Once puntos para dos onces
Las profundas y efectivas rotaciones son la llave maestra del fulgurante arranque del colíder, tan distinto del que hace un año tenía al equipo colista
Once puntos. Son los que median entre aquel Sevilla que tras las cinco primeras jornadas de la pasada Liga era colista (2) y el que hoy, a las mismas alturas de competición, es colíder (13). Nada es igual para el equipo que comanda Unai Emery, como entonces. Y lo que más resalta, a golpe de vista, es la habilidad del vasco, hasta ahora, para subir al carro a prácticamente la totalidad de la plantilla. Es la clave.
1. Veinte titulares. En aquella segunda vuelta de la temporada 2012-13, la que cumplió Emery al tomar el testigo de Míchel, en varios partidos el de Fuenterrabía ni siquiera agotó los tres cambios, tal era la escasez de recambios competitivos en su banquillo. Hoy, Unai viene cambiando de 6 a 7 jugadores entre partido y partido para cruzar el primer tramo saturado del calendario. Beto, Figueiras, Kolodziejczak, M'Bia, Deulofeu, Banega y Reyes fueron novedades del equipo titular ante la Real; el partido anterior, en Córdoba, lo fueron Coke, Pareja, Tremoulinas, Iborra, Aleix Vidal, Denis Suárez y Vitolo. Las entradas y salidas son constantes: todos se sienten partícipes, todos van entrando en la rueda. Es la piedra angular del proyecto: frescura e implicación de muchos para ser realmente competitivos.
2. Presión arriba. Esa profundidad de banquillo impulsa sobre la hierba el plan que Emery ha ideado para esta temporada: una presión feroz en posiciones adelantadas. Sólo con gente fresca y disciplinada es posible. La última media hora ante la Real Sociedad, el Sevilla defendió su 1-0 atacando, mordiendo arriba. Acabó mucho más vigoroso que su enemigo. Ahí se reflejaron las rotaciones: Arrasate cambió para el once de Nervión a sólo tres jugadores con respecto a su partido anterior ante el Almería: Elustondo, Vela y Bergara, y a éste último, obligado por sus problemas físicos.
3. Vestuario limpio. Tener a todo el mundo embarcado -en espera de que Gameiro y Cristóforo se recuperen para luchar por recuperar el sitio y de que Arribas debute- tiene el referido beneficio sobre la hierba, pero también en ese escenario que el público no ve: el día a día en el vestuario. Cuando Emery conformó su primer equipo, lógicamente descartó a gente. Y gente que ha llegado para ser protagonista y que, por su carácter disperso, podía romper la armonía del grupo: Banega, Deulofeu, Iago Aspas... Todos están implicados, todos salen a tope en los partidos intersemanales -la versión B- o cuando salen desde el banquillo los fines de semana en Liga. Y lo reflejan en sus tuits posteriores a los partidos: "3 puntos importantes!! A seguir por este camino. Sacrificio y humildad!! Gracias afición por el apoyo de siempre, abrazo, sevillistas!!", escribió el jueves @Ever10Banega. El centrocampista argentino, uno de los que debe ganarse el hueco en el once de los domingos, lejos de dejarse ir por su carácter disperso, fue el que más kilómetros corrió ante la Real.
4. Los correcaminos. Si la pasada campaña el Sevilla contaba con pocas piezas realmente rápidas -Alberto Moreno en la banda, Gameiro arriba-, hoy la velocidad sí es una cualidad en su despliegue sobre la hierba. Aleix Vidal, Krychowiak, Deulofeu, Iago Aspas o Kolodziejczak son futbolistas rápidos que permiten a Emery desplegar su plan: fútbol más físico, cierre de líneas sin la pelota y salida más explosiva y directa.
5. Debate cerrado. Para hacerse fuerte atrás y a partir de ahí buscar la portería contraria, ha sido fundamental la llegada de Krychowiak, acaso el refuerzo más regular hasta ahora, el que más ha llamado la atención: en la línea de Martí -parece más completo que el balear- apunta a digno sucesor del añorado Keita. Si la pasada campaña el debate sobre la ubicación de Rakitic encendió agrios debates en los cenáculos sevillistas, hoy no hay dudas. La premisa es el doble pivote defensivo, con el trío Krychowiak, Iborra y M'Bia para dos puestos en espera de Cristóforo. Es la piedra angular para que los de atrás se sientan más seguros.
6. El factor Fazio. La súbita huida del gigante pudo suponer un torpedo en la línea de flotación, pero hasta ahora la respuesta de Pareja y Carriço, con la ayuda de Kolodziejczak, es óptima: tres goles encajados en cinco jornadas y apenas 10 remates recibidos entre los tres palos.
7. El factor Rakitic. El gran responsable de que el Sevilla saliera hace un año del fango fue el suizo-croata, que ya ejerce en el Barça como lo que es, un jugador top. Su vacío es innegable, pero su papel de chico para todo lo interpretan hoy varios en el Sevilla: Denis (balón parado), Banega (pausa), Krychowiak (pegada al borde del área), Aleix Vidal o Deulofeu (desborde en carrera...).
8. El manejo. Dar a los partidos lo que éstos piden es fundamental para ser competitivo. Al Sevilla le faltaba destreza en el manejo de los encuentros, pero cada vez más da la sensación de tener el control de la situación, de adaptarse al minuto a minuto y no perder la cabeza: no ha visto una tarjeta roja en los siete primeros partidos oficiales. Un dato bien revelador. E insólito.
9. Palabra de Unai. Le costó sangre, pero el vasco goza por fin del predicamento de la gran mayoría del sevillismo. Hace un año, estaba más fuera que dentro. Hasta Pepe Castro quedó con Caparrós para palpar sus sensaciones en Utrera, aunque luego aplazaran esa reunión. Esa tanda de penaltis en el Villamarín despejó el horizonte del entrenador, cuyo mensaje de comunión con el club ha calado. Y más cuando desoyó la llamada del Milan.
10. Las tablas. Hace doce meses, la plantilla del Sevilla la componían, en su grueso, chavales con un palmarés tan blanco como su camiseta en muchos casos. Hoy, muchos son campeones continentales. Y eso da un plus de confianza. Da alas. Le pasó a aquel Sevilla de Juande.
11. Aguas calmadas. Ni rastro de aquel mal rollo que hace un año aún brotaba de la grada de Nervión, sobre todo en la norte, hacia el palco. El cambio en la presidencia, en diciembre, vino a calmar el ambiente. A dar estabilidad institucional. Y eso cuenta mucho, mucho.
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