Fútbol

A medias, un buen plan (1-1)

  • Un Sevilla más equilibrado empata en Anoeta, donde le faltó soltar sus miedos para rematar la faena. Trochowski pudo encauzar el triunfo al filo del descanso, tras un gran gol de Jairo.

Muchas veces, un empate puede tener una lectura positiva por su significado para la confianza de un equipo. El Sevilla empató en Anoeta y muchos sevillistas podrían pensar que desperdició una buena ocasión para sumar, por fin, el primer triunfo fuera de casa tras un año y pico ya. Pero, dada la situación de cierta angustia en que se había instalado el equipo de Unai Emery y la necesidad de dar con un patrón de juego mejor adaptado a la plantilla con la que cuenta éste, el puntito de ayer puede ser considerado como la primera piedra sobre la que enderezar el rumbo. El entrenador de Fuenterrabía, en el regreso a su tierra, optó por hacerle caso a la opinión pública mayoritaria que le exigía más equilibrio en la disposición táctica. No se sabe si lo hizo condicionado por las bajas o por convicción, pero lo cierto es que el Sevilla de ayer fue distinto, más seguro y también más conservador, claro. El plan fue bueno, aunque se quedó a medias, quizá por el lastre del miedo acumulado a otro fracaso.

La importancia del punto sumado puede estribar precisamente en deshacerse de esa desconfianza que viene arrastrando el Sevilla a domicilio. En esta circunstancia, cualquier golpe en contra se ha convertido en una losa imposible de levantar en los últimos tiempos, en el último año se podría decir. Y ayer ni la clarísima ocasión que marró Trochowski en el minuto 40, ni el gol encajado en la segunda parte en un desatino entre Figueiras y Beto, ni la expulsión de Cala por dos amarillas rigurosas impidieron que el grupo que había dispuesto sobre el campo Emery, al menos, amarrara el punto. Incluso podría haber ganado en algún arranque de orgullo cuando el equipo, por fin, se decidió a buscar de verdad a una Real Sociedad que amenazaba con poner cerco al área sevillista.

Con sólo tres cambios sobre el anterior once, pues Trochowski jugó prácticamente el partido completo ante el Rayo Vallecano, Emery le dio la vuelta a su equipo como a un calcetín. Bastó con disponer a dos medios de cierre específicos, Iborra y Cristóforo, para dejar suelto a Rakitic tanto para la tarea de barrer por delante de las dos líneas de cuatro como para lanzar los escasos contragolpes que permitía la Real. Es decir, que está claro que más que una cuestión de nombres el cambio que le solicitaban de forma unánime fue de dibujo y actitud.

Con un 4-4-2 más o menos nítido, el Sevilla se aprestó a esperar bien ordenado a la Real Sociedad, un equipo que combina muy bien y que encuentra muchas vías por dentro y por fuera si se le dejan sueltos sus hombres clave. Ahí Iborra y Cristóforo obturaron los pasillos interiores y a la Real le costaba un mundo llegar arriba. Pero esto también tenía su contrapartida negativa. La famosa teoría de la manta de Caparrós estaba expuesta sobre el tapete de Anoeta y el Sevilla apenas llegaba a inquietar a Bravo. Los escasos ataques sevillistas eran llevados por dos o tres futbolistas. Pero esto le bastó para ponerse por delante. Fue en una jugada trenzada desde atrás, desde Beto. Trochowski buscó a Gameiro y éste, como casi todos, a Rakitic, quien envió un lanzamiento perfecto a la espalda de la zaga realista, donde Jairo controló y se sacó una sutileza para hacer el 0-1. Poco después, avance de Trochowski por la izquierda y pase a Jairo, que busca a Gameiro tras la zaga txuri-urdin y el germano-polaco falla con Bravo batido. Era el minuto 40 y el Sevilla podría haber apuntillado a una Real dubitativa.

Tras el descanso, lógicamente el equipo local se volcó en busca del empate. Como por dentro era imposible ante el tabique impuesto por Iborra, Cristóforo, Cala y Pareja, la Real empezó a desdoblar por fuera y a volcar balones y ahí sí sufrió el Sevilla. Vela, en una salida a medias de Beto, envió un balón al palo, aunque Jairo también pudo tener el 0-2 tras una buena jugada individual en el área. El partido se abrió un poco y Griezmann, reubicado en la izquierda, buscó continuamente la espalda de Figueiras hasta que se la encontró en el segundo palo para hacer el empate.

En ese momento, el Sevilla reaccionó y se determinó a tomar lo que creía suyo por merecimientos y trabajo. Olvidando las ocasiones perdidas, buscó a una Real decidida a llevarse el pleito. El partido se abrió, Emery ayudó a ello, algo tarde, metiendo a Marin y Bacca y las llegadas a las áreas se sucedieron hasta que Cala, obligado a arriesgar más que antes, fue expulsado. Entonces, el Sevilla volvió a pertrecharse y amarró el punto. Quizá lograse un botín escaso, pero el nuevo camino del equilibrio está trazado y ahora debe andar esa senda sin miedo.

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