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Un monumento... o dos

  • Los 223 goles que suman ya Kanoute y Luis Fabiano para el Sevilla elevan a leyenda a un dúo que acercó los títulos y que se resiste a caducar · El fútbol del francés causa admiración y el paulista acaricia su mejor nivel

Figuraba todavía Joaquín Caparrós como titular del banquillo sevillista. Monchi, como casi siempre en aquellas fechas, se había adelantado cerrando las incorporaciones de Luis Fabiano y Palop, a los que, por supuesto, dio su bendición el utrerano. Al brasileño lo había visto en directo el de San Fernando, con sus propios ojos, un par de años antes en un trabajo de scouting por Brasil. Se quedó con la cara de aquel tipo que marcaba goles como churros en el Sao Paulo, pero también con otros casi de su misma quinta que después igualmente explotaron en Europa: Ricardo Oliveira, Liedson, Daniel Carvalho...

Caparrós firmó su finiquito. Era el verano de 2005 y llegaba sin hacer el ruido con el que luego se iría, Juande Ramos, quien de un plumazo veía cómo le quitaban de las manos a Julio Baptista y a Sergio Ramos. No ha quedado muy claro si fue por recomendación del manchego, por referencias de la propia dirección deportiva o una mezcla de ambas cosas, pero llegaba desde Londres un desgarbado futbolista de convicción musulmana, que había marcado muy pocos goles en el West Ham y en el Tottenham y a quien los 7 millones de euros que el Sevilla pagó por él lo ponían en el punto de mira porque no era normal por aquel entonces desembolsar aquellas cantidades por un fichaje. Se movía Monchi en cifras más discretas, los 3,6 por un porcentaje del pase de un Luis Fabiano en horas bajas en el Oporto, los 2,8 por un emergente Baptista... Aquello y que en sus primeras actuaciones el franco-malí erraba ocasiones clamorosas levantó mucha inquietud en la ya por entonces incipiente exigencia de la afición sevillista.

No se habla del primer año de Luis Fabiano, con su perenne descontento y tendencia a la saudade de los brasileños. Pero poco a poco se fueron enchufando. Primero el gigante lyonés, que en su primera temporada pese a esos titubeos iniciales anotó una cantidad apreciable de goles y en la segunda, con su tanto en la final de la Copa del Rey como guinda, llegaba a la treintena. Luego se fue animando Luis Fabiano hasta llegar a cifras que llamaban la atención y que motivaron que volviera a la selección brasileña, logrando incluso hacerse con el nueve de la canarinha, todo un mito, en propiedad.

Hoy, cinco años y algunos meses después, la mejor pareja de delanteros de la historia del Sevilla y también podría dicutirse que durante algunas temporadas la mejor de España y hasta de Europa, sigue su camino.

La exhibición de ambos ante la Real Sociedad pone de manifiesto que siguen vivos y que tienen cuerda para rato. Goles y fútbol, fútbol y goles... así hasta sumar entre ambos la friolera de 223 tantos, 101 de Luis Fabiano y 122 de Kanoute, si bien hay uno que baila en algunas estadísticas, aunque habrá que darlo por bueno porque así consta en la UEFA. Un centro del brasileño ante el Atromitos subió al marcador tras el intento de despeje de un jugador griego, pero el árbitro reflejó en el acta que el gol había sido obra de Luis Fabiano. ¿Por qué discutirlo ahora?

Hay que seguir atento a lo que depara el futuro de Kanoute en el Sevilla, pero ya hay desde hace tiempo quienes, quizá precipitadamente si hablaban en serio, secundaban la idea de levantar un segundo monumento a uno de los jugadores de un Sevilla que marcó una época. El primero, el de Puerta, ya es una realidad en la ciudad deportiva junto a la escuela de fútbol que lleva su nombre. El segundo candidato, con 33 años ya, sigue haciendo méritos en el corazón de los sevillistas y la inmensidad del fútbol que desgranó en Anoeta es la última demostración que a buen seguro pronto quedará archivada con otra prueba de su grandiosidad. Ojalá sea el miércoles en Villarreal.

El Sevilla, cinco años y pico después, sigue dependiendo de estos dos colosos que a fuerza de goles merecen ya tener un sitio en bronce en la historia de la entidad. Porque en Nervión -parece claro- queda pendiente levantar un monumento... o dos.

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