Hacienda Ibarburu: La gran joya del olivar andaluz abandonada y condenada a muerte

Este Bien de Interés Cultural de Dos Hermanas se encuentra en ruinas y sometida a un intenso expolio ante la pasividad de sus propietarios y la inacción de las administraciones

Un impresionante convento barroco, último monumento de Sevilla incluido en la Lista Roja del Patrimonio en peligro

Hacienda Ibarburu: una joya del olivar en estado de ruina y abandono / José Ángel García

“La están dejando morir”. Esta afirmación de Antonio Alcántara, presidente de la Asociación Salvemos la Hacienda Ibarburu, no es sólo un lamento fundado. También define y explica a la perfección lo que está pasando con esta construcción rural de Dos Hermanas que ha podido presumir desde mediados del siglo XVIII de ser uno de los mejores ejemplos de haciendas de olivar de Sevilla y Andalucía. Si no es el máximo exponente. A pesar de su ruina, degradación, expolio... este cortijo, cuyo nombre de bautismo es San Lorenzo de Miravalle, sigue mostrando su grandeza. Impresiona en su decadencia, en la dejadez de sus tejados derrumbados, paredes desplomadas y suelos perdidos por la inacción de sus dueños y de las administraciones. Ni el Ayuntamiento de Dos Hermanas, que además cuenta con parte de la propiedad a través de una junta de compensación, ni la Junta de Andalucía, responsable última de garantizar la buena conservación de un Bien de Interés Cultural (BIC) como este, hacen nada para revertir su estado y propiciar su recuperación. Tan sólo se oyen los gritos de la sociedad civil de Dos Hermanas. “¡Salvemos la Hacienda Ibarburu!”. Un edificio con un enorme potencial.

Hacienda Ibarburu
Hacienda Ibarburu / José Ángel García

La Hacienda Ibarburu se encuentra en la zona sur de Dos Hermanas, junto al antiguo trazado de la autopista hacia Cádiz. Actualmente, está rodeada de naves industriales y de un importante nudo de carreteras. Algo que no presagia un futuro muy halagüeño. Su característica arquitectura horizontal y su color almagra característicos llaman la atención desde la carretera. En los últimos tiempos, ha sido noticia por varios vertidos de uralita y por algunos incendios provocados que han agravado su situación. “En general, en Dos Hermanas se le presta poca atención al patrimonio, y eso que no hay mucho. Esta hacienda es un sitio emblemático, una referencia en Sevilla y Andalucía. Cuando se han escrito libros sobre haciendas y cortijos, siempre se le ha dedicado el espacio más amplio”, explica Antonio Alcántara, quien con un grupo de ciudadanos, y con apoyo de entidades como el Ateneo de Dos Hermanas y la asociación de vecinos Las Portadas, comenzaron a alzar la voz para que Ibarburu no muera de inanición. Desde la asociación Salvemos la Hacienda Ibarburu llevan tiempo realizando distintas acciones reivindicativas tanto en el propio recinto como fuera. Un ejemplo es la exposición colectiva que hicieron en la UPO.

Los restos de pintura en la capilla.
Los restos de pintura en la capilla. / José Ángel García

Uno de los principales problemas de la Hacienda Ibarburu es la complejidad sobre su propiedad. Según la nota simple del Registro consultada por este periódico, un 20,45% es propiedad de un particular mediante título de adjudicación en proyecto de compensación en virtud de una certificación administrativa autorizada por el Ayuntamiento de Dos Hermanas. Del 31,72 % es titular la junta de compensación del sector SNP 18 Ibarburu, que preside la edil de Urbanismo de Dos Hermanas. Finalmente, el 47,83 pertenece a la promotora inmobiliaria.

Hacienda Ibarburu
Hacienda Ibarburu / José Ángel García

Hasta el año 2017, la hacienda se encontraba en un estado más o menos aceptable, aunque los propietarios, según aseguran desde la asociación, no realizaban trabajos de conservación. Un guarda se encargaba de impedir los robos. Todo cambió cuando se prescindió de esta persona, advierte Antonio Alcántara: “La hacienda no estaba mantenida, pero no se expoliaba. A partir de ese momento empezaron a llevarse todo lo de valor. Hasta la doble galería de columnas de mármol del señorío que hizo que se derrumbara. Obligaron a poner un vallado, pero es ridículo. Aquí puede entrar quien quiera. No evita el expolio”. Los incendios también han asolado Ibarburu. Así como la okupación.

Hacienda Ibarburu
Hacienda Ibarburu / José Ángel García

Todos los espacios de Ibarburu son una auténtica joya. Como el lagar o la atarazana. En la capilla, o lo que queda de ella, se pueden ver todavía restos de pintura murales del siglo XVIII. En el patio de labor, presidido por una muda fuente, se vislumbra la grandeza de lo que fue el señorío. Junto a él, la casa del capataz. En otro de los extremos, la gañanía, donde vivían los temporeros. Al otro lado, las caballerizas. Y la almazara, donde se realizaba la molienda. Aquí se encuentra prácticamente intacta una de las joyas de la hacienda: la gran prensa de viga y quintal. “Es probablemente la más grande y mejor conservada de las haciendas de olivar”, asegura Rosa María Muñoz Gómez, profesora y vicepresidenta de la asociación. El tornillo sin fin con el quintal (de ahí vienen el dicho “pesa más que un quintal”) impresiona entre las vasijas de barro semienterradas.

Hacienda Ibarburu
Hacienda Ibarburu / José Angel García

La torre-mirador, el lavadero, la alberca o la zona donde estaba el pozo con su noria son también dignos de destacar. En el patio principal quedan el vestigio de lo que fue un azulejo, obviamente, expoliado. “La hacienda la manda construir el comerciante sevillano Lorenzo Ignacio de Ibarburu y se conoce por su apellido, pero su nombre es San Lorenzo de Miravalle, en honor a su dueño, y ahí estaba su retablo”, sostiene Rosa Muñoz.

Hacienda Ibarburu
Hacienda Ibarburu / José Ángel García

La catedrática de Arquitectura de la Universidad de Sevilla Lola Robador ha estudiado a lo largo de su trayectoria las haciendas de olivar, coordinando importantes publicaciones al respecto. Ella destaca el grandísimo valor arquitectónico que este conjunto monumental supone para la provincia de Sevilla, toda una seña de identidad: “En un radio de no más de treinta quilómetros había más de trescientas, de las que más de mitad han desaparecido. Entre ellas destaca Ibarburu, un icono patrimonial: testimonio del abandono de uno de los testigos edilicios más importantes de nuestro pasado agrícola, industrial y palaciego”.

Hacienda Ibarburu
Hacienda Ibarburu / José Ángel García

La prestigiosa arquitecta, responsable de importantes restauraciones patrimoniales, destaca de Ibarburu “el juego de volúmenes, su característico y maravilloso color almagra con pigmento mineral, su larga y sencilla fachada tocada por pequeños vanos enmarcados con blanca cal y centrada por su graciosa y elegante portada hacen de esta hacienda un ejemplar único que languidece día tras día. Su piel arquitectónica, testigo del trabajo maestro del tiempo sobre los materiales naturales, es un grito que reclama nuestra atención. Sus patios con pinturas murales, el señorío y la almazara que conserva con su viga para el prensado del aceite con el contrapeso de la torre, las tinajas rehundidas…”.

Hacienda Ibarburu
Hacienda Ibarburu / José Ángel García

Robador ensalza que Ibarburu es el “testimonio insobornable” de la historia de Dos Hermanas, que no se puede, no se debe perder para legar la identidad a futuras generaciones. “Emociona ver las fotografías de la hacienda en el libro Sevilla, Las haciendas de Olivar de Franco María Ricci, cuando aún no estaba en el abandono que ahora presenta, imágenes de una hacienda bellísima que reclama nuestra atención, compromiso para su salvaguarda y correcta restauración”.

Hacienda Ibarburu
Hacienda Ibarburu / José Ángel García

La situación de ruina de Ibarburu ha sido objeto de denuncias al Defensor del Pueblo Andaluz y en 2021 fue incluida en la Lista Roja del patrimonio en peligro de Hispania Nostra. “Las administraciones quieren que se caiga y se pierda todo. No pueden hacerlo descaradamente, pero están procurando que así sea. El Ayuntamiento y la Junta no quieren saber nada de nosotros. El alcalde de Dos Hermanas no nos quiere recibir. Nos tienen muy boicoteados”, lamenta Alcántara.

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