El Fiscal

Cinco apuntes con perspectiva de la pasada Semana Santa de Sevilla

Cirios del cortejo de la Macarena tras la pasada Madrugada.

Cirios del cortejo de la Macarena tras la pasada Madrugada. / M. G. (Sevilla)

La Semana Santa de la era de la pospandemia presenta novedades que se deben apreciar. No, no podemos vivir permanentemente en la Semana Santa de la niñez, pero es que la recién vivida ha cambiado con respecto a la de principios de siglo. En veinticinco años han cambiado los debates y las prioridades. El contexto es otro.

  1. La fuerza de las vísperas es arrolladora. No necesitan ir a la Catedral. Cuentan con el apoyo masivo del público, con notoriedad propia en los medios de comunicación y, además, son un filón para políticos a la búsqueda del pueblo. Van a más, nunca a menos. Todas crecen. Nos hemos acostumbrado, pero antes de ayer no existían. Y se extienden ya por delante:la asociación cofrade que saca el paso de misterio de la Abnegación nos dejó imágenes impresionantes el sábado de las vísperas del Pregón. Hay que tomar buena nota, porque la luz que irradian las vísperas es cada vez mayor. Más intensa. Es otra ciudad, otra Semana Santa. No se pueden obviar. ¿Dónde están los límites?
  2. El Consejo de Cofradías sale reforzado. En una Semana Santa intervenida por el Cecop desde los sucesos de 2000, es la primera vez que la institución se muestra especialmente útil. La reordenación de puestos y horarios ha cumplido los objetivos cuando no pocos esperaban que fuera un fiasco. El Consejo, tantas veces cuestionado (con razón) y otras tantas reducido a elegir el pregonero y cobrar por la carrera oficial, se ha dado un baño de prestigio. Es de justicia reconocerlo. No sólo es importante que se haya ganado el respeto de los dirigentes cofrades, sino de las propias autoridades que tuvieron que actuar tantas veces por la inacción o la parsimonia de sus delegados. Queda profundizar en algunas reformas. Hay margen de mejora. Se debe dejar atrás el tiempo de las comisiones que no arreglan nada. Se debe seguir con un grupo de trabajo operativo, unos criterios claros y un calendario fijado de antemano. 
  3. Las redes sociales han tenido su protagonismo. ¿Pueden las propias cofradías usar sus cuentas institucionales para denuncias, quejas y lamentos por asuntos relacionados con la logística de la Semana Santa? Es indudable que sí, pero habría que tener ciertas cautelas, establecer bien las normas de uso y no perder de vista el alcance de los mensajes difundidos desde cuentas institucionales. Hasta el Consejo General del Poder Judicial, por ejemplo, ha dado instrucciones de uso a los magistrados. El Consejo ha usado la cuenta de Twitter con inteligencia. El arzobispo es un ejemplo de buen usuario de su cuenta. Tomen nota las cofradías para el futuro. No ocurra nunca que un berrinche sufrido con la cofradía en la calle acabe siendo viral por un tuit desafortunado. No exageramos. Hay ya papeletas de sitio de community maganer porque algunas cofradías han visto que los internautas son un caladero donde pescar nuevos hermanos. 
  4. Exigimos mayor civismo al público. Está ya más que analizado y comentado el terrible efecto que la mala educación ha tenido en una Semana Santa plena. Todos un punto más crispados tras la pandemia. Será la ansiedad. La lluvia reducía el público y ahuyentaba a muchos visitantes, pero este años hemos estado todos y, además, desde varios días antes teníamos la (bendita) certeza de que saldrían las 76 cofradías. Pero es la hora de cuidar la calidad también del nazareno, que no se consigue con auxiliares que proporcionan chocolate o golosinas, ni con diputados de tramo ejerciendo una suerte de coaching, sino con una mínima formación para que todos sepan la razón por la que uno se reviste con un hábito. No hay que establecer un numerus clausus, pero sí formar. Salir de nazareno no es un divertimento, pero sí un gozo. No es algo triste, pero sí serio. Las propias cofradías deben insistir en esa formación y no en un trato infantil que buscar reducir el sentido mismo de la penitencia como si los penitentes arrastraran cadenas o fueran flagelados. No podemos tratar un cortejo como un larguísimo tramo de varitas. 
  5. Todos debemos hacer más por cuidar la rosa delicada de la Semana Santa. Nunca se hace demasiado por preservar la belleza única de esta celebración que es la historia de nuestras vidas. Todos debemos evitar afear las calles y los templos. Toda labor de concienciación es poca cuando se lucha contra nada menos que el feísmo que marca este siglo. 
Ramón Valdivia y Pablo Casas. Ramón Valdivia y Pablo Casas.

Ramón Valdivia y Pablo Casas. / M. G.

El estreno del obispo auxiliar

El Sábado de Pasión trascendió con oficialidad lo que ustedes sabían desde días antes gracias a este periódico. La Archidiócesis de Sevilla es bendecida con nada menos que dos obispos auxiliares, algo que no ocurría desde finales de los años sesenta. Teodoro León y Ramón Valdivia. Seguro que don Teodoro, del que en 2003 dijimos que un día sería obispo auxiliar (y él mismo conserva el recorte de aquella página), celebró el anuncio con las hermanas de la Cruz, que tanto lo aprecian y conocen. ¿Y don Ramón, párroco de San Roque? Pues ahí tienen la fotografía para el recuerdo. De nazareno de San Roque. Justo al día siguiente del anuncio, el nuevo obispo auxiliar se revestía con la túnica y se colgaba la medalla de hermano de la cofradía del Señor de las Penas y de Gracia y Esperanza. Uno de los nuestros, como dijo aquel. Y en la instantánea aparece con el vicario parroquial, don Pablo Casas. Felices y sonrientes como solo se está cuando una cofradía está a punto de salir. Un Domingo de Ramos que el reverendo Valdivia jamás podrá olvidar.