Racing | sevilla · el otro partido

Ya no era pretemporada

  • Los medios habituales del verano ofrecieron un ritmo cansino, a lo que contribuyó un Kanoute algo lastrado · Pese a la poca profundidad, el empate supo amargo

Un empate fuera de casa en el estreno liguero puede saber bien o mal. En el caso del Sevilla, el solitario punto conseguido deja un poso de amargor pese a que, gracias a que Palop detuvo un penalti, el resultado no fue peor. Pero su rol de aspirante, autoadjudicado más por los propios futbolistas que por los dirigentes, lo obliga a algo más que marcar en la primera ocasión que se le presenta y luego no saber defender la carísima renta. Eso le ocurrió ayer a un Sevilla que, conforme a la imagen poderosa y dominante de la pretemporada, decepcionó más por el juego que por el resultado.

Ayer ya no era pretemporada y el conjunto de Manolo Jiménez jugó a un ritmo cansino, a ese que marcan dos jugadores que necesitan mucho contacto con el balón, como Maresca y Romaric. El Sevilla, cierto es, tuvo un porcentaje de posesión altísimo para jugar fuera de casa, cercano casi siempre al 60%. Pero el fútbol no vive de estadísticas y el Racing necesitó mucho menos para crear más ocasiones, penalti incluido. Esto ya es la Liga. Y eso que la defensa, salvo el despiste de Konko en el 1-1 -que llegó a la contra-, siguió rayando a su elevado nivel.

No sólo fue culpa de Maresca y Romaric y de su tran-tran que el Sevilla careciera de profundidad. Luis Fabiano, tras un impresionante control e inmediato disparo cruzado con la izquierda, marcó en la primera ocasión algo diáfana que se presentó. El concurso de Kanoute, prácticamente inédito en los partidos amistosos, acabó siendo un lastre porque al Sevilla le faltó una línea de pase. El franco-malí suele ser el hombre que cae a la mediapunta cuando juega con Luis Fabiano y ayer no estuvo fino ahí. Le faltó el tono necesario para que, en la zona donde las papas queman, pudiese distribuir a la primera los balones que le llegaban. Fallaba en los controles, las dejadas de cabeza y las paredes. El mismo penalti llegó después de una jugada en la que se puso en evidencia su estado de forma. A poco que lo presionaron los medios del Racing, perdió la pelota yendo de cara a la portería propia y la jugada terminó en el yerro de Squillaci ante Lacen, que fue quien presionó a Kanoute.

Pero el francés tiene tal peso específico que es difícil prescindir de él. Sólo se había entrenado los cuatro últimos días con el resto del equipo, tras una larga rehabilitación por un esguince de tobillo, pero la baja de Renato terminó por convencer a Jiménez. Curiosamente, el ariete sevillista mejoró sus prestaciones en la segunda mitad. Por fin pudo romper la presión de Colsa y enhebró una pared que por poco deja solo a Luis Fabiano. Y, antes del 0-1, se inventó una volea desde la banda que Toño tuvo que sacar prodigiosamente. Era como si estuviese olisqueando su cambio, que podría haber mejorado el equipo.

El meta racinguista sólo tendría otra intervención, a cabezazo de Squillaci en un córner, antes de recoger de las mallas el gol de Luis Fabiano. Después, poco más. Jiménez tuvo que quitar a sus medios centro de la pretemporada ante el cansancio y el atasco en la creación. Y el Sevilla terminó con dos hombres en la medular que están llamados a repartirse los minutos de juego en la posición de pivote defensivo, Duscher y Fazio. Fue una solución a contraestilo. La pretemporada concluyó y Maresca y Romaric juntos ya no funcionan igual. Les falta ritmo, el ritmo que exige la competición.

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