Liga Europa: Fiorentina - sevilla · el otro partido

Minuto 16, una mano sevillista

  • Sergio Rico, clave ante el Borussia, encauzó la exhibición en Florencia.

El camino de gloria del Sevilla, siempre fundamentado en la comunión entre el equipo y el sevillismo, ha ido dejando jalones épicos con nombres propios. Eindhoven quedó marcado por el testarazo de Luis Fabiano que abrió el camino y los goles de Maresca. Glasgow irá siempre ya unido al nombre de Palop, héroe con el cabezazo milagroso de Donetsk y artífice de la triunfal tanda de penaltis en la final. Turín se recordará en la historia del Sevilla por el protagonismo de Beto, émulo de Palop con aquel penalti que detuvo a Nono en Heliópolis y con las dos paradas en la tanda decisiva a Cardozo y Rodrigo... y por el cabezazo increíble de Mbia mientras Mestalla celebraba el pase a la final. Todos ellos, no obstante, siguen a la sombra del héroe de los héroes, el que abrió las puertas de la gloria con aquel zurdazo mágico ante el Schalke 04.

En esa nómina de ilustres del Olimpo blanquirrojo debería tener su hueco un chaval de Montequinto que está cumpliendo un sueño. En el minuto 16, como en un guiño al inolvidable Antonio Puerta, Sergio Rico sacó su mano de sevillista de cuna para desviar increíblemente un cabezazo letal de Gonzalo al venenoso saque de esquina de Ilicic. En ese momento, el Artemio Franchi aún ardía de pasión en su vano intento de emular la magia de Nervión siete días antes. Con esa manopla salvadora, como empujada por el ansia pasional de su camiseta, roja como su corazón sevillista, Sergio Rico encauzó la exhibición del equipo de Unai Emery, al que se rindió impotente y admirada la grada viola con la merecida vuelta olímpica triunfal.

La ovación del Artemio Franchi reconoció la supremacía del Sevilla en Europa. El incontestable triunfo de esta legión que ha modelado de nuevo Emery tuvo mucho que ver con la intervención salvadora de este zagalón de 21 años, un proyecto más de canterano que ni podría imaginarse hace justo un año en Turín, donde estuvo como tercer portero, que sería héroe en la senda de Varsovia.

Fue trascendental con sus apariciones ante el Borussia Mönchengladbach en Nervión, igual que lo sería después ante el Zenit en el mismo escenario soñado. Y volvió a serlo en Florencia, pese al rotundo 5-0 del global. El fútbol de alta competición se decanta por pequeños detalles y el paradón que, ya con 0-2, le hizo a Ilicic, ahora con la izquierda, fue el refrendo del guión escrito. Sergio Rico merece su sitio en la final de Varsovia -que Beto espere turno-, porque él también ha escrito esta historia.

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