Competir, no... ganar

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El Sevilla está obligado a sacar un triunfo de su visita a un campo propicio, por más que su dueño quiera agarrarse como sea a la Primera. Casi pleno Sin Spahic, el once es una incógnita.

Negredo, cuyo concurso es esperado hoy en la punta del ataque, se dirige al autobús del equipo antes de volar a Santander.

22 de marzo 2012 - 05:02

Un triunfo, una victoria, tres puntos que devuelvan la fe a un equipo que necesita creer de nuevo en sí mismo a base sentirse de nuevo ganador. Ésa es la obligación, urgente ya, que tiene el Sevilla de Míchel en su visita a los Campos de Sport de El Sardinero, un escenario que no se le da mal a los blanquirrojos, si no se tiene en cuenta el surrealista partido del curso pasado, con Ali Sayed dando brincos en el palco como preparando la espantá que daría posteriormente para dejar al Racing con una mano delante y otra detrás. Todo lo que no sea ganar, incluso un empate en condiciones extremadamente negativas, no puede tener otra lectura que la de otro fiasco y otro inquietante paso atrás... Y el Sevilla ya es decimotercero, con lo que no caben más excusas ni planteamientos que no pasen por sumar los tres puntos que se pondrán hoy en liza bajo el arbitrio de Clos Gómez.

Anda Míchel buscando soluciones y dando explicaciones sobre lo que le ocurre a su equipo. Que si no tira la toalla nunca, que si ha realizado dignas segundas partes como la del último partido ante el Barcelona, que si hay jugadores que no saben la importancia que tienen,... Y su conclusión es que este equipo debe competir. Pero la realidad es que, a estas alturas, ya no basta con competir si del duelo no sale vencedor. El Sevilla tiene que ganar hoy, así de simple, porque ya no se trata sólo de que intente agarrarse a sus cada vez más lejanas opciones de asir el cuarto puesto, a ocho puntos ya, en busca de ese alto objetivo de la Champions, o el reto menor de la Liga Europa, a siete puntos ahora, sino que otro tropiezo significaría caer de lleno en el grupo de los que luchan por sobrevivir, como el mismo Racing que hoy tendrá enfrente.

La incógnita que inquieta en estos momentos al sevillismo es si su equipo está no sólo en condiciones de competir con un moribundo como el Racing, sino si es capaz de demostrarle que es superior. Porque ya se discute hasta la idoneidad de una plantilla que desde diversas tribunas ya nadie teme en calificar de sobrevalorada. Desequilibrada, al menos, sí parece. Pero aun así, los argumentos de este Sevilla que lleva tres jornadas sin ganar y que está en un triste decimotercer puesto son infinitamente superiores a los de un Racing al que el club de Nervión le hizo el favor de cederles a Acosta, con un porcentaje de la ficha a pagar por cada uno, y Bernardo, prácticamente gratis. Ninguno estará hoy por la lógica de que no iban a jugar contra quien les paga, con lo que el equipo que ahora dirige Álvaro Cervera tiene una merma importante de efectivos dentro de su escasez.

Como al perro flaco, las pulgas se le acumulan al Racing con las bajas por sanción de Francis y Marcos Gullón y el daño colateral de la lesión muscular del meta Toño en Cornellà, escenario del último sinsabor cántabro. Con la defensa bajo mínimos y un santo y seña del equipo como su portero titular, especialista en aguarle la fiesta al Sevilla, el Racing intenta agarrarse a la Primera División con lo poquito que le dejaron, que es muy, muy poco. Y el equipo de Míchel tiene la obligación profesional, moral e incluso económica de salir triunfante del pleito, entre otras cosas porque, en contraste con su oponente, el madrileño tiene casi pleno de futbolistas a su disposición, excepto Spahic, cuyo concurso ante el Barça fue completamente contraproducente.

Fazio y Coke reforzarán la defensa tras cumplir un partido de sanción y Negredo se ha venido ejercitando con normalidad después de entrar en la convocatoria frente al Barcelona, tras superar su última lesión muscular. La única incógnita es el estado de Kanoute, que ya no está para acumular excesivas cargas de trabajo en una misma semana. Míchel lo ha querido dosificar en los entrenamientos y podría dejarlo en el banquillo si su estado no es óptimo.

Lo cierto es que Míchel, al contrario que Álvaro Cervera, sí tiene donde elegir. Y también es verdad que, pese a que se discuta si la plantilla del Sevilla está bien construida o equilibrada, en la misma hay elementos de sobra para configurar un equipo competitivo y ganador. Máxime cuando enfrente hay un rival al que se le está yendo la vida poco a poco y que sólo ha ganado cuatro partidos, la mitad justo que el Sevilla. Nueve citas llevan los cántabros sin ganar y la obligación de los blanquirrojos es redondear esa cifra con la décima. Y con un triunfo, pues al Sevilla, para seguir creyendo en algo, ya no le valen ni los empates.

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