Fútbol

La 'cornada' de Fernández al fallecido Amancio en Granada

Amancio Amaro, antes de un partido del Real Madrid.

Amancio Amaro, antes de un partido del Real Madrid. / Europa Press

Amancio Amaro Varela ha sobrevivido en casi dos años al central paraguayo Pedro Fernández y nunca le perdonó la patada con la que lo 'cazó' el 8 de junio de 1974 en Los Cármenes, cuando ya tenía 34 años y el 'costurón' de 150 puntos que le causó en el cuádriceps marcó el declive del '7' madridista.

Un Amancio otoñal, aunque refulgente para las nuevas generaciones que nacían al fútbol, se veía tronchado sobre el césped de Los Cármenes después de que el zaguero paraguayo le diera una patada alevosa en el borde del área del Granada, al que el 'Brujo' había llegado sorteando rivales tras recibir el balón en el centro del campo de Vicente del Bosque.

Dos años más tarde, Amancio puso final a una carrera que aficionó al fútbol a varias generaciones desde el Real Madrid 'yeyé' de la sexta Copa de Europa hasta el de 1976, cuando el extremo gallegó se retiró con 36 años, marcados en su final futbolístico por las secuelas de lo que la prensa de la época tituló como 'una cornada'.

"A Granada no quería ir a jugar nadie porque era tremendo lo que allí se daba", comentó siempre Amancio de una lesión que le destrozó el cuádriceps, que fue calificada de 'criminal' y que supuso el principio del fin de la carrera del extremo, que ya ese año no pudo jugar la final de la Copa del Rey con la que el equipo blanco se resarció en algo con un 4-0 del 0-5 de Liga que le endosó el Barça de Johan Cruyff.

Ajuste de cuentas tres años después

Era otro fútbol, sin cámaras ni repeticiones, con calvas en las áreas, territorios de defensas que daban miedo y con códigos en ambos sentidos, uno de los cuales pudo esgrimir el paraguayo Fernández al 'esperar' a Amancio tres años para ajustar cuentas desde que el zaguero paraguayo salió en camilla del Santiago Bernabéu tras una trifulca en la que estaba el delantero coruñés.

Amancio Amaro no jugó en Los Cármenes durante dos años, pero Fernández se la tenía jurada desde que salió en camilla del Bernabéu por una entrada con la que respondió a otra del zaguero de Concepción y los esperó a conciencia, aunque para ello tuvieran que pasar tres temporadas.

Desde ese día, el nombre de Amancio quedó siempre ligado a Los Cármenes y a Pedro Fernández, quien le dio el tono guerrero a un Granada en el también jugaban, entre otros, jugadores como el argentino Ramón Aguirre Suárez, el uruguayo Julio Montero Castillo o Ángel Castellanos.

"Qué suerte tienen los toreros", cuentan que dijo Carlos Rexach al pasar por la plaza de toros de Granada, un sitio al que todos los futbolistas temían ir porque, como también expresó su compañero en el Barcelona Juan Manuel Asensi, era "ir a la guerra" porque, en palabras de Amancio, "se daba sin piedad".

Suspendido por la dictadura militar

Aguirre Suárez había sido suspendido por la dictadura militar argentina por partirle la cara al milanista Néstor Combín en una final de la Intercontinental con el Estudiantes del padre del 'birlardismo', Osvaldo Zubeldia, y con Montero Castillo, Fernández y Castellanos formó parte de un equipo que infundió terror en los rivales y que, paradójicamente, tenía jugadores de clase como Echecopar o el 'pichichi' Enrique Porta.

El Granada bajó a Segunda con el símbolo madridista Miguel Muñoz en el banquillo en la temporada 1975-1976, se fueron muchos de los que le dieron esa impronta 'vietnamita' aunque no Fernández, quien se quedó a vivir en la capital granadina hasta su muerte hace dos años con el estigma nunca borrado de haber 'corneado' a Amancio.

No en balde, esa lesión fue calificada por los médicos que lo trataron como propia de un matador de toros en la femoral y que, en el caso del gallego, le privó de vengarse y devolverle al Barcelona el 0-5 de la Liga en una Copa sin extranjeros y aceleró su retirada: en esos dos años ya nunca fue igual.

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