Atlético - Sevilla · el otro partido

Una ilusión que se renueva

  • El sevillismo demostró sus ganas de seguir haciendo historia con su apoyo en Madrid. Cerca de 1.500 hinchas recordaron recientes finales.

Hay ganas y el sevillista siente algo especial. No es comparable a los desplazamientos en finales, en las que, por ejemplo, 80.000 sevillistas se apoderaron de las calles de Madrid sin protagonizar incidente alguno en 2007. La cosa no está igual, ni una semifinal es una final, pero la atmósfera que crearon ayer cerca de 1.500 aficionados es la que demanda un club grande, un club y una hinchada que ve en este torneo una vía de escape, la ocasión perfecta para borrar una primera vuelta decepcionante y ya enterrada por las ilusiones que ha traído con dos retoques Unai Emery.   

 

Aunque con unas horas de retraso y con menos participación de lo esperado por los organizadores -fundamentalmente, un par de peñas de nuevo cuño- la Plaza Mayor de la capital del reino se tiñó de blanquirroja a la caída del sol, cuando se agiganta la figura de Felipe III en el centro geométrico. Sevillistas con seis horas de autobús la mayoría, algunos con un viaje menos penoso en AVE, la marea recitaba cánticos reconocibles en el Sánchez-Pizjuán a 500 kilómetros del mismo. "El viaje se me ha hecho corto. Es la primera vez que vengo a un partido así y no hay que quejarse", relata un joven aficionado que viaja con su padre y se estrena. La bufanda reliada en la muñeca, a la espalda, una mochila con lo justo y necesario: el kit de sevillista. "Vengo también a ver a mi primo, que vive en Madrid y es fan de Falcao". La frase la dice Roberto, un colombiano que ya tiene el corazón sevillista y la sonrisa cómplice de quien sabe ya a esa hora de la tarde que Radamel es baja. "Pero no hay que fiarse", avisa.

 

Paco Romero no sorprende por su juventud en sí, sino por ser el presidente de la Peña Sevillista Macarena. "Es una de la más antiguas, pero llevamos algunos años gente que hemos entrado y, al fin y al cabo, todo se acaba renovando. Lo de hoy es una oportunidad histórica, una fiesta que hay que vivir y que recomiendo a todo el mundo", afirma en la Plazuela de San Ginés, una de las adyacentes a la Plaza Mayor y donde se baja del taxi con Pedro Monago, miembro de la Federación de Peñas, para fundirse en un abrazo con su presidente, Ramón Somalo, que desde la una de la tarde lleva dando vueltas por la zona. Mercado de San Miguel, calle Cava Baja, feligresía del templo Casa Lucio... El recorrido poco a poco se va ambientando de sevillismo, a la par que de dotaciones de la Policía Nacional, que custodia la caminata hacia el estadio, Embajadores abajo, ya cuando la noche se hace sobre Madrid. Un grupo entra con el partido empezado, pero con tiempo suficiente como para, ya en la segunda mitad, romperse la garganta cuando Negredo materializaba un empate inesperado tal y como se había puesto la noche con el 1-0 y la expulsión de Spahic.    

Un AVE íntegramente sevillista 

Las ilusiones del sevillismo en el viaje de ida volvían intactas en un regreso para el recuerdo. El AVE, íntegramente blanquirrojo, que fletó el Sevilla tras el partido tenía un colorido especial. El gol de Negredo es la esperanza, un motivo para convertir el trasnochador tren Madrid-Sevilla en un carrusel de buenos deseos para dentro de un mes. El equipo, el cuerpo técnico y los miembros del consejo desplazados volvían arropados por una marea de sevillistas que habían vivido un día que puede convertirse en histórico con el partido de vuelta en el Ramón Sánchez-Pizjuán, donde el Sevilla puede lograr la clasificación para su sexta final en seis años. Al filo de las cuatro de la madrugada llegaba a Santa Justa, una hora a la que aún le quedaban kilómetros a los que fueron en autobús, aunque eso también significa más horas de sevillismo. Y eso también cuenta. 

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