El Gran Hermano

No estamos hablando de club. Ahí no hay fisuras. Pero la opinión pública, que después puede arrastrarlo todo, es el juez supremo. Vigila cada paso, palabra y acción de aquel que ose sentarse en el banquillo del Sevilla. Como acertadamente visionó George Orwell entre 1947 y 1948 en su novela 1984, el Gran Hermano lo controla todo. Pero siempre fue así, ahora más, con las redes sociales.

El último planteamiento de Jorge Sampaoli ante la Juventus, exitoso en el resultado y en la imagen pero lejos de la idea mostrada y pregonada en fechas anteriores, ha puesto el foco en las decisiones del argentino y su más o menos concordancia con lo que predica en ruedas de prensas, a la vez que abre un debate sobre cómo debería jugar el Sevilla, tan a tumba abierta al ataque como antes de su estreno en la Champions o buscando un mayor balance defensivo.

Puede que a algunos se les venga a la cabeza cierta fase en la trayectoria de Unai Emery en el Sevilla en la que el fútbol de ataque tenía una dimensión desmedida. Aquel debate sobre la posición más o menos adelantada de Rakitic, un 7-3 en el Bernabéu y jugar con dos delanteros en vez de con uno reforzando el centro del campo (fue fundamental un partido en Cornellà con Iborra en el doble pivote), dio para mucho en una primera vuelta no poco convulsa.

Hoy, no se puede llamar búsqueda, pues, por sus palabras, Sampaoli lo tiene todo más que claro, pero su última decisión indica que cada encuentro, cada rival… requiere una estrategia distinta. Lo curioso es que la filosofía sampaolina hubiera caído como agua de mayo siete años atrás, en tiempos de Manolo Jiménez, cuando se le afeaba que no alineara a dos delanteros referencia -no un poste y otro con movilidad- por sistema.

La afición sevillista, con los éxitos, parece haberse vuelto más conservadora que nunca. Muchos se preguntaban al conocer la alineación de Sampaoli ante la Juve qué hubiera pasado si es el de Arahal el que decide presentarse sin delanteros en el estreno de Champions o, más cerca en el tiempo, si hubiera sido decisión de Emery.

¿Puntual o inflexión?

Está claro que, igual que han hecho todos los entrenadores, el preparador de Casilda tendrá que pulir con el tiempo su modelo de juego, adecuarlo a un fútbol exigente como es el que se disputa en Europa y de acuerdo con las características de los jugadores que tiene en su plantilla y los rivales a los que se tiene que enfrentar. Es verdad que un buen número ha sido petición suya, pero en muchas ocasiones, o casi siempre, el rendimiento individual va conectado con el nivel del colectivo.

El sevillismo se pregunta si el cambio en el planteamiento de Sampaoli en Italia obedece a un intento por buscar el justo medio o se trata de una decisión esporádica, condicionada por el tremendo potencial de un gigante a la hora de saber competir y apretar a los enemigos en su estadio como es la Juventus. Igual que quiere escuchar esta reflexión y sus inquietudes de futuro de boca de su entrenador en una situación más sosegada de lo que es una comparecencia ante los medios de comunicación posterior a un partido, como ocurrió la noche del pasado miércoles en el Juventus Stadium, donde el argentino pronunció frases como "se siguió el plan de partido" o "el equipo hizo una buena presentación de acuerdo con el rival y el lugar".

Poca llegada como norma

La nula profundidad ofensiva del Sevilla en terreno turinés rescata otra reflexión acerca del estilo reconocible que pretende implantar el jefe del nuevo proyecto. Y es el que, salvando el partido ante el Espanyol, y algo de la segunda parte frente a Las Palmas, al equipo de Sampaoli no suele generar ocasiones de gol con facilidad. Más bien no pisa el área, ya sea en su versión más fiable defensivamente como en Italia, sin nueve, ya sea en los choques disputados con un tremendo arsenal de ataque y pocas piezas para la contención. De siete partidos oficiales disputados, el Sevilla se ha marchado a la caseta sin crear ocasiones ya en tres (la ida de la Supercopa de España en Nervión, en Villarreal y el Turín).

No confundir posesión con llegada; toque y buen gusto con peligro material para las defensas contrarias. Los enemigos -y más aún conforme pasen las jornadas y se vaya sabiendo quién es quien en esta Liga- tienen aprendida la lección de esperar bien cerrado a un Sevilla que toca y toca con muchas piezas pero al que le cuesta generar espacios. Digamos que es como defender ante el Barça, sin que por supuesto estén enfrente cracks como Messi, Neymar, Iniesta, Luis Suárez... capaces de hacer aparecer el desequilibrio en múltiples rondos a una velocidad que a veces escapa al ojo humano y que no está al alcance de defensas mortales.

Pérdidas y errores propios

Otro aspecto que tendrá que vigilar el entrenador del Sevilla es, o bien reducir el porcentaje de errores propios, o, como en Turín, la manera de frenar sus consecuencias. De acuerdo con lo comentado en cuanto a la disposición defensiva de los contrarios, éstos han visto que sólo tienen que esperar a que los propios jugadores del Sevilla la pierdan, ya sea arriba en una mala entrega o en la salida de balón atrás. En este aspecto ante la Juve una jugada fue especialmente ilustrativa, cuando con los centrales abiertos para recibir a cada lado del área, Sergio Rico lanzó en largo defectuosamente por el centro sin esperar a que éstos salieran. Como era previsible, Rami rompió el fuera de juego y se produjo un uno contra uno con el portero que resolvió el de Montequinto.

Todo, lo que hagan sus jugadores, lo que diga en rueda de prensa y, por supuesto, los resultados que obtenga, entra dentro de esta especie de Gran Hermano al que desde ya debe someterse Sampaoli. Un juez supremo del que no escapó en sus inicios ni Juande Ramos, al que inclusó se le afeó que, en su tono plano, no diera "titulares" a la prensa.