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Diez años, toda una era

  • Del Nido cumple hoy un decenio al frente del Sevilla, al que sacó de la crisis económica con el histórico logro de seis títulos y varios sueños pendientes. La efémeride llega entre dudas sobre el necesario nuevo ciclo.

El 28 de mayo de 2002 José María del Nido escenificó el relevo en la presidencia del Sevilla de manos de Roberto Alés, según lo aprobado el día antes en la Junta General de Accionistas. En ese momento, ni el más optimista de los sevillistas, ni el mismísimo Del Nido, podría imaginarse que se abría el periodo más glorioso del club en toda su historia. No se puede calificar de otro modo los seis títulos que colmaron las vitrinas de Nervión entre el 10 de mayo de 2006, cuando el Sevilla de Juande Ramos conquistó su primera Copa de la UEFA, y el 19 de mayo de 2010, con aquella Copa del Rey que supuso el fin de un ciclo glorioso difícilmente repetible. El dirigente afronta ahora un nuevo ciclo, con la promesa de continuar "mientras tenga fuerzas", y entre las dudas lógicas que provoca entre el sevillismo la continuidad de una era eminentemente presidencialista, que afronta el momento más bajo de esta etapa histórica. Del Nido debe levantar ahora esa "losa de los títulos" que lo han obligado a dar un paso atrás en su idea de tomar nuevo impulso.

 

Los primero, lo económico

Uno de los logros de los que siempre se enorgullece Del Nido es haber zanjado la crisis económica que amenazaba con minar cualquier proyecto. Roberto Alés, desde su austera, necesaria y realista gestión, avisaba de que no había ni para balones y se preocupaba hasta de que el contador de la luz no corriera más de lo justo.

Entonces fue cuando Del Nido sacó aquella recordadísima frase de que la deuda se trataba de "calderilla". Y para ello se aprestó a dotar al club de unas estructuras, a convertirlo en una "compañía mercantil", usando su expresión, que requirieron esfuerzos, sacrificios y medidas impopulares como las ventas de Reyes en 2004 o Julio Baptista y Sergio Ramos en 2005. Y creó cargos ejecutivos profesionales en las figuras de un director general, José María Cruz, y dos subdirectores generales, Manuel Vizcaíno y Monchi. Aquellas ventas de dos estrellas de la cantera quedarían sobradamente jusfiticadas con el ciclo exitoso que llegó de la mano de Juande Ramos, relevo de Joaquín Caparrós tras un primer fracaso que después daría paso a la gloria: la no clasificación a la Championes en 2005.

De la continuidad a la gloria

La base para los éxitos llegó desde la continuidad deportiva. Es precisamente la filosofía adoptada para reflotar al equipo, tras quedarse fuera de Europa después de ocho años consecutivos de competiciones continentales. Le ha dado las riendas a Míchel y ha bajado el presupuesto en 30 millones de euros para dejarlo en 60. Monchi continúa como máximo responsable técnico, exactamente igual que cuando Del Nido tomó relevo de Alés con Caparrós como técnico, el hombre que clasificó al Sevilla para la UEFA en 2004 y 2005 y el que puso al equipo en la rampa de lanzamiento para el aluvión inimaginable de títulos con Juande Ramos.

Otro pequeño fracaso, la eliminación copera de manos del Cádiz, permitió al Sevilla de Juande centrarse en la UEFA para comenzar a hacer disfrutar a los sevillistas como ninguno de ellos hubiera imaginado jamás. El Sevilla se soltó aquel recordado jueves de Feria, 27 de abril de 2006, y se convirtió en una máquina perfecta de fútbol de la mano un técnico y de futbolistas que habían llegado el verano anterior, Palop, Luis Fabiano, Kanoute... y comenzó a acumular plata. En 15 meses, del 10 de mayo de ese año al 19 de agosto de 2007, el Sevilla realizó un hito sólo superado por el Barcelona de Guardiola, al acumular cinco títulos: dos Copas de la UEFA, una Supercopa de Europa, una Copa del Rey y una Supercopa de España. El Sevilla se había instalado en la élite, fue nombrado mejor equipo del mundo en 2006 y 2007 y se metió en la Champions.

Pero la muerte del héroe de aquella noche mágica ante el Schalke 04 tras caer fulminado una semana después del último título de la era de Juande dio paso al anticlímax del club, que tuvo su segundo golpetazo con la marcha al Tottenham de Juande Ramos el 26 de octubre de ese mismo 2007. Por el camino, el Sevilla se quedó en puertas de ganar la Liga, el gran sueño que Del Nido siempre tuvo y que ya parece imposible ante los nuevos tiempos de duopolio, y también quedó inconcluso su otro gran sueño, la remodelación del Ramón Sánchez-Pizjuán. La presentacion del proyecto en la junta de diciembre de 2007 quedó en nada ante la crisis económica mundial que explotó en 2008, de la mano de la lenta decadencia del equipo en lo deportivo.

Desde entonces, el deseo de continuidad dio paso al carrusel de entrenadores. Manolo Jiménez fue el primero en soportar esa losa de los títulos de la que ahora habla Del Nido, en forma de una excesiva presión que el técnico no supo sobrellevar -"un problema sociológico", llegó a decir el dirigente-, y aguantó en el cargo dos años y poco, hasta abril de 2010, con otro tercer puesto y otra clasificación para la Champions directa y una clasificación para la final de la Copa del Rey que ganaría Antonio Álvarez. Gregorio Manzano, Marcelino y Míchel se fueron turnando en menos de dos años en un carrusel que nunca gustó al dirigente.

Sitio a lo institucional

La labor de Del Nido no se ha circunscrito a lo económico y lo deportivo. Desde su acendrado sevillismo, el dirigente siempre ha querido darle el sitio más elevado a la institución, como demostró con los actos del centenario y la realización de distintas actividades sociales en muy distintos campos, desde lo meramente social hasta los reconocimientos a históricos como Arza y el recién fallecido Busto, Campanal o Achucarro, el último en ser proclamado Dorsal de Leyenda. También le ha sabido dar su sitio al socio más leal con el reconocimiento de la fidelidad en distintas iniciativas dirigidas a exaltar los lazos del aficionado con el club.

La incertidumbre

Pero con la lenta decadencia deportiva, que ha llegado a su sima con el noveno puesto de este año y la misma puntuación que en su primera temporada (50 puntos, igual que en la 02-03), ha llegado también la incertidumbre, a su vez aliñada con la progresiva adquisición de acciones del dirigente, que acaba de reconocer que su familia ha comprado el paquete de José María González de Caldas. El sevillismo, tan fiel como exigente, se divide entre los que entienden el cariz presidencialista del dirigente que más gloria ha dado al club en su historia y los que lo acusan de querer eternizarse para beneficiarse de los parabienes del cargo. Ayer mismo, Del Nido reconocía en el periódico oficial del Sevilla que seguirá mientras tenga fuerzas. Diez años se le han quedado cortos, máxime cuando empieza un ciclo nuevo.

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