La energía de crecer en un tatami

Magdalena, participando en el curso de verano del maestro Atsuo Hiruma.
Sonsoles Valenzuela

09 de septiembre 2013 - 05:02

No atrajo su atención, aún menos fantaseó con él como un camino en el que poder adentrarse. Fue su madre la que tomando la iniciativa habló con Juan, el maestro que sigue guiando a la que entonces era una tímida niña. Entre ambos intuyeron que la práctica del karate sería buena para ella, y no se equivocaron. Magdalena Saavedra Guirado, la primera mujer 5º dan de Europa de Karate-Do Shotokai, daba así sus primeros pasos en este arte marcial de tradición japonesa cuando apenas cumplía los 13 años; hoy tiene 44.

"Al principio tenía que esconder el karategui. Mi padre era muy estricto y me prohibió entrenar. Hoy es uno de los que más orgulloso está de mí", dice sonriendo. Y es así, con una sonrisa y una personalidad de determinante y arrolladora vitalidad, como Magdalena ha ido afrontando su experiencia con el karate y la vida, a ritmo de retos, valentía y sin vacilaciones. "Si te da miedo o te impide avanzar, ese algo tienes que superarlo".

Con 25 años tuvo a su primera hija con Rafael, su pareja y también compañero de karate con el que con incrédula emoción cuenta que celebra sus bodas de plata. En el caso de esta sevillana, ser madre y karateka se convirtieron en aquel momento en lugares antagónicos, no por condiciones físicas -estuvo practicando hasta los nueve meses de gestación- sino porque se vio forzada a elegir entre matricularse en la universidad o continuar con el karate. De nuevo, se impuso su firmeza. "Elegí el karate. Siendo madre no podía hacer las dos cosas". En una disciplina "mayoritariamente de hombres", como en el resto del universo marcial y tantos otros ámbitos, se estila un obstáculo: la falta de compatibilidad con la vida familiar. "Es el problema de muchas mujeres, que tienen que dejarlo porque los hijos son lo primero", explica sin esconder un tono de indignación que gradualmente varía al de agradecimiento. "En mi caso, Rafael trabajaba y mi madre fue fundamental, se quedaba con las dos niñas para que yo pudiese ir a entrenar".

No se arrepiente de su decisión. Tanto es así que, lejos de limitarse a pisar el suelo de un tatami para aprender como alumna, también lo hace para ejercer de profesora, una faceta que considera imprescindible para todo practicante. "Si llegas a un cinturón determinado, tienes que hacerlo para progresar. Corriges, te corrigen y te fijas en detalles que si no no verías. Todos pueden enseñarte al margen del color de su cinturón". Además de humildad, muestra a sus alumnos la necesidad de autocontrol y respeto, valores de la escuela Shotokai que evoluciona distanciada del mundo de la federación, con el que dice no sentirse identificada. "El arte marcial debe enseñarte a competir contigo mismo".

Este afán constante de aprendizaje y esfuerzo ha sido la clave para que el pasado febrero, en la ciudad del Sol Naciente, Magdalena se convirtiese en la primera mujer 5º dan de Europa, la máxima categoría de su estilo que le otorgó la Nihon Karate-Do Shotokai en Tokio. Una experiencia que rememora con tono agridulce porque "Paco, uno de nuestros compañeros, murió cuando estaba en Japón". Pese al shock, "mis compañeros me hicieron una celebración preciosa y mi maestro me regaló su cinturón. En el dojo El Sol Naciente somos una gran familia".

Transgresora, la escuela Shotokai es en sí una filosofía de vida que, a diferencia de otras artes marciales, aplica la técnica y fuerza físicas no sólo como herramientas para la autodefensa, sino como parte de una práctica que en la coordinación entre la mente y el cuerpo busca la armonía plena de la persona, el desarrollo de su energía interna y sus propias cualidades. "Me ayuda a ser una mejor persona. El karate lo es todo para mí", asegura mientras, al borde del tatami, Magdalena se inclina despidiéndose con un respetuoso saludo.

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