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La Carrera Nocturna de Sevilla, el sitio donde el esfuerzo y el cansancio se convierten en fiesta

Salida de la Carrera Nocturna del Guadalquivir 2022 / Juan Carlos Vázquez Osuna

La marea naranja recuperó la libertad para disfrutar de la trigésima cuarta edición de la Nocturna del Guadalquivir. Ninguna mascarilla entre los casi 21.000 participantes que se dieron cita por las calles de Sevilla para disfrutar de los 8,5 kilómetros entre la salida y la meta. Porque se puede disfrutar de correr, sí, y eso fue lo que hicieron todos los participantes, incluido el alcalde Antonio Muñoz, que osaron a plantarle cara a esa distancia siempre comandados por Rubén Álvarez. Bueno, siempre hasta los últimos 50 metros, en los que fue adelantado tras no aguantar el tremendo esfuerzo de correr en cabeza desde el principio hasta casi el final. El triunfo fue para Manuel Rosa, mientras que en la segunda posición entraba Koné Yossodjo con Rubén Álvarez tercero. En la categoría femenina la triunfadora fue Raquel Hernández, seguida de Carmen Gutiérrez y Eva Infantes.

La carrera, siempre festiva, también tiene su punto competitivo para quienes pelean por llegar a la meta antes que nadie. Son corredores que se entrenan con fuerza por los diferentes parques de la ciudad, que hacen series escalofriantes para el común de los mortales, no para los atletas más profesionales, y uno de ellos es Rubén Álvarez por los diferentes circuitos del Parque de Miraflores en muchos de sus días. Pero ese esfuerzo esta vez no le sirvió para ocupar la primera plaza, como era su objetivo. Se le hizo largo el recorrido y acabó cediendo en esos 50 metros ante el esprint poderoso de Manuel Rosa y también de Koné Yossodjo, que siempre fueron en un pequeño grupo por detrás.

También había competición en otras categorías igualmente valoradas. En silla de ruedas, Joaquín García ha sido el primer clasificado, seguido de José Vicente Aguilar y Fernando Mateos. En handbikes ha ganado Javier Reja por delante de José Rocas y Manuel Campos en la categoría masculina, mientras que en la femenina se ha alzado con la victoria Eva López Rosso, seguida de Susana Martín Cañas.

Pero la Nocturna no es una prueba ideada para la competición, por mucho que los mejores atletas siempre la disputen con ese deseo. Lo mejor es cuando pasan los 100 primeros, los que están más capacitados y la vista comienza a nublarse con las camisetas naranjas en busca de algún amigo que esté disfrutando con ese momento de gloria que son los aplausos para todos los que se plantean cubrir los 8,5 kilómetros.

Eso sucedía en diferentes puntos de la ciudad para todos los sevillanos que se acercaban para ofrecerles las palmas a los atletas en pleno esfuerzo. Por allí pasaban, como siempre, algunos disfrazados, otros con globos en sus manos, muchos buscando sus allegados, mientras los policías se encargaba de mantener el orden en la medida de lo posible. Todo, adobado con los sonidos en los que se hablaba de un niño de 12 años que se había perdido de sus padres, y también de alguna espectadora un poco osada que cruzaba con un carrito de bebé mientras ya la marabunta estaba pasando y se podía originar algún conflicto colectivo con los atletas.

Sin embargo, todo consistía en pedir el aplauso, el toque con las manos, cualquier señal de complicidad entre quienes corrían dentro de esa marea y los sevillanos que se habían acercado para animarlos a seguir corriendo, para intentar que los 8,5 kilómetros se les hicieran lo más livianos posibles. Unos sudaban a chorros a pesar de la agradable temperatura, otros iban caminando a un ritmo rápido, algunos trataban de subir posiciones, algo complicado, entre la marabunta... La cuestión era pasar un buen rato mientras en los laterales de la Ronda de Capuchinos y María Auxiliadora, por ejemplo, había quienes se centraban en tomarse la cerveza pertinente.

Todo eso es la Nocturna y en esta edición número 34 no fue diferente. Sí era un grito de libertad después de algunos años sin poderse disputar y de la última edición, donde se limitó el número hasta los 10.000. Esta vez corrieron más del doble, unos 21.000 y, según las imágenes, que se veían disfrutaron a pesar del esfuerzo. Olé por ellos.

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