Emana, el eterno incomprendido

El camerunés no esconde que apenas se comunica con parte de la plantilla

Emana, entre el alcalde de Sevilla y el periodista Joaquín Durán.
Emana, entre el alcalde de Sevilla y el periodista Joaquín Durán.
J. Mérida / Sevilla

22 de mayo 2009 - 05:02

El foro era muy reducido, apenas tres periodistas y algún otro que se sumó a los postres, y Emana se sentía feliz. Poco antes se había enterado de que Canal Sur Radio lo había designado el mejor futbolista del Betis en la presente temporada. Escucha de sus contertulios que alguno más le caerá por ser el máximo goleador del equipo.

Contrasta la sonrisa del camerunés, un tipo cercano y buena persona, con los recelos que despierta entre algunos de sus compañeros por haberse mostrado en ocasiones lenguaraz -aun en primera persona o incluyéndose él- y, también, entre cierto sector de la afición, que no entiende sus cimas y sus simas y, en los momentos de crisis, ha optado por criticar su heterodoxia en lugar de premiar sus apariciones geniales.

Así lo ha entendido también su técnico, José María Nogués, quien pasó de hacerse fotos con él para motivarlo a dejarlo en el banquillo, algo a lo que no se atrevió ni Chaparro. Emana reveló en petit comité que el técnico catalán le explicó que no sería de la partida frente al Almería porque no lo veía bien psicológicamente tras haber sido uno de los blancos elegidos por la afición el lunes en la ciudad deportiva, en aquel altercado con docenas de huevos por medio.

El futbolista no entiende nada, pero sobre todo las críticas de sus entrenadores o de algún compañero por su escasa labor defensiva. Sostiene que trabaja el doble que en Francia, pero que si aquí le exigen llegada al área para golear no puede bajar a tiempo para frenar la siguiente jugada del equipo contrario si no finaliza la propia. En el Toulouse, además, explica que el equipo trabajaba para él y aquí no, aunque es muy consciente de que debe ser así. Pero por eso el ayer galardonado no entiende su situación.

En el vestuario se siente igual de incomprendido. Asegura que hay compañeros que valoran su trabajo y su aporte al colectivo, a la par que hay otro grupo que no acepta su forma de jugar (quizá su aparente frivolidad), pero que es capaz de vivir con ello y que tampoco es que le importe en demasía que ni le hablen. Lo único que no desea es crear problemas.

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