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Así cambian los vecinos de los barrios de Sevilla

Un hasta aquí hemos llegado

La previa

Empezar el año espantando el fantasma que lo persigue, obligación de un Sevilla incapaz de ganar fuera.

Rami despeja un balón durante el calentamiento de la sesión de ayer ante Llorente y Krychowiak.
Jesús Alba

03 de enero 2016 - 05:02

Detectado el problema, la solución debe venir de camino. El Sevilla de Unai Emery empieza hoy el año dispuesto a marcar una raya y aprobar una asignatura pendiente. A este equipo que tan bien se desenvuelve al calor de su público y que tampoco lo hace tan mal fuera, le falta que dar una vuelta de tuerca a su fútbol como visitante. El gol, ha fallado el gol... y por eso, porque sólo ha perforado cuatro veces la portería rival en encuentros a domicilio y es el segundo menos anotador en sus desplazamientos tras el Málaga (3) no está más arriba en la clasificación cuando está a punto de disputarse una vuelta completa del calendario.

Pero el Sevilla viajó ayer en autobús hasta Granada pensando en poner definitivamente pie en pared. La ocasión no puede ser más propicia, pues el equipo de Sandoval es el peor local de la Liga, con sólo un partido ganado y cinco derrotas en Los Cármenes, un escenario que a los nervionenses se les da bien.

Son datos que, en sí, no deben otorgar ninguna garantía de éxito porque el rival lucha por salir del descenso y no dejará una pelota sin pelear, pero sí deben reforzar un convencimiento. Como bien avisaba ayer el propio Emery, el único culpable para llegar a esta situación ha sido el propio Sevilla, que está obligado ya a espantar estos fantasmas que están minando sus posibilidades reales en esta Liga en el que el cuarto puesto -objetivo de salida- ni está tan caro ni tiene un dueño definido.

El Sevilla ha crecido en el último mes en muchos aspectos, pero la búsqueda de la mejoría continua exige dar de nuevo lo máximo para equilibrar las circunstancias que expongan más debilidad. Los discípulos de Emery van a cumplir un mes sin recibir un solo gol, el 5 de diciembre en Riazor y a balón parado, el único que ha encajado Sergio Rico desde que el Borussia Mönchengladbach a finales de noviembre sí lograra provocar una sangría (4-2) en un sistema defensivo que desde entonces se ha vuelto como un calcetín.

Y por eso debe dar un giro más a la llave. Un equipo que no recibe apenas ocasiones de gol, como ha logrado conseguir este Sevilla de diciembre, tiene que explotar más eficazmente todo el talento que tiene en los metros finales y por ahí ha trabajado el cuerpo técnico en estos días de entrenamiento en espera de una semana de fútbol también apasionante en la ciudad con el doble enfrentamiento de Copa que va a convertir un día de fiesta como es el de Reyes en todo un acontecimiento. Hay quien piensa que un derbi tan a la vuelta de la esquina va a condicionar la alineación que presente hoy el entrenador guipuzcoano ante el Granada y quizá tenga razón, aunque no se esperan más de un par de pinceladas porque el Sevilla igualmente se juega mucho hoy en territorio nazarí, en plenos días de celebración por el aniversario de la toma de la ciudad por parte de los Reyes Católicos.

Hay gente que, definitivamente, se ha subido al carro, lo que hace más complicado aún dar con los pensamientos de Emery en cuanto al once titular. Si Cristóforo dijo un aquí estoy yo bien alto ante el Espanyol, la nueva posición de Immobile con respecto a Llorente y Gameiro cambia sustancialmente las cartas en la delantera, y tampoco habría que dejar atrás la recuperación de Carriço para sumar en un puesto en el que se han centrado con diferencia la mayor parte de las lesiones de gravedad desde que comenzó la temporada, y antes incluso.

El Sevilla hoy ya no tiene excusa. El Granada no sólo es el peor local de la Liga, sino el que más goles ha recibido (15) ante su público, pero como ha repetido Emery, el problema no ha estado en los rivales, pues ha visitado a casi todos los de la zona baja de la tabla sin llegar a imponerse nunca y así la ecuación no sale. Un equipo que busca la Champions, en días como hoy tiene que hacer dos cosas, olvidarse del derbi y entonar un hasta aquí hemos llegado. O sea, ganar pero ya.

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