puedo. O sea que la sabatina sirvió para que cantase bingo el fútbol según Sevilla.